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Los universitarios aragoneses se preparan para una vuelta a clase inusual: “no va a ser vida universitaria”

Muchos estudiantes han elegido la Universidad de Zaragoza como opción de estudio.

Madalina Panti

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Falta una semana para el comienzo del curso escolar y la desinformación predomina en el ámbito educativo aragonés. Los pasillos de las universidades van a estar marcados por la distancia de seguridad, el uso obligatorio de mascarillas o los geles hidroalcohólicos como medida sanitarias impuestas para toda la comunidad educativa. Sin embargo, lo que preocupa son las medidas educativas que, a escasos días de comenzar el curso, aún están por decidir. 

Después de meses de ansiedad, nerviosismo o una EVAU diferente para los alumnos de segundo de bachillerato, se suma la preocupación por el desconocimiento. Un total de 16.678 han sido admitidos en la Universidad de Zaragoza, lo que supone un incremento de casi 5.000 alumnos respecto al año anterior (11.715 solicitudes). Los que finalmente han decidido matricularse traen “ganas e ilusión” a una comunidad universitaria preocupada por su futuro académico y laboral. Esther Perea, a punto de comenzar el doble grado de Nutrición, dietética y ciencias de la actividad humana y el deporte en el campus de Huesca, está mentalizada de que será una etapa muy distinta, “tengo muchas ganas de ver como va todo y aprender nuevas cosas pero creo que si la situación fuera diferente y como cada año, tendría muchas más ganas” expresa. Raúl Plou, que ha elegido Ingeniería de Telecomunicaciones para comenzar sus estudios, recalca que aunque tiene ganas de conocer gente nueva también hay intranquilidad, “desconocemos cómo será el inicio del curso pero quiero ver cómo son capaces de organizar todo para mantener las medidas de seguridad”. Tras un bachillerato complicado para adaptarse, Teruel es el destino que ha elegido Marta Sancho para estudiar Psicología, donde espera empezar su nueva andadura. “No va a ser vida universitaria, básicamente por las clases que ahora son presenciales y online pero también por las fiestas, la vida social se nos va a limitar mucho” señala Marta. 

Los alumnos que continúan y los de nuevo ingreso se tendrán que adaptar al protocolo de la Universidad de Zaragoza, actualizado al pasado 6 de julio, donde se detalla el desarrollo de las clases así como tutorías o prácticas. Una de las principales cuestiones es priorizar las clases presenciales y por ello se ha reducido el aforo al 50%, con distancia de seguridad de 1,5 metros. Si el ratio de alumnos se supera, un grupo seguirá la clase físicamente y el otro a distancia por vía telemática. En el último de los casos, la educación podría ser íntegramente online, dependiendo de la evolución de la pandemia. 

Las medidas no difieren en la Universidad de San Jorge (USJ) que espera este 14 de septiembre aproximadamente 2.500 alumnos, 650 de ellos comienzan este año. En las aulas prevalecerá  el 50% de aforo combinando las clases presenciales, el streaming y la telepresencialidad. Como medidas de seguridad adicionales a la mascarilla o el gel, la responsable de comunicación Marta Álvarez comenta que “se han determinado y marcado puertas exclusivas de entrada y de salida, escaleras para subir y bajar, termómetros, uso restringido de bancos y sillones comunes o mamparas para la biblioteca''. 

Aunque las dudas seguirán hasta ver la efectividad de los protocolos, “las medidas me parecen suficientes, aunque efectivas está por ver. No puedo quejarme de los protocolos nuevos, aunque la información es un poco escasa. De las clases aún no sé ni cuando me toca ir y tampoco entiendo cómo pretenden hacer clases en streaming, con la mitad de la clase en casa y la mitad allí presentes, habrá que ver qué tal sale”, opina una alumna de Farmacia en la USJ. Y a pesar de las inquietudes, también hay anhelo por volver, “tengo muchas ganas de comenzar el curso, volver a tener algo de rutina, en verano esta se pierde y creo que se han esforzado bastante y funcionará”, comenta Raquel Marín que estudia tercero de Enfermería en la USJ. 

Ambas universidades tendrán que adaptarse también al protocolo que dicta el Ministerio de Universidades, del pasado 31 de julio, ante la detección de un caso sospechoso o positivo que se resume en estudio de otros posibles, realización de PCR y cuarentena. Cristina Monge, socióloga y profesora en la Universidad de Zaragoza y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), recalca que hay que concretar y poner el foco también en la metodología, “se está hablando mucho de cómo abrir y se está hablando muy poco de qué hacer cuando haya que cerrar. Al que tiene el virus se le manda a casa o al médico pero ¿y los chavales que están en cuarentena van a poder seguir el curso? ¿O se queda todo paralizado y cada uno hace lo que puede como pasó en marzo? Eso es de lo que no se está hablando”, subraya. 

Carencias del confinamiento 

La experiencia del confinamiento hace que los estudiantes prefieran las clases presenciales antes que la teledocencia por la cercanía o menos concentración. “Entre la cuarentena y ahora la incertidumbre y los líos de horarios y la situación hacen que baje el rendimiento. Las clases online ponen más difícil prestar atención y en conjunto, es más difícil aprender”, recalca una alumna de la USJ. Raúl Plou también coincide, “es mucho más fácil preguntar alguna duda o incluso prestar atención que si estuvieras en tu casa. Además, creo que las clases presenciales hacen que todos los alumnos tengan las mismas oportunidades, porque no todo el mundo dispone de un ordenador o wifi”. A esto se suma la falta de organización y planificación. “La gente que estaba de prácticas, como es mi caso, tardaron bastante en darnos una solución para poder obtener los créditos de las prácticas sin realizarlas”, explica Raquel Marín. 

Todos estos errores ahora se intentan remediar.  El pasado 31 de agosto el director general de Universidades del Gobierno de Aragón, Ramón Guirado, afirmó que las aulas disponen de pantallas, cámaras web, micrófonos o ordenadores para facilitar la adaptación y minimizar la brecha digital. Cristina Monge acentúa que las universidades a distancias están más preparadas para una educación online, “tienen ya plataformas, metodología, toda una pedagogía adaptadas. Hay algunas universidades que ya han ido adaptando materiales, curriculum y demás, que es más trabajoso pero desde luego no todas”. La preparación de las universidades ante la docencia online también depende de la “actitud, formación o habilidades de los profesores”. 

Monge también resalta lo generales que son los protocolos y que el principal problema es la incertidumbre que derivan. “Nos vamos a incorporar sin saber exactamente qué va a pasar y además no vamos a tener nunca la certeza de cómo va a acabar el curso”. 

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