Escalar placas de adherencia: colocación, equilibrio y confianza
Para empezar a escalar en placas de adherencia lo primero que tenemos que saber es cómo funciona nuestro cuerpo y material, ya que en muchas ocasiones se carece de apoyos claros para los pies y agarres para las manos. Aquí es dónde saber cómo funcionan nuestros pies de gato y su correcta colocación sobre la placa es básico, para así poder sentir esa seguridad que necesitamos bajo nuestros pies. Los pies de gato más recomendables son aquellos que tienen una goma blanda para que se puedan adaptar bien, entre la goma de la suela y el relieve de la placa, a toda la superficie de rozamiento. En placas muy lisas tendremos que buscar las distintas formas del relieve para así poder adaptarnos con la suficiente anticipación para no vernos en un paso de no retorno por haber elegido mal el itinerario de ascenso de la vía. Para conseguir la máxima adherencia sobre la roca tendremos que colocar la máxima superficie de goma del pie de gato sobre la roca. Esto se consigue colocando los pies como la manera habitual de subir por una escalera de peldaños, es decir, evitando los pies de pato exagerados, aunque en algunas ocasiones no queda más remedio. Tendremos que intentar fijar la zona C sobre el punto de roca donde creemos más favorable, e intentando que toda la zona B esté apoyada y en rozamiento contra la pared. En zonas más pequeñas o delicadas (regletillas, garbancillos, etc.) la zona A es la más empleada por la fuerza y sensibilidad que tenemos. Ver imagen 1.
Una vez apoyado el pie, y tras sentir como se queda el pie de gato sobre la roca, conviene bajar el talón respecto a los dedos y ganar más adherencia… Dejaremos caer todo nuestro peso sobre el pie y mantendremos el gemelo más estirado y relajado.
Si nos fijamos en la imagen 2, el eje A de apoyo del pie está prácticamente alineado con el tobillo, por lo que tendremos el gemelo más estirado y relajado, consiguiendo que el músculo del gemelo no se cargue tanto durante la vía. El punto B gana mayor adherencia cuanto más bajamos el talón, consiguiendo en ocasiones una posición cómoda para ver el siguiente emplazamiento o pasó de escalada. Otro dato muy importante es saber que cuanto más peso ponemos sobre la suela de un pie de gato, ejerceremos mayor presión y a su vez tendremos más adherencia, por lo que conviene cargar todo el peso de nuestro cuerpo sobre un pie, en vez de repartirlo por igual sobre los dos pies.
Cómo debemos posicionar nuestro cuerpo respecto a la pared
Tras una correcta colocación de los pies tendremos que respetar siempre la línea de equilibrio que se forma desde el punto de máxima adherencia de nuestros pies. Es decir, que si nuestro peso del cuerpo está ligeramente echado sobre nuestras manos aguantaremos sin caernos, pero, en el momento que sobrepasemos este punto de equilibrio hacia atrás caeremos a menos que tengamos algo a lo que agarrarnos. En muchas ocasiones encontramos placas muy verticales donde los agarres son minúsculos, de manera que al colocar los pies de forma correcta nos permite ganar más espacio con la pared para así buscar ese punto de equilibrio que nos permitirá avanzar con los pies. Si vemos la imagen 3, el escalador está cómodo gracias a una postura correcta de los pies. Esta posición de equilibrio se vería perjudicada en el momento en que juntase los talones. Si tuviésemos agarres para las manos en ese momento tendríamos más margen de movimiento.
Una vez que tenemos claro cómo debemos colocar los pies, el siguiente paso es saber transferir la carga o peso de nuestro cuerpo que es soportado por los pies, de un pie a otro. Esto ya lo sabemos hacer cuando caminamos de manera habitual, ya que estamos muy acostumbrados, pero si nos fijásemos en un niño o recordásemos nuestro primeros pasos, veríamos que los comienzos fueron algo duros y lentos. Si observamos la imagen 4 vemos como el escalador tiene repartido el peso más o menos igual entre los dos pies, ya que éstos están alineados más o menos, pero a la hora de progresar por la pared esto es más complicada. Lo que tenemos que hacer es jugar con el equilibrio de nuestro cuerpo pasando el peso de un pie a otro y dejando totalmente liberado el pie que no tiene la carga. Todo este movimiento tenemos que realizarlo en equilibrio para no caernos hacia detrás… Si nos fijamos en la imagen vemos como el escalador tiene más bajo el talón en el pie del punto A, buscando una mayor adherencia, seguidamente liberará el punto B, y desplazará todo el cuerpo buscando el eje de equilibrio del cuerpo respecto al pie A. Ver imagen 5. Este desplazamiento lo consigue con apoyo de las manos para así poder realizar el siguiente paso.
Cómo progresar por la placa de adherencia
Para poder progresar por una placa de manera cómoda tendremos que tener en cuenta dos cosas:
1. Si abrimos o separamos demasiado los pies nos costará mucho transferir la carga de nuestro peso de un pie a otro, por lo que es mejor dar pasos pequeños que grandes. En ocasiones nos veremos obligados a dar pasos grandes, por lo que tendremos que buscar puntos donde ayudarnos con las manos. Si encontramos buenos agarres para las manos esto no será un problema. También podemos ayudarnos a desplazar el cuerpo de manera lateral utilizando las manos en adherencia como empuje de nuestro cuerpo. Ver imagen 6.
2. Estos pasos también tiene que ser pequeños en ascenso, ya que si damos un paso demasiado grande podemos caer hacia atrás al no remontar nuestro peso sobre el pie superior ya que el eje de equilibrio se desplazará hacia atrás cuanto más subamos los pies. Ver imagen 7. Un paso más o menos normal sería subir el pie a la altura de la rodilla Eje A, y a partir de ahí el Eje B de equilibrio de nuestro cuerpo empezará a desplazarse hace detrás.
Una vez asimilados estos dos puntos debemos escalar con los pies… sintiendo como nuestro cuerpo se adapta a su movimiento y a la seguridad que encontramos en ellos. Estiraremos nuestro cuerpo según el relieve de la placa, siempre hacia arriba, equilibrándonos y ayudándonos con las manos.
En la escalada de adherencia lo más importante es escalar con los pies, acompañándolos con los distintos agarres que podamos encontrar a nuestro paso… Estos pueden obligarnos a cambiar algunas reglas antes descritas, ya que al ayudarnos con las manos nos resultará más sencillo el desplazamiento, permitiéndonos hacer cruces de pies, gancheos de talones y puntas para poder liberar manos o pies y así agarrar otros emplazamientos.