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El PSOE andaluz busca diagnóstico: del castigo al 'sanchismo' en las municipales a la hipermovilización socialista del 23J

La dirección del PSOE-A hace seguimiento del resultado electoral

Daniel Cela

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En la sede del PSOE de Andalucía, en la calle San Vicente de Sevilla, hubo palmas, cantos, risas y celebración en la noche electoral del domingo, que certificaba la tercera derrota consecutiva de los socialistas en año y medio. Hacía cuatro años que no se escuchaba un jolgorio así. “Estamos contentos, muy contentos. No lo podemos evitar. Y nadie nos va a quitar la alegría”, decía la vicesecretaria general, Ángeles Férriz.

Los socialistas perdieron en el cómputo de votos y se dejaron cuatro escaños [de 25 a 21] el pasado 23 de julio, pero se apuntaron una victoria psicológica que casi necesitaban más que la mayoría aritmética. “Los partidos políticos tienen cabeza y corazón, y a veces el corazón actúa de un modo que la cabeza no entiende. Claro que somos conscientes de haber perdido las elecciones, pero a quienes nos felicitan son a nosotros y quienes tienen el rostro desencajado son ellos [PP]”, dice un veterano diputado socialista.

La federación más numerosa y antaño más potente del PSOE ha recuperado 564.224 votos desde las autonómicas del año pasado, que dieron la mayoría absoluta al PP de Juan Manuel Moreno y cavaron el suelo electoral del PSOE andaluz. “Esta es la senda de la recuperación para volver a gobernar Andalucía en 2026”, anunció el secretario general, Juan Espadas, en la medianoche del 23J. A la mañana siguiente, Espadas habló con los ocho líderes provinciales y reunió a su Comisión Ejecutiva Regional para hacer un balance de los resultados y tratar de responder la gran incógnita: ¿cómo lo hemos hecho?

Los socialistas andaluces comparten la euforia por la victoria amarga de Alberto Núñez Feijóo o por la derrota dulce de Pedro Sánchez, que espanta el escenario de un Gobierno PP-Vox y puede facilitar otro Ejecutivo de izquierdas.

Sánchez, el problema y la solución

Pero en el PSOE andan a la búsqueda de un diagnóstico que explique esta contradicción intrínseca: hace dos meses, sus dirigentes y alcaldes atribuyeron su derrota en las municipales del 28 de mayo a una campaña “en clave nacional”, y a la durísima estrategia de derribo contra Pedro Sánchez, que terminó invisibilizando su gestión y arrastrando a muchos de ellos. Hace dos días esa misma estrategia -aún más convulsa- desencadenó una movilización masiva del voto progresista. Pedro Sánchez era el problema, pero su cartel electoral ha recibido más votos que sus alcaldes en mayo. ¿Cómo puede ser una cosa y la contraria?

Las municipales en Andalucía movieron más votos socialistas que las andaluzas -de 888.325 votos a 1,3 millones-, pero no lo suficiente como para frenar el cambio de ciclo político impulsado por Moreno. El PP conquistó seis de las ocho diputaciones provinciales, las alcaldías de las ocho capitales y de las grandes ciudades de la comunidad, desplazando a alcaldes con una gestión consolidada y con un buen cartel electoral.

“Cambio de ciclo sociológico”

“El PSOE ha movilizado todo lo que podía movilizar en Andalucía en las generales y, aún así, hemos ganado con 6.000 votos más que en las andaluzas de hace un año”, advierte un miembro de la ejecutiva de Moreno, convencido de que las tres victorias encadenadas del PP en esta región avalan “un cambio de ciclo sociológico” hacia el centro derecha.

En el PSOE andaluz no lo creen. Todas las interpretaciones que se hicieron tras el fiasco del 28M apuntaban a Pedro Sánchez. Algunas desde el victimismo resignado: “El PP planteó las municipales como un plebiscito contra Sánchez y su Gobierno, y los alcaldes han pagado por ello”. Otras con un indisimulado cabreo.

El alcalde y candidato del PSOE en Sevilla, Antonio Muñoz, partía como favorito, ningún sondeo lo colocaba fuera de plano y, sin embargo, perdió. Muñoz compareció visiblemente enojado la noche del recuento para culpar de su inesperada derrota a la “campaña en clave nacional que ha hecho el PP” y el voto de “castigo” contra Sánchez por cuestiones ajenas a su gestión en la ciudad: los pactos con Bildu y ERC, los indultos a los líderes independentistas, las excarcelaciones y rebajas de condena de agresores sexuales por la ley del 'sólo sí es sí'...

Los recelos con Bildu y ERC

En Andalucía, las alianzas del Gobierno de Sánchez con los soberanistas catalanes y vascos tienen una difícil digestión entre el electorado y la militancia de izquierdas. “Si se reedita el Gobierno apoyado en sus socios separatistas, eso va a condenar al PSOE andaluz a muchos años de oposición. Me lo dicen muchos alcaldes socialistas”, avisó Moreno a Espadas esta semana en el Parlamento andaluz.

La ejecutiva regional es consciente de ello y no lo niega. “A muchos socialistas andaluces les desagradan esas alianzas, se instalan en el marco mental impuesto por la derecha, compran las referencias a los pactos con independentistas y filoetarras, los privilegios a Cataluña en detrimento de Andalucía”, dice una dirigente andaluza de la ejecutiva federal. Al final, terminan mirando con recelo al líder de su partido y dejan de votar al PSOE o votan al PP andaluz. En 2022 hubo un trasvase del 16% de votantes socialistas a Moreno, que supo capitalizar ese malestar con Sánchez y el miedo a que Vox llegara al Gobierno.

Tras el 23J, ese análisis entra en contradicción con los datos. “Sánchez entendió el mensaje, pulió todas sus aristas, hizo suya la estrategia de desprestigio de la derecha y le dio la vuelta: se convirtió en Perro Sanxe, y defendió sin complejo los pactos con Bildu y ERC para aumentar el salario mínimo y revalorizar las pensiones. Funcionó con los votantes, pero sobre todo funcionó con la tropa. La tropa en el PSOE andaluz es fundamental”, explica un diputado.

El PSOE ganó en las generales en pueblos andaluces donde perdió las municipales de manera clara, como Utrera. En Sevilla capital, sin embargo, el PP volvió a imponerse en el cómputo de votos sobre los socialistas. En el distrito Alcosa-Este-Torreblanca, uno de los bastiones dormidos del socialismo sevillano, hubo un despertar significativo de la movilización para votar en las generales.

Eso no ocurrió cuando Espadas era el candidato a la presidencia de la Junta ni cuando Muñoz se presentó a alcalde. “Ahora Antonio tendrá que preguntarse por qué los sevillanos sí votaron en las generales pero no le votaron a él en las municipales”, dice un miembro de la ejecutiva regional que, sin embargo, rehúye esa misma pregunta sobre la derrota de Espadas en las andaluzas.

Juan Espadas entró en la reunión con su ejecutiva, el martes pasado, cargado de estadísticas y una secuencia temporal de mapas de Andalucía -del azul intenso al equilibrio entre el azul y el rojo- para tratar de buscar respuestas, pueblo a pueblo, distrito a distrito. ¿Cómo es posible que los alcaldes perdieran las elecciones por culpa de Sánchez y Sánchez las ganara en sus municipios sólo dos meses después?

También en el PP andaluz se están haciendo esta pregunta. Moreno contó a los suyos algunos alcaldes socialistas le llamaron habían llamado tras el 28M, indignados por el “resultado injusto” que obtuvieron en sus pueblos “por el voto de castigo al sanchismo”. “Sánchez les pide ahora que se movilicen en las generales para que él siga siendo presidente, después de haber perdido sus alcaldías, y no lo van a hacer”, advertía el presidente de la Junta y líder del PP-A. Pero lo hicieron.

Mirando los vuelcos

Los populares, que esperaban llegar a 30 escaños y se han quedado en 25, también han desplegado sus mapas de Andalucía para identificar los pueblos donde el resultado ha dado un vuelco en dos meses: de votar al PP a votar al PSOE.

Espadas explicó a su ejecutiva que “las motivaciones son distintas” en las autonómicas, las municipales y las generales, “las circunstancias son diferentes, son momentos políticos distintos”. Para el dirigente socialista, la clave más palpable es que la campaña del miedo a Vox, que no funcionó en las andaluzas, esta vez sí ha cristalizado y movilizado al electorado progresista.

“Ya no era que viene el lobo, porque ahí estaban los gobiernos constituidos del PP con la ultraderecha en comunidades y ayuntamientos. Y ahí estaban sus primeras políticas y decisiones controvertidas”, recuerdan. “Ahora sí lo han tenido claro los ciudadanos. No se lo hemos tenido que contar, lo han visto”, subraya Espadas.

El liderazgo de Espadas

El dirigente socialista también excusó su derrota de 2022 en que su equipo llevaba “poco tiempo” y su candidatura acababa de aterrizar, tras el aparatoso relevo a la ex presidenta Susana Díaz. El PSOE andaluz ha lanzado en las redes un vídeo promocional de su “no victoria”, donde aparecen todos sus dirigentes en ambiente de fiesta, la misma noche electoral, reivindicando su peso significativo -un 20%- en el aumento de votos a Sánchez en el conjunto de España.

Espadas se muestra convencido de que el PSOE-A está en la “senda de la recuperación”, y atribuye el desplome de 2018 y de 2022 a cambios de ciclo político que beneficiaron y apuntalaron las victorias de Moreno en Andalucía. Pero tras el 2018, el voto socialista andaluz se movilizó para fortalecer las victorias de Sánchez en las generales de 2019, como ahora ha vuelto a ocurrir este domingo. La participación ha sido fundamental. En las andaluzas fue del 58%, en las municipales del 61% y en las generales ha llegado al 69%.

“No nos arrogamos una victoria que no nos corresponde”, dijo Espadas sobre el resultado del domingo, que en puridad fue una derrota del PSOE frente al PP, pero que todo el partido ha digerido como un triunfo ante la perspectiva de un Gobierno PP-Vox proyectado por todos los estudios demoscópicos.

Por ahora, no hay movimientos críticos de peso que cuestionen el liderazgo de Espadas, más allá de voces anónimas o residuales que denuncian que el relevo de Susana Díaz se “cerró en falso” y que la figura de Juan Espadas no representa un “revulsivo” para resucitar anímicamente a un PSOE depresivo tras perder la Junta en 2018 después de 37 años en el poder, y quedar desahuciado de referentes políticos con la sentencia condenatoria del caso ERE.

“En Andalucía queda claro que Espadas no tiene credibilidad, no atrae, no gusta, no suma. Sánchez consigue 575.557 votos más que Espadas en las autonómicas: 1.459.264 votos en las generales (33,48%) frente a los 883.707 votos (24,09%) en las andaluzas”, escribía en Twitter el entorno de Luis Ángel Hierro, uno de los candidatos derrotados en las primarias para liderar el partido.

En la ejecutiva regional no parece haber fisuras graves y se ha cerrado el debate en torno al liderazgo de Espadas de un portazo. “El PSOE de Andalucía no está hundido, está vivo y coleando y dispuesto a gobernar esta tierra dentro de tres años”, sentencia Férriz.

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