El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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Razones culturales, religiosas, ideológicas, sexuales, raciales… Cualquier razón es buena para perseguir a las minorías, para negarles la voz e incluso privarlas, si es preciso, del espacio que por derecho habían adquirido. Se persigue a las minorías de múltiples maneras y sin duda la violencia es una de las formas más utilizadas y con mejores resultados para esas mayorías, cuyo objetivo es perseguir a esas minorías a las que buscan arrebatar sus derechos, su identidad, su libertad y en muchas ocasiones también su espacio físico.
La violencia es una forma de silenciar a esas minorías. Pero hay más. Cada vez que asistimos a un nuevo proceso electoral vemos de qué forma determinadas formaciones políticas o diferentes medios de comunicación intentan silenciar a las minorías, olvidando que el mayor ejercicio democrático es el de la pluralidad, el de las voces que desde la distancia suman para construir espacios de convivencia y libertad. Voy a reflexionar sobre dos casos: el primero tuvo lugar el pasado mes de mayo en la ciudad de Zaragoza y fue propiciado por dos fuerzas políticas: Zaragoza en Común y el Partido Popular; el segundo está teniendo lugar estos días y ha sido propiciado por dos televisiones, al decidir sus directivos que en el Gran Debate de las elecciones del 20 de diciembre solo deben estar el Partido Popular, con Soraya Sáez de Santamaría; el Partido Socialista, con Pedro Sánchez; Podemos, con Pablo Iglesias, y Ciudadanos, con Albert Rivera, dejando fuera a Izquierda Unida y a su líder, Alberto Garzón, que confluye a estas elecciones en una coalición llamada Unidad Popular y que cuenta con el respaldo de más de un millón de votos en las pasadas elecciones autonómicas y municipales.
Recordaba lo que ocurrió en Zaragoza en un debate a dos que propiciaron dos líderes políticos en las pasadas elecciones municipales: Pedro Santisteve, de Zec, y Eloy Suárez, del PP, y que no fue respaldado, en este caso, por ningún medio de comunicación. Aquella tarde se juntaron los dos líderes en un espacio municipal y como si de un ring de boxeo se tratara se dedicaron a demostrar sus diferencias, a sacarlo todo de quicio, olvidando al resto de las fuerzas políticas, olvidando que la democracia nace desde la pluralidad, se extiende en el respeto para ser custodia de los derechos individuales y colectivos. De las libertades.
Ahora, en el inicio de esta campaña política que nos llevará a las urnas el próximo 20 de diciembre, vemos cómo una vez más se pretende silenciar a las minorías, porque simplemente alguien ha decidido que el morbo mediático no reside en la figura de Alberto Garzón, aunque sea uno de los líderes mejor valorados y políticamente tenga el discurso más coherente. Pero en este país de pandereta y ruido a quién puede interesarle eso.
Hay una teoría llamada la espiral del silencio y en ella Elisabeth Noelle-Neuman teoriza sobre cómo la sociedad amenaza con el aislamiento a los individuos que expresan ideas contrarias a las asumidas como mayoritarias. Ese es el resumen del Gran Debate: aislar a lo que no es considerado mayoritario y entender lo mayoritario en tantos por ciento, olvidando la historia y sus compromisos.