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Bajar a la mina sin salir de casa: un proyecto de ciencia ciudadana rescata del olvido el patrimonio minero aragonés

Imagen de la mina del “Tío Calderón” en Aguarón (Zaragoza), facilitada por Javier Zarazaga al Museo de Ciencias Naturales.

Óscar Senar Canalís

Zaragoza —

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Aragón ha sido territorio minero desde que la historia es historia. Las grandes explotaciones de minerales son escasas, pero las pequeñas abundan por todo el territorio aragonés desde los Pirineos hasta el sur de Teruel. Minúsculas explotaciones, situadas en su mayoría en pueblos del Aragón despoblado, cuya memoria va quedando sepultada por el olvido y la maleza. El Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza se ha propuesto aprovechar estos días de confinamiento para hacer un llamamiento a las personas que cuenten con información sobre estos yacimientos, con el fin de recopilar su historia y alumbrar una futura exposición.

José Ignacio Canudo, director del Museo de Ciencias Naturales, explica que este proyecto de ciencia ciudadana “llevaba tiempo entre nuestros objetivos, pero esta situación nos ha animado a lanzarlo ya, para animar a la contribución de quienes dispongan de información, fotos antiguas, publicaciones...”. El geólogo indica que en las tres provincias hay “gran cantidad de pequeñas minas, que fueron explotadas desde los tiempos de los romanos y que hoy en su mayoría están abandonadas por su inviabilidad económica”.

Uno de los objetivos derivados del proyecto es que las localidades del Aragón despoblado “tengan conocimiento y orgullo de su patrimonio”. Además, esta información podrá servir en el futuro para que la Administración autonómica valore su posible protección, o la conveniencia de convertirlas en un recurso turístico.

En los primeros pasos del proyecto ya han surgido varias sorpresas. Entre Sobradiel y Torres de Berrellén (Zaragoza), gracias a la colaboración de dos vecinos, se ha localizado la conocida como Mina de los Carabineros, de la que se conservan los restos de un edificio, la entrada a la mina y una galería de unos 30 metros, donde aún se aprecian las vetas de sal gema. Sobre su nombre, todo apunta a que obedece a que los carabineros eran los encargados de vigilar las minas cuando la sal se regulaba por medio de estancos, esto es, antes de 1870. “No había ninguna referencia sobre ella, y ni siquiera la conocían la mayoría de los vecinos”, explica Canudo.

Curiosa por su relación con lo religioso es la cantera de Ricla (Zaragoza). De allí procede el 'jaspe de Ricla', mineral usado en la fabricación de muchas pilas bautismales aragonesas de los siglos XVII y XVIII, incluidas la del Pilar de Zaragoza y la de la catedral de Huesca. Canudo señala que esta roca siempre ha llamado la atención de los géologos “por tener una estructura rara que parece artificial y sobre todo porque... ¡no hay jaspe en Ricla!”. Un estudio de José Antonio Cuchi y María Pilar Lapuente llegó a la conclusión de que, efectivamente, no era jaspe, sino otro tipo de roca formada por cantos de caliza negra, procedente del monte de la Torraza, cerca de Calatorao pero en el término de Ricla.

Gato por liebre... o plomo por cobalto

Otra mina que ha salido a la luz es la de plata de Aliaga (Teruel), citada en un escrito del siglo XVII y recientemente redescubierta. “Lo raro es que en la zona no existen vetas de plata, ni de cerca, por lo que o era un gran engaño, o vete a saber qué era lo que realmente explotaban en ese yacimiento, porque hacer una galería de 20 metros requería muchas horas de pico”, se pregunta Canudo, que tiene pendiente la visita al lugar.

El gato por liebre parece que fue frecuente en el sector minero. Canudo recuerda el caso de las minas de Gistaín, en el Pirineo oscense, famosas en la actualidad por ser el único yacimiento en Aragón de cobalto, un mineral raro y valioso, pero que a principios del siglo XX fueron inscritas por una empresa alemana como minas de plomo: “Querían ocultar que eran de cobalto, que valía mucho más, y durante años las explotaron llevándose el mineral a Alemania, hasta que las autoridades españolas descubrieron el engaño”.

La página web del Museo de Ciencias Naturales se está recopilando estas historias y otras, como las de las barcazas de lignito de Mequinenza o la explotación de baritina en Aguarón, llamada del 'Tío Calderón' porque en ella se cayó un vecino al que se conocía por ese nombre. Las personas que tengan conocimiento de minas en sus localidades, así como de todo tipo de datos relacionados con ellas, pueden hacer llegar la información a través del correo museonat@unizar.es.

Del mismo modo, el Museo hace un llamamiento para crear una colección pública de minerales procedentes de estas explotaciones, que se convierta en parte de su exposición permanente. Apelan a los aficionados a la mineralogía, que durante décadas han recuperado ejemplares en las escombreras, así como a particulares que cuenten con minerales procedentes de alguna de estas pequeñas minas. “Más adelante, cuando acabe la cuarentena, habrá tiempo de donarlos al museo”, indican.

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