Tal y como todos, o casi todos para ser más precisos, barruntábamos, Yolanda Díaz presentó Sumar sin la asistencia de la dirección de Podemos al lustroso acto, abarrotado de gente, en el que la vicepresidenta del Gobierno de Pedro Sánchez, con un brioso discurso, presentó su candidatura a las elecciones generales de fin de año. ¿Reacción airada de Iglesias o Monedero? Pues claro, no se esperaba otra cosa. Hay abundantes crónicas del estreno, y poco podríamos añadir. Elijamos otro camino. Despiecemos primero este primer párrafo, y con ello miremos hacia el futuro, que echar la vista atrás, al mismo sábado, por ejemplo, solo nos lleva a la melancolía. Y a la mala leche, para qué negarlo.
Hemos dicho que estaba ausente el núcleo dominante de la dirección de Podemos. Y esa distinción de una parte del todo del partido tiene su razón de ser porque allí, en ese acto, había, seguro, muchos militantes de la formación morada que con su presencia mostraban su apoyo fuerte y decidido a la vicepresidenta, porque tiene mérito ir contracorriente de tu propio partido, máxime cuando todavía no se ha desprendido de todos los efluvios leninistas. No solo acudieron esos militantes de base -imposible conocer su número-, es que Sumar también ha recibido el apoyo de varios de los dirigentes territoriales de Podemos, como Borja San Román, de Galicia, Begoña Alfaro, de Navarra, Juan Pedro Yllanes, vicepresidente del Gobierno balear, la candidata de Asturias, Covadonga Tomé, además de la diputada Gloria Elizo o el secretario general de Podemos en el Congreso, Txema Guijarro.
Decíamos también que Díaz presentó su candidatura para las elecciones de fin de año. O sea, ocho o nueve meses, un parto apretado en el calendario. Queda tiempo, mucho tiempo, para saber qué va a pasar de aquí a entonces, máxime cuando entre medias se celebrarán unas elecciones autonómicas y municipales de cuyo resultado, y ahí está una de las madres del cordero, va a depender el futuro de la coalición. Ha querido Podemos jugar con la ventaja que ya traía adquirida de otros tiempos con mayores éxitos, pero la contraparte ha vislumbrado que los números que van a obtener los morados en mayo no van a ser para echar las campanas al vuelo. En cualquier caso, con unos resultados u otros, la negociación podría ser bien distinta de la actual, con las fuerzas en presencia más debilitadas o más fortalecidas.
¿Por qué no ha querido la dirección de Podemos sumarse a Sumar, cuando sí lo han hecho los líderes del Partido Comunista y de Izquierda Unida, Enrique Santiago y Alberto Garzón, de Más País, Iñigo Errejón, y de su marca madrileña, Más Madrid, Mónica García y Rita Maestre, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, de Compromís, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, los verdes de Equo, Alianza Verde, la Chunta Aragonesista, Proyecto Drago -el partido del canario Alberto Rodríguez, ex dirigente de Podemos-, Iniciativa del Pueblo Andaluz, Batzarre y el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía de Ceuta, de Fátima Hamed?
La razón más obvia es esa lucha por el poder, la mera elaboración de las listas o que nadie me quite mi puesto, que antes mencionábamos a la vista de las incertidumbres de los resultados de las elecciones parciales de mayo. Pero es posible que no sean éstas las únicas madres del animalito. Por supuesto que las rencillas personales de los líderes en liza, verbigracia las heridas abiertas tras la ruptura de Madrid juegan un papel imposible de despreciar. Y aún nos queda, entre otras muchas razones, nos negamos a citar a Gramsci, que al Ojo nunca le van a llamar pedante, la gran disyuntiva de toda la izquierda a lo largo de la historia entre posibilismo y revolución. No parece abusivo adjudicar el primer supuesto a Díaz –gobierno útil- y el segundo a la dirección pata negra de Podemos, personalizada en Pablo Iglesias, que desde su propia tribuna mediática no ceja de trabajar como un martillo pilón, tono y arengas, para que sigamos considerándole el líder de la formación. Externo, pero mandón.
Lo curioso de este asunto es que esos mismos dirigentes de Unidas Podemos han pasado por ambas experiencias y de una a otra merced a auténticos ejercicios de saltimbanquis. Se pretende asaltar los cielos y luego se acepta una vicepresidencia de un presidente socialdemócrata para a continuación, sin rubor alguno, volver a la revolución de hoz y cuchillo, nosotros no nos vendemos, somos los más puros representantes de la izquierda fetén. ¿Que tenemos ministras en ese gobierno vendido al capital? Minucias, quítenme de encima esas motas de polvo. ¿Saben, entonces lo que les digo? Persistan los del Frente de Judea en su afán de huir de Sumar. Están en su derecho. Y presenten a Ione Belarra como contrincante de Yolanda Díaz en las generales. No sé a Iglesias, pero a mí me temblarían las piernas.
Mientras tanto, como decían en los comics antiguos, Núñez Feijóo y Santiago Abascal ríen a carcajadas agazapados en las oscuridades tenebrosas…
No quisiera acabar este Ojo sin reconocer paladinamente que sí, que es cierto que todos tenemos un pasado. Pero el de Isabel Díaz Ayuso es demoledor. Por sucio. Difícil ser tan macarra, zafia y grosera, a la par que carente de escrúpulos y del menor sentido ético. Las informaciones que ha proporcionado este diario sobre las actividades de la reina del vermú como fiel servidora de Esperanza Aguirre y sicaria de Alejandro de Pedro, hasta las cejas en el caso Púnica, dan buena cuenta de cómo es posible cumplir la famosa frase de Groucho: alcanzar desde la nada las más altas cotas de la miseria (moral). Ocurre como con Trump: un pedazo de sinvergüenza al que se le demuestra un delito repugnante y todos sus compinches republicanos le arropan como si fuera un puro y virginal arcángel alado. Y hablando de impunidades, ¿de verdad quieren convencernos los más fanáticos de entre los independentistas catalanes de que el caso de Laura Borrás, euros a gogó para algún amiguete, seguido de un ataque ridículo de victimismo, es muy distinto a la osadía del desvergonzado Trump? La derecha, desengáñense, y Junts es la derecha más reaccionaria, los quiere salvajes y depredadores. Cuanto que más vampiros, mejor.
Adenda. Ya estamos metidos de hoz y coz en la espeluznante semana de los lúgubres capirotes, las tétricas y truculentas imágenes chorreando lágrimas y llenas de oros y pedrerías, los látigos y las rodillas o las cervicales destrozadas. Son estas encantadoras procesiones a las que la gente de bien lleva a sus retoños para que disfruten con tan jubiloso espectáculo. Mira, mira, Borja Mari, cómo sangra la espalda de ese señor que se azota… ¡Qué bonito! O bien pueden llegarse hasta Málaga para que sus sensibles vástagos puedan extasiarse oyendo a los legionarios cantar “Soy el novio de la muerte” con un cristo encima ante el fervor iluminado de autoridades variadas y pueblo en general. ¿Verdad que las procesiones son muy divertidas? ¡La juerga y el jolgorio que se pierden los ateos!
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