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Opinión - Pedir perdón y que resulte sincero. Por Esther Palomera
Sobre este blog

Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Estimado/a ciudadano/a policía

Vecinos en los balcones durante la cuarentena.

Paco Gómez Nadal

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Sin saberlo, estás generando muchas satisfacciones. Una especie de contenida alegría viven aquellos que añoran y/o desean un Estado totalitario perfecto; ese en el que ya no hace falta casi la policía ni las armas para controlar a su población. ¿Para qué invertir en antidisturbios o en complejos sistemas de espionaje si cada ciudadano se puede comportar como policía de sí mismo o de sus iguales?

En las últimas horas una de esas ciudadanas policías subió un vídeo -tan parcial como todo lo que se enfoca- grabado en el Mercado de La Esperanza. Lo hizo desde su cuenta en la nueva red de vigilancia-convocatorias-buloterapia que es Twitter. A partir de ahí, la ira del 'pueblo' confinado comenzó a machacar. El Esperanza Gates solo sirve para mostrar algo que lleva ocurriendo desde el 14 de marzo: la ciudadanía-policía se ha venido arriba; otea desde sus ventanas y balcones a posibles 'violadores' del aislamiento; regaña a quien no lleva mascarilla; duda de todo niño o niña que esté en la calle; aplaude con fervor a las caravanas policiales que aplauden y gastan sirena a ritmo del Resistiré.

El Fascismo de Baja Intensidad es así. No es necesario que el régimen presione las tuercas porque un grueso de ciudadanos y ciudadanas ya ejercen el fascismo de forma voluntaria, gratuita, rizomática. Muchos de los que se comportan así critican en sus zoom-aperitivos a Venezuela o a Cuba, también a los Comités de Defensa de la República de Catalunya. Es decir, no le gusta cuando la vigilancia ciudadana está organizada, prefieren este espontáneo sumarse a la vigilancia, sanción e insulto colectivos.

En realidad, no es asunto de broma. El teléfono móvil y su cámara como arma, la supuesta responsabilidad solidaria como argumento, y la idea de que la única forma de ver y hacer las cosas es la suya (es decir, el totalitarismo). Si el futuro confirma esta tendencia 'ciudadana' estamos jodidos. Si ya es difícil coincidir en una acera con un vecino –porque el miedo y las 'normas' nos alejan como agua y aceite–, en el futuro podemos sospechar del que habita el 3ºC o de la tierna señora que asoma en su ventana del 6ºIzquierda. Y es posible, que el poder, que los poderes, apelen a los policías ciudadanos cuando las medidas de confinamiento empiecen a relajarse. Es más barato y efectivo que desplegar a miles de agentes armados con el talonario de multas alistado. También es más eficiente desde el punto de vista electoral. El país, la región, se convertirá en una inmensa performance colectiva en la que, por fin, el control del aforo quedará en mano de los espectadores.

Yo no tengo ninguna solución para esta crisis –como creo que no la tiene nadie–. Su carácter inédito y sus dimensiones son abrumadoras y la inmensa mayoría de nosotros –me incluyo– no hubiéramos podido prever hace siete semanas. Ahora, como siempre, todas nos creemos expertas. Al igual que tras un fallido partido de fútbol los aficionados se arremolinan en la barra del bar para defender con vehemencia cuál debería haber sido la alineación, los cambios o el dibujo en el campo, ahora los grupos de WhatsApp arden de expertos y expertas que saben exactamente lo que hay que hacer. Es posible que hace 15 días pensaran otra cosa, pero la ventaja del fascismo social es que permite el olvido de uno mismo y la defensa apasionada de cualquier nueva idea peregrina que se tenga. Mientras, se vigila, se pontifica, se dispersan esputos de odio contra los vecinos o vecinas 'irresponsables', contra los vendedores del Mercado de La Esperanza o contra aquellos técnicos y funcionarios que intentan mantener la sociedad en pie con pocos medios, un cansancio bíblico, y la incomprensión de los más.

Estimada ciudadana o ciudadano policía, si quieres ser héroe reconviértete, dedícate a violar el confinamiento para ayudar a las otras, incumple las normas para gritar por la calle tu incapacidad de entender este dramático momento histórico, permítete dejar de bailar en el balcón para llorar en la intimidad por los miles de personas enfermas o que han muerto en la maldita soledad de los propios…

Estimada ciudadana y estimado ciudadano policía… que te zurzan.

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