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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Tomates en noviembre

Centro de apoyo a la navegación aérea, VOR, Fuentes Claras

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Fuentes Claras, un pequeño municipio turolense de la comarca del Jiloca, conmemorará este fin de semana con un variado programa de actos que un 17 de diciembre de hace 60 años el entonces Servicio Nacional de Meteorología registró en la estación localizada en ese término municipal la temperatura más baja en una zona habitada de España, 30 grados bajo cero.

En esa medición siberiana concurrieron un valle abierto a más de 900 metros de altitud, una masa de aire polar, nieve abundante y  una noche estrellada y calmada en unas parameras bautizadas como el “triángulo de hielo” (Calamocha, Molina de Aragón y Teruel) por el periodista y divulgador científico Vicente Aupí. Desde que hay registros oficiales, el “triángulo de hielo” ha contabilizado más de un centenar de mediciones de 20 grados bajo cero en un área en la que la temperatura media anual no pasa de los 11 grados.

Pues bien, este año en Fuentes Claras se han recogido tomates y los geranios han estado en flor hasta bien entrado noviembre. Un hecho al que no darían crédito nuestros padres y no digo ya nuestros abuelos que seis años después del registro en Fuentes Claras intentaban convencernos de que la llegada del hombre a la luna, que tanto emocionó a nuestra generación, era un montaje.

Desde lo local, desde lo más pequeño y cercano, es una evidencia más, como los casi 30 grados del pasado martes en Málaga, de que el cambio climático es una de las amenazas apocalípticas a las que nos enfrentamos los humanos, una amenaza que, además, penaliza más a los más pobres y a las generaciones que vienen por detrás.

Alrededor de 200 estados se acaban de poner de acuerdo en la reciente cumbre climática de Naciones Unidas, organizada en Dubái y presidida por el director ejecutivo de la petrolera pública de Emiratos Árabes Unidos, el sultán Al Jaber, en el término “transitioning away”, en transitar hacia el fin de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). Es la primera vez que se menciona expresamente en el comunicado final dejar atrás los combustibles fósiles.

Cuando seguimos batiendo récords de emisiones de gases de efecto invernadero (el acuerdo de la cumbre de París de 2015 de limitar el aumento de la temperatura a un grado y medio en comparación con los niveles preindustriales no va por buen camino), cuando se extiende la convicción de que la velocidad de los estados no está siendo la adecuada, tenemos que agarrarnos al mensaje positivo de que se empieza a transitar hacia el final  del carbón, del gas y del petróleo. Mensaje positivo que, a falta de una gobernanza global, incluye también los compromisos de triplicar la capacidad mundial de energía renovable antes de 2030 y duplicar la eficiencia energética.

Nuestra concienzuda y eficaz vicepresidenta para la transición ecológica, Teresa Ribera, ha querido subrayar las señales que desde Dubái se envían a los inversores y a los mercados sobre hacia dónde tienen que dirigir sus apuestas de presente y de futuro. Amancio Ortega, fundador de Zara e Inditex, el mayor patrimonio de España, ya había tomado nota por adelantado.

No es el único ni las grandes compañías son las únicas. Hay otros pioneros que al margen de los grandes inversores y de las Bolsas hace años que están actuando desde la responsabilidad individual y colectiva, y desde el convencimiento de que la ola de la transición ecológica, añaden y subrayan justa, es imparable. Un ejemplo es el de la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes) que el pasado martes entregó en Zaragoza los Premios “Acelerando la transición justa” en sus categorías de América, Europa, España y Jóvenes. 

A Yasunidos, un colectivo ecuatoriano que ha conseguido vetar por iniciativa popular y consulta ciudadana una explotación petrolera (que el petróleo se quede bajo tierra) en la reserva amazónica del Yasuní (Tierra Sagrada). A REScoop, una federación de 2.200 cooperativas/comunidades energéticas a lo largo y ancho de Europa con sede en Bruselas. A Mundos Nuevos, una explotación familiar de Badajoz referencia de la agricultura y ganadería regenerativa que mima el suelo y pone en el centro al ganado. Y, finalmente, a Climabar, dos jóvenes que a través de Instagram,  desde la informalidad de una conversación de bar, conciencian sobre la urgencia de actuar para que el planeta no deje de ser habitable.

Sigamos su ejemplo. Nadie puede quedarse cruzado de brazos.

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