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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Artistas, animales y resiliencia

Cartel de 'El Venadito', exposición colectiva contra el maltrato animal

Montserrat Pérez Ramos

Hace unos días, tuve una conversación telefónica con una persona que solo conozco a través de Internet. Hablamos sobre el proyecto 'El Venadito: arte contra el maltrato animal'. Le dije que, a priori, los animales y los artistas parecen no tener nada en común; sin embargo, ¡yo consigo encontrar tantos paralelismos! Él me respondió que todo está conectado. Posiblemente, sea así.

Esa noche vi un 'biopic' sobre Stephen Hawking y me ha inspirado para la escritura de este texto, en el que me encontraba bastante bloqueada. Cuando digo que me ha inspirado, no hablo de sus ideas científicas, de las que no entiendo absolutamente nada, sino de su capacidad de resiliencia ante la adversidad. Mi experiencia a nivel internacional es escasa, pero dudo que, en general, los artistas sean tan poco valorados como en nuestro país, que, por el contrario, financia actividades y festejos para maltratar a todo tipo de animales y denomina a tales actos fiesta o tradición.

La tradición pictórica sí me parece digna de conservar, ensalzar y cuidar. Somos herederos de aquellos grandes pintores, pensadores y humanistas, que en su inmensa mayoría necesitaban mecenas para subsistir. No ha cambiado mucho nuestra situación. Los artistas seguimos sobreviviendo porque, de la misma manera que los animales, somos una especie que practica la resiliencia: el arte de resistir.

Creo que los artistas y los animales tenemos gran capacidad de adaptación al medio, hemos hecho de la resiliencia una forma de vivir.

Como sociedad nos enfrentamos a grandes desafíos y como individuos, también. Hay demasiadas batallas en las que participar y por las que tomar partido. Hace tiempo que elegí la mía: ser artista. Pero no una artista sin más, sino una que está comprometida con su sociedad y con su tiempo. Eso es para mí ser artista en el siglo XXI. Personas que han llevado a la práctica su filosofía de vida, pues el arte no es más que otra herramienta del pensamiento.

Se acabo la época de mirar hacia otro lado; de esperar que alguien haga el trabajo; de pensar que no va conmigo. Llegó el momento de ser ese alguien sin esperar que sean otros quienes lo hagan. Ya somos ese otro.

Por eso hoy me manifiesto y me posiciono contra el maltrato animal. Posiblemente muchos pensarán que con la que está cayendo quizás esto no sea lo más importante; posiblemente sea así, pero también es verdad que quien empieza maltratando a un animal acaba pasando a mayores. Esto es un hecho científicamente demostrado. Entonces, me pregunto: ¿por qué no empezar por ahí? Si somos conscientes y capaces de ponerles freno en su maltrato a los animales, posiblemente les ahorraríamos mucho sufrimiento a ellos y, después, mucho dolor a las personas. Así que no me parece poco importante, sino realmente muy importante.

En esta sociedad hiperestimulada y con ambiciones salvajes, en la que todo vale y casi nada esta sometido a la ética y al sentido común, me parece de máxima prioridad educar a las generaciones futuras en el respeto por cualquier especie, raza, género o religión. Para ello necesitamos un gran sistema educativo, un plan de estudios que contemple la empatía y un código de buenas maneras para con los animales y sus hábitats. Que la plástica sea sustituida por las artes en todas sus disciplinas y tenga un papel tan importante como cualquier otra materia. Que no sirva de 'relleno' en los planes de estudio. Si empezamos por ahí, es posible que no tengamos que lamentar daños irreparables. Seguramente tendremos una sociedad más justa y equitativa donde se valore a las personas y a los animales.

En una sociedad sustentada en lo anterior, tal vez haya un mayor respeto por el trabajo artístico y por los artistas. Como dije antes, hay muchos paralelismo entre los animales y los artistas: a ambos se nos exhibe, se nos aplaude, pero realmente nadie nos cuida. Me gustaría no estar continuamente explicando que, también, los artistas comemos, pagamos un alquiler o hipoteca, etcétera. Por lo tanto, necesitamos que se nos page por nuestro trabajo. Cuando se nos ofrece una exposición, parece que sea un premio, pero en realidad para nosotros supone, casi siempre, mucho más trabajo: montaje, desmontaje, visitas guiadas… y dinero que acaba saliendo siempre de nuestro propio bolsillo, con lo cual el premio, si es que lo era, nos salió bastante caro.

Me cuesta entender que en todos los presupuestos de instituciones y centros se contemple hasta el cambio de una bombilla, pero nadie pensó que el artista, para montar y desmontar la exposición, tiene que desplazarse, llevar las piezas él mismo, faltar un día o dos a alguno de sus otros muchos trabajos, de los cuales malvive en el mejor de los casos.

Así pues, nosotros ponemos en marcha el circo para que todo el mundo disfrute, otro paralelismo con los animales, ellos llevan el peso de muchos circos, acuarios, zoos… Pero, ¿están cuidados realmente? ¿Quieren estar ahí? ¿Deben estar ahí? Muchas preguntas. Ellos no nos van a responder. Quizás por eso me parece tan importante darles voz, no la mía sino la de la sensibilidad y la conciencia; no me parece que retener a los animales y enjaularlos sea algo que nos dignifique como especie, no parece que ninguna otra especie lo haga.

A ese paso ambos desaparecerán: los artistas y los animales. ¿Quién va querer ser artista con esas perspectivas? Tampoco el futuro de los animales pinta mejor.

'El Venadito', título del proyecto, hace referencia a una obra homónima de la pintora mexicana Frida Khalo En esta pintura Kahlo se autorretrata con cuerpo de venado asaetado en medio de un bosque. Consecuencia de la caza, en la que se acosa y persigue a un animal hasta darle muerte. Khalo identifica su dolor físico con el propio dolor del animal herido. No soy ni la primera ni la última artista que va a encontrar esos paralelismos entre los artistas y los animales.

Espero y deseo que este siglo sea el de la conciencia, el compromiso y el valor para cambiar todo aquello que es necesario mejorar. Tengo cuatro preciosas sobrinas, no me gustaría que en el futuro conocieran a los animales a través de fotografías y postales, como si fueran un 'souvenir' porque los de verdad ya no existen.

No quisiera acabar sin agradecer a todos los que han hecho posible 'El Venadito': a FAADA por su esfuerzo, trabajo e implicación, no solo en este proyecto que nos ha unido, sino en todos los que tienen en marcha para proteger y salvaguardar a otras especies. Al EAMP y a todo su equipo por acoger esta exposición y darle visibilidad y voz. Y cómo no, a todos los artistas que han participado con su trabajo contra el maltrato animal. Ahí se reconoce que somos un colectivo fuerte, sensible y concienciado. Gracias a todos.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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