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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

El fantasma de Revilla convierte en fantasma a Diego

Miguel Ángel Revilla (PRC) ha votado en un colegio público de Astillero.

Paco Gómez Nadal

¿Se pueden analizar los resultados al Parlamento de Cantabria sin mirar todo el territorio de Cantabria? Lo dudo. El batacazo del Partido Popular en la comunidad autónoma es de nota. Fundamentalmente, porque habían convencido a la opinión pública –gracias a algunos de los medios del patio– de que Cantabria era una especie de reducto del conservadurismo donde no tendría repercusiones la inacción del Gobierno, el tufillo de algunos contratos, la soberbia mostrada desde el poder, el caciquismo trasnochado en muchos de los municipios donde gobernaba.

El PP se la ha pegado del todo, tanto que Ignacio Diego puede dejar de ser presidente de la comunidad o, lo que podría ser peor, enfrentarse a unas nuevas elecciones. Y la sorpresa, además de la entrada de dos nuevas formaciones al Parlamento, se la ha dado su peor pesadilla: Miguel Ángel Revilla y el PRC. Durante los cuatro años de legislatura, Diego y alguno de sus arietes parlamentarios (en especial Íñigo Fernández) no han dejado de nombrar y renombrar a Revilla. Pretendían ningunearlo, pero lo estaban manteniendo con vida. Y Revilla, que no estaba muerto (políticamente) sino de parranda nacional, se dedicaba a vender libros como churros y a alimentar su relación de cercanía con la gente que, en realidad, se parece mucho a él.

Si el PP es el clarísimo perdedor de las elecciones en Cantabria, el PRC es el absoluto ganador. Los 12 escaños del Partido Regionalista en un Parlamento de 35 suponen que mantiene el 29% de los votos conseguidos en 2011 y puede respirar en el cogote de Diego y su lista 'triunfadora'. A cambio, Diego pierde 14 puntos y casi 55.000 votos en un descenso en aguas bravas que, en un país serio, conllevaría la dimisión como presidente de su partido. Pero, claro, si no se retiran ni Esperanza Aguirre, ni Rita Barberá, ni María Dolores de Cospedal, por qué lo va a hacer él.

Veamos el cómputo total de las municipales, que es otra forma de leer el resultado de los partidos con implantación en todo el territorio. El PP pierde algo más de 9 puntos, cerca de 50 concejales, y unos 40.000 votos, de los cuales cerca de 30.000 se los puede descontar a Iñigo de la Serna (el gran perdedor dentro del equipo perdedor del PP). El PSOE pierde dos puntos, cinco concejales y unos 7.000 votos. Y el PRC, otra vez pisando fuerte, retiene votos, gana dos puntos y un par de concejales. Si la política se hiciera desde la sinceridad de las matemáticas, el PP debería mirarse al espejo y reconocer sus errores.

Esta pelea, por tanto, será entre el PP y el PRC (con la inestimable colaboración del PSOE). No debemos esperar grandes sorpresas de Podemos o de Ciudadanos, que entran al Parlamento por la puerta del tirón nacional de su marca. Será Madrid el que decida si Podemos entra a un tripartito (con PRC y PSOE) o facilita un gobierno encabezado por Revilla. Ciudadanos no es bisagra en esta puerta. Tampoco hay que descartar que las negociaciones en numerosos municipios de Cantabria (donde las mayorías absolutas son la excepción) tengan también un peso específico a la hora de determinar el Gobierno autonómico.

No hay nuevos aires en Cantabria. O al menos no soplan con la fuerza que ha subvertido la lógica en Madrid, Barcelona, A Coruña o Cádiz.

Cantabria es diferente. Revilla parece entenderla y sigue conectando con los votantes sin el acartonamiento del incómodo Diego. Pero en lo que sí ha coincidido Cantabria con el resto del Estado es en el castigo a un partido que nos promete el caos si no retiene el poder y que aún no entiende como “la mayoría silenciosa” no le agradece que la haya empobrecido, reprimido y humillado.

El fantasma de Revilla ha convertido en fantasma a Ignacio Diego. Revilla habla directo y golpea donde más le duele.  Anoche repartía leña sin contención y hablaba de la tierruca desde su populismo local cargado de ciertas sabidurías. Diego balbuceaba desde El Sardinero, atrincherado en frases hechas, anunciando un inédito “carácter dialogante” y renunciando a ser presidente: algo alucinante en el candidato del partido más votado. José Ramón Blanco, de Podemos, balbuceaba ante el papel que pueden jugar sus tres diputados. El PSOE no decidía si celebraba su no desaparición o si se lamentaba de estar anclado a un suelo de voto ya mínimo. Ciudadanos ponía velas a Albert Rivera y a su tirón televisivo. IU debía estar feliz por el pírrico aumento de concejales en municipios pero debía estar evaluando en una mini asamblea cómo han podido conseguir aún menos votos en 2015 que en 2011…

Cantabria es diferente y, quizá por eso, Revilla es un fantasma tan vivo y molesto para un PP tocado donde más le duele (¿será Santander?).

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