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Cinco formas de 'arreglar' el mundo desde el salón de plenos de Santander

César Díaz y Gema Igual en el pleno del Ayuntamiento de Santander. |

Laro García

Los cargos públicos suelen reivindicar la política municipal como la más cercana a los ciudadanos, como aquella que se ocupa de los problemas reales y de las necesidades cotidianas de sus votantes. Los vecinos ponen cara a sus representantes, pueden pararlos por la calle o visitar sus despachos y presentar sus reivindicaciones en persona para encontrar soluciones lo antes posible.

La teoría, sin embargo, no siempre tiene mucho que ver con la práctica. La dinámica electoral de los partidos, los debates nacionales y las luchas ideológicas acaban contagiando en muchas ocasiones hasta el pleno municipal del pueblo más pequeño. No es raro ver propuestas 'calcadas' que se debaten en cascada en los distintos municipios, iniciativas impulsadas por las formaciones políticas para dejar su impronta.

Una política de gestos, más simbólica que efectiva, que provoca, por ejemplo, que en la última sesión plenaria de Santander todos los grupos hayan tenido que fijar sus posiciones sobre “el levantamiento del bloqueo económico, comercial y financiero del Gobierno de Estados Unidos a Cuba”.

Aunque suena lejano, fuera de las competencias o de la capacidad de influencia real del Ayuntamiento de Santander, la moción firmada por PSOE, PRC, Ganemos, Izquierda Unida y el concejal no adscrito, Antonio Mantecón, -y rechazada con los votos del PP y Ciudadanos después de un acalorado debate-, no es la única propuesta relacionada con la política exterior que se ha debatido en los últimos meses.

Desde que arrancó la legislatura, los concejales de Santander no han desperdiciado ninguna ocasión para posicionarse sobre algunos de los conflictos internacionales más mediáticos. Además de Cuba, los problemas de Colombia, Venezuela, Siria o Palestina han ocupado el tiempo de los ediles, empeñados en demostrar que se puede 'arreglar' el mundo desde el salón de plenos.

Todos los grupos pactaron una moción para apoyar el acuerdo para el proceso de paz en Colombia el pasado mes de septiembre, en un pleno en el que también se propuso por parte de Ganemos la condena al ataque a un convoy de Naciones Unidas y Cruz Roja en la localidad siria de Alepo.

Por su parte, el único concejal de Izquierda Unida, Miguel Saro, llevó a debate en el seno de la Corporación una iniciativa sobre “la campaña de boicot, desinversiones y sanciones en contra de la colonización, el apartheid y la ocupación israelí” en la primavera pasada.

Todos los grupos municipales pactaron a su vez una moción conjunta en relación a la situación política de Venezuela, que se debatió nada más arrancar la legislatura, como ocurrió con la propuesta presentada por Izquierda Unida para que Santander fuera declarado como municipio contrario a la aplicación del Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión, el conocido como TTIP, que aún no ha sido aprobado.

En ocasiones, el debate no se ocupa de asuntos de carácter internacional, sino que se dirige hacia cuestiones como “la defensa del Estado de Derecho y la cohesión de España” que llevó a pleno el Partido Popular en 2015 y que ha tenido lugar en otros ámbitos, como el Parlamento de Cantabria.

También llamó la atención la propuesta de la concejala de Ganemos, Tatiana Yáñez, para declarar a Santander “en contra de la obsolescencia programada”, el término con el que se conoce “la programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño de dicho producto, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible”.

Solidaridad y buenos propósitos

Dentro de esta línea de propuestas con buenas intenciones pero escasa aplicación real se sitúan algunas debatidas este mismo jueves en el pleno ordinario del Ayuntamiento de Santander, que ha aprobado tres mociones suscritas por todos los grupos municipales para mostrar el compromiso de la Corporación contra la violencia de género, la pena de la muerte en el mundo y para acabar con la epidemia del sida en el año 2030.

La presentación de mociones de apoyo a colectivos afectados por las denominadas enfermedades raras, como los pacientes de esclerosis lateral amiotrófica y otras afecciones neurodegenerativas, las víctimas de la talidomida o los enfermos de fibromialgia y síndrome de fatiga crónica, también son habituales en el pleno, habitualmente coincidiendo con la celebración de alguna efeméride que recuerda sus problemas y necesidades.

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