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Una amenaza ecológica llamada ser humano

Los veterinarios de La Alfranca realizan pruebas a un visón europeo anestesiado

Óscar Senar Canalís

Zaragoza —

“Casi todos los animales que llegan aquí han sufrido la acción del hombre”, explica María Cortés. Esta veterinaria trabaja en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca, un hospital veterinario del Gobierno de Aragón que da servicio a toda la Comunidad. Por sus instalaciones pasaron en 2014 casi 1.800 animales heridos, desvalidos o fallecidos, en su mayoría aves (un 77 %).

Cortés explica que, si bien el ser humano es la principal amenaza contra la fauna, hay que distinguir entre causas intencionadas o no. Entre las primeras, sobresalen el envenenamiento y el disparo, un daño provocado usualmente por cazadores que consideran a las rapaces como competidoras. Otras prácticas habituales son la colocación de lazos y cepos, en este caso por parte de agricultores que tratan de evitar los daños que provocan determinadas especies en sus campos. Más anecdóticas son las situaciones de serpientes a las que han matado al creerlas venenosas.

Entre los ingresos por causas no intencionadas, destacan las aves que chocan contra tendidos eléctricos o bien se electrocutan al posarse sobre cableado mal aislado. Recientemente, Ecologistas en Acción y el Grupo Ornitológico Oscense han denunciado a ERZ-Endesa tras el hallazgo de 23 aves protegidas muertas supuestamente en cuatro torres de alta tensión de la línea que va de Huesca a Formillos, ubicadas cerca del vertedero municipal de Huesca.

También son frecuentes los atropellos o colisiones con vehículos, a los que son propensos mamíferos como los tejones. “Pronto vamos a liberar en la naturaleza a una tejona a la que ya hemos tenido aquí dos veces por atropello”, cuenta Cortés, que explica que los reingresos no son sorprendentes.

La mayoría de animales son recogidos por agentes forestales o del Seprona. Del total que ingresaron en La Alfranca en 2014, el 55% lo hicieron como cadáveres. Aquí es cuando el centro actúa como una especie de “CSI Fauna”, ya que los veterinarios practican necropsias para saber las causas de la muertes, con el fin de que los técnicos puedan establecer medidas preventivas.

La desaparición de algunos ejemplares es especialmente dramática. “Hay especies, como el águila culebrera, en la que la muerte de un solo individuo puede suponer una merma del 5% en el total de su población”, pone como ejemplo la veterinaria.

La parte más satisfactoria en el trabajo de La Alfranca viene de la recuperación de los ejemplares heridos o lesionados, que se produce en un 44 % de los casos. ¿Cuál es la mejor manera de concienciarse para evitar que se produzcan estas situaciones?: “Conocer a los animales y su comportamiento para mejorar la convivencia con ellos, saber que su presencia tiene efectos beneficiosos para el ecosistema”, dice Cortés.

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