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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

El voto útil

Enrique Tordesillas

Siempre que hay elecciones, los partidos mayoritarios de cada bloque, PSOE y PP, hacen un llamamiento al voto útil. De hecho, su máxima aspiración es conseguir mayorías absolutas, para conformar gobiernos monocolores. Los grandes partidos siguen anclados en el bipartidismo, por egoísmo -no quieren repartir poder- y/o porque les resulta imposible hacer un puzzle de más de tres piezas. Intentan resolver un problema político -la gestión de la diversidad creciente de nuestra sociedad- con medidas administrativas, como es la propuesta de Sánchez -que también hizo el PP cuando era el mayoritario- de que si los grupos parlamentarios no consiguen un acuerdo para la investidura de un candidato, se permita gobernar al partido más votado.

Realmente es un problema la dificultad que tienen los líderes políticos españoles para llegar a pactos, para aceptar compromisos que beneficien a la mayoría, pero se me ocurre una propuesta alternativa a la de Sánchez: si durante dos meses no hay acuerdo de investidura, se repiten las elecciones pero no se pueden presentar a ellas ninguno de los dirigentes que han sido incapaces de hacer su trabajo. Esto sí sería una medida útil.

Yo también pretendo que mi voto sea útil, pero discrepo de que lo útil sea votar a un partido mayoritario; dependiendo del momento lo útil es una cosa u otra. En las elecciones de abril, para mí el voto útil era el que ayudaba a conseguir una mayoría capaz de formar un gobierno progresista, por eso, animado por la experiencia de un año de gobierno tras la moción de censura y viendo por las encuestas que en Zaragoza el último diputado se lo jugaba el PSOE con la derecha, voté a los socialistas con el fin que PSOE y Podemos lograsen el respaldo y el consenso suficiente.

La inutilidad de mi voto ha sido manifiesta, pues no solo no hay gobierno progresista sino que cada día está más lejos: la coincidencia de la sentencia del procés con el proceso electoral -algo que ya sabían quieres forzaron las nuevas elecciones- ha dado alas a las posiciones más reaccionarias; socialistas y podemitas se mantienen enrocados en las mismas posiciones y Sánchez sigue haciendo guiños a la derecha para que, en el supuesto de ser el más votado, le permita gobernar. Si este fuese el caso, ¿con qué programa? ¿Con qué presupuestos?

¿Cuál es el voto útil para la izquierda en estos momentos? ¿Qué políticos necesitan las personas que llevan meses esperando la solución de sus problemas, en algunos casos acuciantes? Los líderes de los partidos no entienden el voto crítico ni el emitido sin ilusión, como mal menor; tienden a interpretar los votos como muestras de apoyo a las políticas realizadas. ¿Debemos avalar a quienes han sido incapaces de ponerse de acuerdo para gobernar? ¿Tenemos que elegir entre un Podemos sobrado de  maximalismo y un PSOE excesivamente conservador? Con los mismos actores difícilmente va a cambiar el panorama.

La aparición de Más País viene a llenar ese hueco en la izquierda y, como todo proyecto político, levanta expectativas ilusionantes o recelos y críticas según sectores. Desde el punto de vista cuantitativo hay analistas, como Kiko Llaneras, que hace hincapié en los votos que puede restar al conjunto de la izquierda. En El País del domingo dice: “Si los votos actuales de Más País se hubiesen repartido entre PSOE y Unidas Podemos, la estimación de nuestro modelo dice que el bloque de la izquierda tendría seis escaños más de los que le dan las últimas encuestas. En lugar de 162, rondaría los 168. Seis escaños pueden ser la diferencia entre que la izquierda necesite a ERC para alcanzar la mayoría o que le baste con el PNV. Más País tiene difícil lograr escaño en Tenerife, Murcia, Las Palmas, Castellón o Toledo, pero allí sus votos podrían haber sumado un escaño para PSOE o Podemos”.

Seguro que Llaneras tiene más información, pero en su análisis parece basarse en que todos los votantes de Más País votarían a Podemos o al PSOE, cosa improbable, y además, que se repartirían de manera que fuesen útiles para conseguir escaño.  O sea, ¡bingo! Pero la presencia de Más País también puede -lo que más adelante en su artículo considera Llaneras como factor positivo- reducir el nivel de abstención. La repercusión cuantitativa nunca se conocerá, para eso habría que hacer dos elecciones a la vez, algo imposible, una con la opción que lidera Errejón y otra si ella.

La presencia de Más País puede y debe ser útil para ilusionar y movilizar a un sector desencantado con el PSOE y Podemos; para introducir otra forma menos bronca en el debate político, la amabilidad no es sinónimo de debilidad; para proponer un compromiso entre la utopía y el pragmatismo más útil para la ciudadanía y para hacer de puente en la formación de mayorías de progreso.

En esto último, en trabajar por aproximar posiciones distintas, el candidato de Más País-CHA-Equo, Carmelo Asensio, tiene sobrada experiencia después de cuatro años de práctica, en el Ayuntamiento de Zaragoza, entre ZEC y PSOE.

 

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