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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Pasión vs Obligación

Un niño duerme en una hamaca de tela en Nueva Delhi. |

Marcos Díez

En una vida tan volcada en la utilidad, en lo productivo, a veces da vergüenza reconocer que se disfruta especialmente cuando no se hace nada útil o productivo. Los que tenemos vocación de vagos y de gandules gozamos, para nuestra desgracia, de un gran desprestigio. Así que para compensarlo acabamos trabajando casi tanto como los que son muy trabajadores, y a veces más. Pero lo hacemos con la lucidez, con la certeza, de que es ese un camino equivocado porque intuimos, sabemos, que para nosotros lo esencial de la vida no está en lo útil y lo productivo.

Útil o productivo desde un punto de vista económico o profesional, quiero decir.  Ese es un peaje que tenemos que pagar para adaptarnos a un contexto social y económico. Pero de buena gana, si pudiéramos, nos entregaríamos al placer de no hacer nada porque no hacer nada nos apasiona.

Puede parecer una contradicción pero creo con bastante firmeza que saber no hacer nada puede llenar de sentido la existencia. Entregarse a no hacer nada no significa no hacer nada, claro está, pues sentarse a mirar como entra la luz por la ventana ya es hacer algo. Lo mismo que dar un paseo, leer un libro, cuidar una planta o mantener una conversación con un vecino. Para ser más preciso, no hacer nada significa, significa para mí (siendo más preciso aún), no hacer nada que se tenga la obligación de hacer. Esas acciones no obligadas, esas acciones emprendidas desde la libertad y la verdadera iniciativa, acaban desembocando casi siempre en la vida más rica.

Un buen amigo me dice que digo tonterías. Que si no tuviéramos obligaciones que nos empujaran a hacer cosas nos volveríamos locos y no sabríamos qué hacer con nuestra vida y nuestro tiempo. Las obligaciones, me dice mi amigo, ponen orden a la existencia, son su andamiaje, su esqueleto, su mapa. Puede que tenga razón. También me dice que soy lo contrario a lo que él definiría como un vago o un gandul porque ese no hacer nada del que hablo está lleno de cosas que quiero hacer.

En lo de que no soy un vago no voy a llevarle la contraria pero sí se la llevaré en la necesidad de la obligación para dotar de sentido a la vida. Lo que dota de sentido a la vida no son, pienso, las obligaciones, sino la libre elección de los proyectos a los que queremos dedicar nuestro tiempo. Otro gran amigo, en un aforismo certero dejó escrito: “Búscate una pasión que no envejezca cuando tú envejezcas”. Y le cito a él porque no sé explicarlo mejor y porque de alguna manera es precisamente a eso, a la diferencia entre la pasión y la obligación, a lo que en el fondo me refiero.

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