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Las estafas con tarjetas de crédito prosiguen su escalada en Cantabria

Agente de la Guardia Civil del servicio de control de ciberdelitos.

Javier Fernández Rubio

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El fraude con tarjetas de crédito es el objeto preferido de los ciberdelincuentes en Cantabria, un tipo de estafa informática que continuó su escalada el pasado año, en el que se cometieron 1.255 actos delictivos, según datos del Ministerio del Interior. Desde 2015 se han triplicado los ciberdelitos en este campo, pasándose de los 460 de ese año a los 1.255 que investigaron las fuerzas de seguridad en 2019.

A expensas de los datos oficiales sobre la evolución de los delitos cibernéticos en el primer semestre de este año, 2019 constató un descenso de las estafas bancarias y de las amenazas vertidas por internet. Los ciberdelitos asociados con la pornografía y los contactos con menores de 16 años con fines sexuales se mantuvieron en niveles similares cuando no descendieron.

Sin embargo, el flanco débil de los cántabros a la hora de exponerse a un delito informático está en su cartera. Las tarjetas de crédito han sido objeto de 1.255 ataques en 2019, mientras que el año anterior fueron 1.142 y en 2017, 882. En 2011 solo 46 tarjetas de crédito fueron estafadas. Por contra, las estafas bancarias pasaron de 43 en 2018 a 21 en 2019, con una progresión a la baja desde 2016 en que se registraron 72. Los mayores controles bancarios a la hora de acceder a la cuenta y la mayor cautela de los titulares hace que los delincuentes prefieran acudir allí donde se baja la guardia. 

El auge que está teniendo el comercio por internet, en donde el número de tarjeta tiene protagonismo, es el área de mayor incremento de estafas. En general, hay muchos tipos de fraude con tarjetas de crédito y cambian con frecuencia, pero principalmente los hay de dos tipos: los conocidos como fraudes de “tarjeta no presente” y los de “tarjeta presente”. El primer tipo hace referencia a cuando los datos del titular son robados y utilizados sin presencia física de la tarjeta; el segundo es cada vez menos común: un vendedor pasa la tarjeta por un dispositivo que almacena su información y luego se utiliza para cargar otras compras no realizadas.

Otros delitos

Por su volumen, los datos del Ministerio del Interior señalan que el segundo epígrafe con más denuncias penales es el de las amenazas: 172 se produjeron mediante procedimientos informáticos el pasado año, algo menos que en 2018 (183) y 2017 (180). Aunque menores en número, las injurias se duplicaron, con 12 delitos frente a los cinco de 2018. Las coacciones registradas en 2019 ascendieron a 17.

Un delito que está cobrando auge es el de la usurpación de estado civil, que engloba una amplia casuística, pero que básicamente se reduce a suplantar la identidad de otra persona. En 2019 se registraron 26 casos en Cantabria, cuando en 2011 fueron 13.

Los delitos de componente sexual tuvieron escasa incidencia cuantitativamente. Cinco contactos con menores con fines sexuales fueron investigados por las fuerzas de seguridad en 2019, el mismo número que un año antes y menos que en 2017, cuando se detectaron ocho casos. Los delitos de pornografía infantil se mantuvieron en la tónica de años anteriores, aunque con un repunte en 2019. Si en dicho año se investigaron ocho casos, se constataron cinco y cuatro en los dos años anteriores, respectivamente.

El phishing (suplantación de identidad), la ingeniería social (ataques que engañan al usuario para hackearlo) y el malware (software hostil) de todo tipo son ejemplos de delitos que utilizan la tecnología ya al alcance de todos. En España existe un instituto nacional dedicado a su estudio y prevención, el Incibe, el cual asesora a particulares y empresas. El 017 es un teléfono público para hacer consultas y denuncias.

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