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30 montañeros rescatados de noche en Fuentes de Invierno. Análisis de un final feliz

Durante el rescate.

Por: José Luis Mendieta / Fotos: SEPA

El pasado domingo 14 de diciembre un grupo de 30 montañeros, que participaban en una actividad de club, iniciaban después de comer lo que tenía que ser una ruta corta, subir desde el Fielato al pico Fuentes para bajar a Fuentes de Invierno, pero todo se complicó y bien pudo acabar en tragedia. La adecuada petición de ayuda y la intervención de los grupos de rescate de la Guardia Civil y del SEPA lo evitó, pero su experiencia permite extraer conclusiones. Otra cuestión es si finalmente se aprovechan. Para ir a los problemas de fondo, en esta descripción se ha evitado incluir tanto el nombre del club, como si se conducía bajo la figura de “guía benévolo” o se realizaba bajo la total responsabilidad de cada uno de los participantes.

La actividad

Después de comer, los 30 montañeros partieron de El Fielato mientras otra parte del grupo desistía de la actividad. Si todo hubiera ido bien, les habría dado tiempo a llegar a la estación de Fuentes de Invierno donde les esperaba el autobús fletado por su club.

Sin embargo, debido a la niebla, el grupo terminó desorientado. Se hizo de noche y dieron aviso al 112 hacia las 18.15h informando de que tenían comida y ropa de abrigo. A continuación, una de sus componentes resbaló al romper una placa de nieve y verse arrastrada. La primera noticia es que podía encontrarse ilesa, lo cual para los grupos de rescate, que se preparan para el peor de los supuestos, podía significar que se encontrara herida. Debido a las condiciones de la pendiente nevada, ni ella se atrevía a subir para reencontrarse con sus 29 compañeros ni ellos se atrevían a bajar. 45 minutos después del primer aviso, el grupo avisaba de este nuevo problema.

Desde el 112 ya habían movilizado a dos bomberos del SEPA e informado a la Guardia Civil que envió dos greim de Mieres y otros dos de Sabero. La persona que había caído llegó a la carretera AS-253, donde fue localizada por los rescatadores que les buscaban por Asturias. El resto del grupo fue localizado por los rescatadores del grupo de Sabero en el Cordal del Ajo a unos 40 minutos de la estación de Fuentes de Invierno.

Estaban en una zona de terreno mixto y expuesto que no se atrevían a franquear. Algunos, a pesar de la ropa de abrigo, ya en estado hipotérmico, otros muy cansados o acarreando lesiones por el esfuerzo o por pequeñas caídas e imposibilitados para continuar por sus medios. Para atravesar esa zona mixta los greim colocaron un pasamanos y les ayudaron.

Una vez superado este tramo continuaron descendiendo y se encontraron a los otros cuatro rescatadores que subían en su ayuda. Para alcanzar el aparcamiento, algunos bajaron ayudados por una oruga y una moto de nieve de la estación.

Aunque esta actividad empezó en condiciones precarias y por un cúmulo de circunstancias fue empeorando, gracias a la correcta petición de ayuda y la existencia de grupos de rescate y una adecuada coordinación tuvo final feliz.

Las claves

Salir con niebla, y a una hora que excede los límites para llevar a cabo la actividad con un mínimo margen de seguridad.

El extravío, pese a que disponían de sistema localización por GPS. Por otro lado, pudieron facilitar unas coordenadas de localización que complementaron con los sonidos de auxilio de los silbatos que llevaban.

El aviso a los grupos de rescate fue la decisión adecuada, al igual que no atreverse a franquear el tramo expuesto del Cordal del Ajo. De haberlo intentado por sus medios y con las condiciones existentes podría haberse producido una gran tragedia.

Un grupo de 30 personas, en este caso movilizadas por un club de montaña, bien a través de “guía benévolo” o a título individual, supone en sí mismo un riesgo adicional por el propio número y la heterogeneidad añadida de capacidades físicas y técnica, y disponibilidad de material que conlleva.

Además, en invierno y en este lugar, con mayores cantidades de nieve que las que existían ese día se habría incrementado el riesgo de sobrecarga del manto nivoso que podría provocar la ruptura de placas –de hecho ocurrió– y, sin ser de grandes dimensiones, arrastrar a quien esté sobre ella hacia los cortados del lado asturiano. Hacia el lado leonés, sin embargo, en varios puntos la ruta ofrece un posible escape al tratarse de laderas francas.

Conclusiones

Como recomendaciones básicas ante una situación semejante los rescatadores consultados de los grupos de rescate de la Guardia Civil, así como el especialista en seguridad en montaña Alberto Ayora indican específicamente, además del resto de pautas básicas de seguridad en montaña invernal, varios aspectos.

En general, no salir con niebla o condiciones meteorológicas adversas para hacer actividades de alta montaña. Precaución con los horarios en invierno, que por un lado se multiplican en relación a los de verano y por otro se limitan ante la escasez de horas de luz. La planificación de una actividad –y más de grupo– debería contemplar su finalización dos horas antes de oscurecer, lo que en esta época ocurre como es sabido hacia las 6 de la tarde. Llevar linterna frontal.

Tener descargada o generar la ruta en el GPS o aplicación móvil y poder así dar media vuelta si las condiciones lo aconsejan. Batería totalmente cargada y con repuesto, en el caso de móvil mediante batería auxiliar. Al facilitar a los grupos de rescate unas coordenadas, permanecer en el mismo sitio.

En invierno, además de piolet y crampones, “nunca está de más llevar cuerda y arnés, siempre que se sepa utilizar”, señalan desde los grupos de la Guardia Civil. En este caso habría servido para descender de manera segura hasta la persona caída, también para proteger el paso complicado en el Cordal del Ajo. “En invierno, con nieve, hay que añadir ARVA, pala y sonda y por supuesto saber utilizarlos correctamente” agrega el especialista en seguridad en montaña Alberto Ayora. Según las estadísticas realizadas por los GREIM, la falta de nivel técnico es una de las causas del 32% de los rescates que realizaron en 2013.

Forma física óptima (la falta de forma física coparticipa en el 20% de los rescates) para la actividad a realizar con un margen para imprevistos. Equipo de abrigo y en general material de la calidad suficiente, así como alimento –incluido termo con bebida caliente– de reserva. La vía para poner una solución a estos factores consiste en la capacitación individual mediante una formación adecuada.

Por otro lado, la mayor parte de estos factores forman parte también de un concepto más global, la planificación de la actividad, que interviene aproximadamente en un 29% de los rescates. Una situación como la vivida no se produce por uno solo, sino por la suma y concatenación de varios.

Además, este rescate tiene paralelismos con el realizado en Gredos en 2013, en el que se vieron involucrados 19 montañeros en otra actividad de club, con un fallecimiento por hipotermia y agotamiento extremo. Un nuevo suceso que pone de relieve la necesidad de que los clubes, con la colaboración de sus federaciones autonómicas y de la FEDME, revisen sus sistemas de organización de las actividades. Parece un trabajo de tutela y prevención para las anunciadas Comisión de Seguridad en Montaña y Observatorio de Accidentes en Montaña que se echan en falta.

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