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Alerta ambiental en el Ebro por los residuos de campos y granjas

Laguna de Gallocanta.

Eduardo Bayona

La intensa actividad ganadera y agrícola de la cuenca del Ebro está provocando importantes daños en los ecosistemas fluviales con los que, en realidad, esas actividades productivas deberían convivir. Los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) han detectado cómo esa contaminación comienza a afectar a las captaciones de agua potable de pequeños municipios.

El último informe de la Red Cemas (Control del Estado de las Masas de Agua) revela cómo 11 tramos de ríos y 36 sistemas de agua subterránea –más de un tercio del total- pueden ya considerarse oficialmente contaminados por nitratos, o en riesgo de estarlo al superar la presencia de estos los 40 miligramos por litro.

Se considera que están contaminados cuando el nivel de nitratos supera los 50 miligramos, lo que supone que su presencia en el agua ronda el 5 %.

Zonas de alta producción y residuos agrarios

Todos los ríos afectados se encuentran en las zonas de producción ganadera o agraria más intensas de la cuenca, como los ríos Tastavins y Arba de Luesia en Aragón o el Zidacos en Navarra, y por las que también discurren otros de escaso caudal como el Zamaca y el Reláchigo en La Rioja. La lista incluye también los barrancos de la Clamor Amarga, La Violada y La Valcuerna, que actúan como colectores naturales de los residuos que generan granjas y campos en los principales sistemas de regadío.

Entre los sistemas de aguas subterráneos afectados por esta contaminación se encuentran los aluviales de algunos de los principales ríos de la cuenca como, además de varios tramos de Ebro como los de Zaragoza y Miranda y el tramo de Tudela a Alagón, el Segre, el Oca y el Najerilla, así como sistemas de acuíferos en zonas de intensa actividad agropecuaria como los del Moncayo y Alfamén.

Las masas de agua subterránea contaminadas por nitratos, o en riesgo de estarlo, incluyen algunas integradas en espacios de interés ambiental como la laguna de Gallocanta, los Puertos de Beceite o el Maestrazgo e, incluso, el delta del Ebro.

“Un fenómeno cada vez más acusado”

La Confederación Hidrográfica de Ebro (CHE) llama la atención sobre el “fenómeno cada vez más acusado” de la contaminación de aguas “por la producción agrícola intensiva”, que se traduce en la concentración de nitratos en las masas superficiales y subterráneas, además de provocar la eutrofización (deterioro de la calidad por exceso de nutrientes) de embalses y estuarios.

El informe sobre la Red Cemas llama la atención sobre el hecho de que esos elevados niveles de residuos procedentes de la actividad agrícola y ganadera comienzan a suponer un riesgo para las captaciones de agua potable de algunos municipios.

Así, destaca que algunos de los incumplimientos de los niveles de calidad por exceso de nitratos, nitritos, amonio y plaguicidas detectados en algunas tomas de la cuenca “en su mayor parte están relacionados con la contaminación difusa de origen agrario”.

En la cuenca del Ebro existen alrededor de 3 millones de hectáreas de tierra labrada, casi un tercio de la cual –unas 900.000- son campos de regadío situados de manera mayoritaria en los cursos medios y bajos de los ríos.

Paralelamente, las comunidades autónomas tienen censadas 4,2 millones de unidades ganaderas, el 60 % de ellas de porcino, concentradas en este caso en el curso bajo de la gran “y griega” fluvial que forman los ríos Cinca y Segre.

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