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Los nuevos itinerarios de Bachillerato amenazan con aumentar las desigualdades entre estudiantes del medio rural y de las ciudades

Alumnos a las puertas del I.E.S Valle del Jiloca de Calamocha

Isabel Traver

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La reorganización de la estructura educativa de la LOMLOE, la nueva ley de Educación que el Gobierno aprobó en diciembre de 2020, apuesta por una ampliación de la oferta académica en Bachillerato, que pasa de los tres itinerarios actuales (Científico, Humanidades y ciencias sociales, y Artes) a cinco: Ciencias y tecnología; Humanidades y ciencias sociales; Artes en rama de Música y artes escénicas; Artes en rama de Artes plásticas, imagen y diseño; y el llamado Bachillerato General. 

Aunque a priori este planteamiento ofrece nuevas posibilidades a los estudiantes, los centros de Educación Secundaria Obligatoria del medio rural y los sindicatos advierten de que este modelo podría contribuir a generar más desigualdades entre los alumnos de la ciudad y aquellos que viven en pueblos, donde el número de estudiantes es mucho más reducido y por ende, también lo es la plantilla docente. Por eso consideran que implementar dos nuevas líneas de Bachillerato no será “viable” en la práctica a menos que se modifiquen ciertas condiciones y se dote de mayores recursos a los institutos.

La provincia de Teruel es un claro ejemplo de ello. La falta de alumnos para poder formar un grupo que cumpla con la ratio mínima es un problema real que ya afecta -con las tres líneas actuales de Bachillerato- a centros educativos ubicados en pequeñas localidades. Es el caso del I.E.S Fernándo Lázaro Carreter de Utrillas, donde este año se han quedado sin la línea de Humanidades en primero de Bachillerato. 

“Normalmente tenemos alumnos suficientes para que haya dos grupos, uno de ciencias y otro de letras y en este último otras dos vías, una de Humanidades y otra de Ciencias Sociales, pero este año aunque teníamos a un par de alumnas que querían optar por el bachillerato de Humanidades, no ha podido ser y asignaturas como griego o latín no se han podido ofertar”, explica Noelia Carrasco, directora del centro. 

Algo similar les ha sucedido con el Bachillerato científico de segundo año, donde solo se imparten asignaturas relacionadas con Ciencias de la Salud. “Solicitamos profesores para la rama  tecnológica porque nos lo pidieron algunos estudiantes, pero no nos lo han concedido... Siempre vamos escasos de recursos”, apunta Carrasco.  

La ratio mínima para poder abrir un nuevo grupo de Bachillerato en los centros educativos de Aragón es de diez alumnos, aunque en el medio rural existen excepciones y se abren aulas con tan solo tres o cuatro estudiantes. Aun así, es frecuente que los jóvenes se vean obligados a cursar asignaturas que no son de su interés o que no encajan en sus planes de cara a la EBAU o a estudiar una especialidad. 

En otro instituto de la provincia, el I.E.S Valle del Jiloca de Calamocha, ocurre algo parecido. Solo dos alumnos eligieron griego como materia optativa, aunque en este caso, para solventar el problema, el Departamento de Educación les ofreció la posibilidad de atender esta clase de forma telemática, gracias a la modalidad de Bachillerato a distancia que existe en otros centros de la provincia. Algo, que, según cuenta el director del centro, Rafael Civera, ya sucedió el año pasado con esta misma materia. No obstante, aseguran desde este departamento del Gobierno de Aragón que se trata de una excepción, dadas las circunstancias.

La otra opción que les queda a estos alumnos es desplazarse a municipios que sí dispongan de la oferta que ellos buscan o a la capital turolense, como ya ocurre con el Bachillerato de Artes, que solo se imparte en Teruel. Desde el sindicato, ANPE Aragón señalan la discriminación que esto supone para los alumnos del medio rural y el hecho de que estas situaciones no hacen sino “favorecer la despoblación y reforzar la centralización”.

Más recursos para evitar desigualdades

Según ANPE Aragón, para que estas nuevas líneas de Bachillerato tuvieran una aplicación real y viable en todo el territorio sería necesario “bajar los ratios de alumnos y ampliar la plantilla docente”, o dicho de otra forma, “una mayor inversión en educación, que actualmente está por debajo del 5% de los presupuestos”, apunta Teresa Hernández, presidenta del sindicato en Aragón. 

“Es un problema que estamos viendo desde los sindicatos y que va a suceder en todos los pequeños centros de educación y especialmente en el medio rural, pero desde las grandes ciudades nadie ha pensado en ello”, apunta Hernández, que lamenta la falta comunicación que existe con los territorios a la hora de plantear las leyes.

También desde los institutos rurales muestran preocupación ante la incertidumbre de cómo les afectará esta medida. “Por lo visto hay una opción intermedia, la del Bachillerato General, que es un poco para los indecisos, pero tenemos miedo de que sea la única opción que nos quede a los centros rurales. De nuestros chicos hay algunos que están indecisos, pero hay otros que no, que lo tienen muy claro”, señala Carrasco. 

Desde el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón prefieren no pronunciarse al respecto dado que la ley todavía está siendo revisada por las Comunidades Autónomas, que podrán remitir sus sugerencias al ejecutivo antes de que este tome la última decisión. Los posibles cambios deberán ser aprobados mediante real decreto, a todas luces, antes de que comience el próximo curso, cuando se espera que la norma entre en vigor en los niveles impares (primero y tercero de la ESO y primero de Bachillerato) y al siguiente en los pares. 

No obstante, sí que aseguran que alternativas como la modalidad on-line para algunas asignaturas están descartadas y recuerdan la excepcionalidad de esta medida. Tampoco a los institutos les convence esta opción, porque aseguran que “no es lo mismo” estudiar de forma telemática y que además supone “un puesto de trabajo menos”.

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