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“No se puede construir algo con quien lo ha destruido”

Javier Lambán. Foto: Juan Manzanara

Óscar F. Civieta / Fernando G. Mongay

Zaragoza —

Javier Lambán (Ejea de los Caballeros, Zaragoza, 1957) es secretario general del PSOE de Aragón. Doctor en Historia y profesor de instituto, Lambán ha sido alcalde de Ejea de los Caballeros, donde en 2007 llegó a ser alcalde, y de 1999 a 2011, presidente de la Diputación de Zaragoza. Diputado en las Cortes de Aragón en la legislatura que termina, es el candidato del PSOE a presidir el Gobierno de Aragón.

En la mesa de reuniones de la sede del PSOE en Zaragoza hay cinco botellas de agua. Javier Lambán pide que enchufen el aire acondicionado porque hace calor. Le preguntamos por uno de sus primeros empleos. Fue corresponsal de El Día en las Cinco Villas. Sonríe y recuerda que colaboró con el periódico desde que se abrió en 1982 hasta que fue elegido concejal de su pueblo en 1983. “Era difícil de compatibilizar. De hecho, la última crónica que escribí fue mi toma de posesión. Lo pasé muy bien. Eso sí, la primera nómina que me pagaron era tan exigua que no sabía si continuar. Como me divertía y me gustaba, decidí seguir”.

En esta campaña electoral se habla muy poco de los programas.

Nosotros cada día hacemos un evento para medios y gente del partido presentando el programa. Pero es verdad que la campaña está muy condicionada por los resultados y, sobre todo, por la certeza de que va a haber un escenario político nuevo, pero con la incertidumbre de cómo va a ser ese escenario. Están cambiando tanto las cosas que no hay encuesta que sea fiable. Un escenario distinto requerirá pautas de relación totalmente nuevas.

Se ha creado una distinción entre profesionales de la política y amateurs. ¿Es un valor para un candidato no haber participado antes en política?

Hay quien se empeña en presentarlo así. En mi opinión no es un valor. Todos, necesariamente, hemos sido alguna vez en la vida nuevos políticos. Me parece demasiado osado que alguien que lleva pocos meses en política se atreva a postularse como candidato, por ejemplo, a la Comunidad Autónoma de Aragón. Por respeto a los electores y a la propia materia del debate político se requeriría algún tipo de acreditación de experiencia. No me escondo a la hora de decir que llevo muchos años en la política local y reivindico, en cierto modo, que soy nuevo en la autonómica. La experiencia es un valor, no algo que hay que ocultar. Esa pretendida frescura del que no ha estado en política se curará en cuanto ocupen un escaño en las Cortes.

¿Qué te parece lo que dijo Albert Rivera sobre que un proyecto de cambio solo lo pueden encabezar las personas nacidas en democracia?

Me parece poco riguroso. Yo estoy convencido de que las aguas volverán a su cauce, pero no dando por supuesto que cauce es un concepto rancio y tradicional de la política, sino entendiendo por cauce el puro sentido común. La humanidad lleva varios siglos de trayectoria y no hemos cambiado tanto. Pretender ahora que un oficio, que es el de legislar, lo hagan los jóvenes y los mayores estén destinados al hogar del pensionista de manera inexorable es una alteración tal de la administración del talento, de la administración de la experiencia, que estoy convencido de que todo este tipo de excentricidades se irán reduciendo a la condición de ocurrencias sin demasiada sustancia.

Has anunciado algunas medidas como la paralización de la privatización del hospital de Alcañiz y del colegio concertado de Cuarte de Huerva, retirar el copago… ¿Qué es lo primero que harás si resultas elegido presidente de Aragón?

Crear una renta social básica que nos permita tener la absoluta seguridad de que no hay ni una sola familia en Aragón que carece de ingresos para vivir con una cierta dignidad. Hay una serie de asuntos que el Partido Popular está lanzando a última hora, con premeditación y alevosía, para que un hipotético futuro gobierno se tope de bruces con hechos consumados como el colegio de Cuarte, la autorización de Magisterio en la Universidad San Jorge o la licitación del hospital de Alcañiz, que tienen tal carga en sí mismos de apuesta por un determinado modelo, por una determinada manera de entender los servicios públicos, que si tenemos la posibilidad de dar marcha atrás y reconducirlos, lo haremos. Es algo que tiene que ser urgente por razones obvias. Pero lo que más me preocupa es la pobreza, sobre todo en el ámbito infantil. Tenemos preparado un paquete de medidas de choque para frenar una situación de exclusión que hace ocho años no se podía pensar que iban a acontecer en una región como la nuestra y que, por el simple hecho de producirse, a una persona le tiene que producir sonrojo.

En Aragón hay 45.600 personas que ya no tienen paro ni ingresos. ¿Cómo se genera empleo?

Creemos en la sociedad del Estado del bienestar, con servicios públicos de calidad, universales, gratuitos, pero eso solo es posible generando empleo de calidad. Entendemos que hay recuperación económica, pero la atribuimos a decisiones y fenómenos externos. El Gobierno del PP no ha hecho nada para que esa recuperación económica se produjera. Nosotros apostamos por un modelo productivo que no sea competitivo en el mundo por la vía de la devaluación salarial, sino por la vía de la innovación y las nuevas tecnologías. Pero tiene que haber recursos presupuestarios para eso. Rudi se ha cargado el 50% de las políticas de innovación, I + D + I, energía e industria. El primer paso es analizar entre todos los actores sociales, políticos y económicos, en qué sectores podemos ser punteros. Ver qué sectores estratégicos nos pueden permitir competir, pero pensando a lo grande para colocar productos en Extremo Oriente, en Australia o en cualquier lugar a miles de kilómetros de aquí. Se debe poner al servicio de esos sectores estratégicos a la Universidad, a la Administración y a los sistemas de ayudas que existen para el estímulo económico.

Han sido años cuatro años de mucha tensión en educación, ¿cómo se devuelve la normalidad a las aulas?

La educación tiene que ser objeto de un gran pacto social y político. El PP es muy culpable de lo que está pasando. Gabilondo, cuando fue ministro, estuvo a punto de llegar a un gran acuerdo y solo faltó el PP. Ahora el PP saca una ley sin contar con los demás. Nosotros, estando en el Gobierno, aceptamos que existiera una Universidad San Jorge, que no es precisamente el modelo por el que apostamos; también respetamos la enseñanza concertada aunque tampoco es nuestro modelo. Si apostamos por un gran pacto social y político, que salve a la educación de los vaivenes de los cambios de gobierno, lo tenemos que hacer sentándonos en la mesa dispuestos a renunciar en algunos aspectos. Pero con Rudi he intentado hacer algunos pactos en esta legislatura, pero para ella pactar es someter: entiende que pacto es sinónimo de imposición.

En el mitin del pasado martes, con Aznar, el PP no nombró al PSOE, sin embargo acometieron con fuerza contra Zaragoza en común y Pedro Santisteve, ¿por qué crees que la estrategia pasa ahora mismo por no nombrar el PSOE?

No lo sé. Hay una cosa muy curiosa en los carteles electorales del PP que se ven por las ciudades no aparece el PP. Muestran fotos de los candidatos y tienes que ir con lupa para ver las siglas del PP.

¿Sirve para algo los debates electorales en televisión?

Deberían ser fundamentales. Pero los debates electorales en España se resienten, primero, de la falta de tradición en la política y también, en cuanto a mi generación de que somos gente que no ha sido entrenada para el debate político. Lo dramatizamos demasiado. Los debates se negocian hasta la extenuación para evitar desarrollos demasiado espontáneos o imprevisibles. Preparar un debate, como el que tuvimos con Rudi cuesta muchísimo tiempo. Preparé 150 folios de datos, pero, por ejemplo, para hablar de economía y empleo, disponía de un minuto y medio de entrada, dos turnos de dos minutos y un cierre de 30 segundos. En esos tiempos hay que hacer grandes esfuerzos de síntesis y de elección de los mensajes. Siendo sinceros, se pierde la espontaneidad que debería tener un debate.

¿Qué hay que cambiar en la televisión pública?

Debería ponerse más al servicio de la cultura aragonesa. Insisto mucho en todas mis intervenciones en que la cultura es un sector que puede producir efectos decisivos sobre el Producto Interior Bruto. Aragón tiene un elenco de creadores audiovisuales, de artistas plásticos, un caudal cultural que, aparte de que nos permita disfrutar a los que nos gusta leer, ver películas o escuchar música, puede producir muchísimo empleo. La cultura tiene un recorrido en ese nuevo modelo productivo que aspiramos a conseguir. La cultura puede llegar a suponer en torno al 5% del PIB. Sin duda, un elemento fundamental para reforzar estratégicamente a ese sector sería la televisión pública.

En un artículo sobre encuestas, que eldiario.es/Aragon ha publicado esta semana, se recuerda que, en las anteriores elecciones, un 17% de los ciudadanos no decidió su voto hasta la campaña electoral. ¿Qué les dices a los indecisos?

La campaña la hacemos para ellos. Entiendo, y en eso tiendo a ser conservador, que es más importante no equivocarse que arriesgarse a acertar. La campaña no está resultando prolija en propuestas, salvo Arturo Aliaga que dijo un día que iba a crear 60.000 puestos de trabajo, que son cosas que no se cree nadie. La política no solo se ha degradado por la corrupción, también por el absoluto desinterés de muchos gobiernos en cumplir su programa electoral. No se puede hacer campaña con un programa donde dices que vas a bajar los impuestos y, como hizo Rajoy en 2012, en el primer consejo de ministros los subió todos.

Seguramente será la pregunta que más has escuchado estos días, pero hay que hablar de pactos. ¿Con quién estáis dispuestos a llegar a acuerdos tras las elecciones?

Lo primero es que no pactaremos con el PP porque no se puede reconstruir algo con quien lo ha destruido. El poder solo tiene sentido si lo entiendes como un instrumento para desarrollar un proyecto político. No vamos a gobernar a costa de prescindir de nuestro proyecto político y tampoco haremos algo que en su día hizo el PSC y que, en mi opinión, fue una equivocación, que es hacer frentes populares contra nadie. No se trata de echar al PP de los gobiernos sin ningún otro propósito. Me parece que eso no concuerda con la voluntad de regenerar la política. Si hay mayorías de izquierda es razonable que se constituyan gobiernos de izquierda, pero sobre acuerdos precisos y con las cartas boca arriba. Primero vamos a ver qué hacemos y luego echamos al PP.

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