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“Los menores víctimas de delitos sexuales no recurren a sus adultos conocidos”

María Jesús Portillo Zaragoza, psicóloga fundadora de la Asociación Cavias.

Ana Sánchez Borroy

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Con el apoyo del Instituto Aragonés de la Mujer y del de la Juventud, la Asociación Cavias ha puesto en marcha un servicio de asesoría y acompañamiento dirigido específicamente a jóvenes de 14 a 30 años. La asesoría atiende de lunes a domingo, de 9 a 21 horas, en los teléfonos 976 200 685, 600 205 680 y 616 289 412 y en info@cavias.es. María Jesús Portillo Zaragoza (Zaragoza, 1967) es psicóloga fundadora de la Asociación Cavias.

¿Por qué las víctimas más jóvenes de abusos sexuales necesitan una atención específica?

En la Asociación Cavias estamos especializados en todas las víctimas de delitos sexuales, pero la mayoría de las que atendemos suelen estar entre la adolescencia y la treintena. Los jóvenes necesitan una atención específica, en primer lugar, porque son los que menos acuden a cualquier tipo de recurso. Por un lado, porque no saben de su existencia y, por otro lado, porque son contrarios a todo lo que sea personal. No buscan nada que no puedan encontrar en la red. Pensamos que es importante que tengan este tipo de apoyo, porque tampoco recurren a sus adultos conocidos. Pocas veces se lo cuentan a sus padres, a profesores... Los adultos somos lo contrario de lo que viven, sus enemigos en parte. Es importante que vean que hay alguien especializado, cercano, que es capaz de echarles una mano cuando lo necesitan.

¿Les cuesta mucho a las víctimas decidirse a contar lo que les está pasando?

Depende de los casos, pero en general, sí. Sobre todo, cuando se trata de abusos; suelen tardar años. Es complicado que reconozcan el abuso a la primera y que sean capaces de verbalizarlo. Cuando es un caso de acoso entre iguales o de nueva tecnología, suelen decirlo porque ven amenazadas más cosas o, directamente, porque las pillan, porque alguien ve en el móvil algo raro o porque se detectan comportamientos extraños. Normalmente no lo suelen decir porque lo primero que prevalece es el sentimiento de culpa y de vergüenza. Es más fácil que lo verbalicen cuando se ha producido una agresión, una violación. Si hay signos físicos, si la integridad se ha visto comprometida, si es necesario pasar por un hospital... evidentemente, sale a la luz.

Esa etapa de silencio tiene que ser muy perjudicial para las víctimas...

Sí, complica mucho la recuperación. El momento de la relevación es muy importante. Si cuando lo cuentan se sienten apoyadas y, de alguna manera, son capaces de reconocer esa posibilidad de salir adelante, la recuperación es mucho más rápida. Cuanto más tiempo pasa produciéndose la situación de abuso, generalmente, más graves son los síntomas. Si la persona que ejerce el abuso es alguien conocido, es más grave todavía. Si las conductas que se producen durante el abuso son progresivas, cada vez más fuertes, también es lógico que los síntomas sean cada vez más graves. En que la recuperación sea más rápida o lenta, influyen muchos factores.

¿Qué tipo de síntomas pueden aparecer?

Son tan variables como tipos de personas y tipos de delitos sexuales. En niños pequeños, lo más frecuente son dificultades para dormir, pesadillas, problemas con la alimentación, con los estudios... Cuidado, porque hay niños que, después de estar sometidos a una situación de abuso, lejos de suspender, lo que hace es sacar muy buenas notas y portarse muy bien en el colegio, porque puede que sea el entorno que perciben como seguro. En niños pequeños, aparecen los síntomas que suele desarrollar cualquier niño pequeño cuando tiene problemas. En adolescentes, a veces aparecen conductas hipersexualizadas, de repente se vuelven mucho más promiscuos, se meten en situaciones de riesgo, tienen problemas con conductas adictivas como formas de evasión, de olvidarse del tema, drogas, alcohol, problemas con compañeros o con otras relaciones sociales, problemas con la autoridad, falta de control de los impulsos, auto lesiones, incluso intentos de suicidio... es muy variable.

Con esta sintomatología tan diversa, ¿es difícil para los adultos que intentan proteger a los menores adivinar que está ocurriendo algo?

Sí, a veces es muy difícil identificar que se está produciendo una situación de abuso o agresión sexual y, de hecho, se confunde con otro tipo de causas. Por ejemplo, se puede pensar que está así porque tiene celos de su hermana pequeña, cuando lo que está ocurriendo es que, además de lo que le ha pasado, se ha dado cuenta de que a su hermana pequeña también le está pasando. Verbalizar eso, partiendo de que la víctima se siente culpable y siente vergüenza, es muy complicado. Se tiene que dar una situación muy particular para que esa revelación se llegue a producir. Después, cuando se produce esa revelación, hace falta que la víctima se pueda sentir creída y apoyada para seguir adelante; que no haya una revictimización; también ocurre a veces, cuando el propio sistema cuestiona el testimonio de la víctima.

¿Podríamos cambiar la educación para evitar ese sentimiento de culpa en estas víctimas?

Evidentemente. Dentro del programa que hacemos en la Asociación Cavias con el Instituto Aragonés de la Mujer y con el Instituto Aragonés de la Juventud, estamos haciendo unos talleres con adolescentes de prevención de delitos sexuales. Generalmente se hacen con alumnos de 3º de la ESO. Hacemos una educación afectivo sexual y trabajamos también en temas de respeto de límites, de empatía, de aprender a decir “no”, aprender a recibir un “no”... Creo que les viene muy bien para salir de situaciones de este tipo en el que caso de que se produzcan y también para intentar no caer en ellas.

Aunque pueda ser un fenómeno oculto, ¿cuántos casos de este tipo pueden producirse?

Félix López, un autor de la Universidad de Salamanca, que es el primero que en España se dedicó a estudiar los delitos sexuales, hablaba a principios de los años 90 de que el 23% de las niñas y el 19% de los niños habían sufrido algún tipo de delito sexual a lo largo de su infancia y adolescencia. Hoy en día, hay datos estadísticos que hablan de un porcentaje elevado de delitos sexuales y, además, sólo se denuncia un 10%. Hay muchos delitos que quedan sin denunciar. En los talleres de prevención, a veces, nos cuentan anécdotas que les han pasado; les decimos que muy bien por contarlo, pero les explicamos que hay denunciar determinadas cosas porque, aunque tú te hayas librado, si no se denuncia habrá otras personas que no se libren.

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