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'Coliving': la propuesta pionera para frenar la despoblación rural que se topó con la realidad del mercado inmobiliario

Los pueblos buscan iniciativas novedosas para atraer población.

Blanca Sáinz

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Ha pasado un año y medio desde que la Asociación Española contra la Despoblación (AECD) firmase un acuerdo con el colectivo MSL, que aglutina a 26 inmobiliarias de Cantabria, para repoblar 39 municipios de la comunidad a través del 'cohousing' y el 'coliving', dos tipos de viviendas colaborativas en las que cada persona tiene su propio espacio dentro del hogar y, a su vez, hay zonas comunes. Así, y además de aportar desde la AECD su base de datos con un millar de personas que viven en la ciudad y quieren trasladarse al entorno rural, el objetivo inicial del proyecto era aprovechar las viviendas en mal estado y darles una segunda vida, alejándose, por tanto, de la nueva construcción.

Sin embargo, esa iniciativa pionera en España y con un marcado carácter social, independientemente de los beneficios que podría suponer para las inmobiliarias, ha quedado paralizada por la falta de movimientos del colectivo MSL, que tenía como tarea hacerse con la información de qué casas en venta había, si eran aptas para el coliving, o si los ayuntamientos podrían colaborar en rehabilitaciones público-privadas para transformar edificios en desuso.

Tal y como cuenta Lidia Díaz, presidenta de la AECD, el trabajo de sus 'socios' consistía en informarse y después trabajar como una inmobiliaria “pero nunca terminamos de llegar a acuerdos de precios justos”. Así, tras finalizar la presentación del proyecto, este se paró en seco: “Entiendo que quizá la parte empresarial no les interesaba. La cuestión era que aquí había una parte social y podían haber tratado de minimizar los beneficios”, reflexiona Díaz. En cambio, la presidenta de la asociación no tira la toalla y advierte que no abandonarán el proyecto sino que tratarán de redefinirlo para otras zonas de España en las que puedan contar con más apoyo.

No obstante, Díaz reconoce la innovación que supone incluir este tipo de viviendas en los pueblos y afirma que en Cantabria “apenas hay” lugares de este tipo. “Cuando tú dices cohousing o coliving dices vivienda colaborativa y la gente te sigue diciendo que es como compartir piso. Creo que hay mucho sentido de la propiedad y del individualismo a pesar de las ventajas económicas que supone y de tener una forma de evitar la soledad”, asevera. En todo caso, la presidenta de la AECD apunta a que el proyecto ha llegado a más personas de las que pensaban y por ese motivo esperan poder reproducirlo en otros lugares.

“Se hacen cosas pero no las suficientes”

Precisamente, y preguntada sobre cómo van las iniciativas contra la despoblación que se están llevando a cabo en España, la presidenta considera que pese a que hay “muchas acciones”, estas no terminan de funcionar. “Son proyectos muy individuales y sabemos que se están haciendo cosas pero no las suficientes como para que se noten. Da la sensación de que nada llega a nada”, indica.

De igual forma, Díaz cree que otros de los problemas que no se están atajando es la falta de continuidad, así como la disposición a largo plazo: “Tenemos la sensación, sobre todo después de haber participado en el Foro Nacional de Despoblación del Ministerio de Transición Ecológica de que cuando se acaba el proyecto se terminó, y eso no es efectivo”, señala.

Por otro lado, aspira a que desde España se deberían tratar de duplicar algunas de las acciones que se están llevando acabo en Europa pero adaptándolas a la idiosincrasia del país. “Algo que se podría hacer desde la Administración es dar más ayudas, que haya más facilidades para que la gente tenga más motivaciones para trasladarse al mundo rural. Los bancos también podrían hacerlo aportando, por ejemplo, créditos específicos para estos casos”, revela con entusiasmo.

Por último, sobre las personas que se empadronaron en lugares despoblados durante la pandemia, Díaz es optimista y considera que el efecto “no se ha deshinchado”: “En los pueblos todavía queda mucha gente. Siempre digo que hay que pasar dos inviernos en el pueblo para saber lo que es, y de momento solo han pasado uno, así que a ver qué pasa cuando pase este”, cuenta esperanzada.

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