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“Independencia o muerte”: las voces del Sáhara en Cantabria ven la guerra como la última esperanza para recuperar su tierra

Fatu, expresidenta de la Asociación de Inmigrantes Saharauis en Cantabria.

Carlos Hernández

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Algunos eran de madera y otros de metal. De un tamaño más grande que una caja. Correspondía uno por familia. Fueron construidos en 1992 en el desierto con la ilusión de abandonarlo. Estaban listos para el regreso con todas las pertenencias dentro. Sandug el Auda -en hassanía-, o 'los baúles del retorno', siguen existiendo en el desierto desgarrados por el tiempo. El pueblo saharaui nunca volvió al Sáhara Occidental y a día de hoy pocos recuerdan que siguen resistiendo en los campamentos de Bojador, Dajla, El Aaiún, Auserd y Smara; en los territorios ocupados; en la diáspora.

No obstante, el sentimiento y la lucha por la independencia ha vuelto después de casi 30 años y ha unido, desde cualquier parte del mundo, al pueblo saharaui para volver a la guerra y recuperar su tierra invadida primero por España y después por Marruecos. “Tengo casi 50 años y llevo toda mi vida esperando este momento, ahora sí: independencia o muerte”, dice Fatu desde Torrelavega, quien hasta hace unos meses fue la presidenta de la Asociación de Inmigrantes Saharauis en Cantabria.

Guerguerat: el motivo

La República Árabe Saharaui Democrática (RASD) está reconocida por 82 estados y es el único territorio de África por descolonizar. Desde el pasado 13 de noviembre el Sáhara ha vuelto a estar en el foco mediático. Saharauis se manifestaban en la zona del Guerguerat -puesto fronterizo que conecta el Sáhara Occidental con Mauritania-, para bloquear pacíficamente la “brecha ilegal” de la actividad comercial que Marruecos viene ejerciendo durante años en esta frontera no reconocida internacionalmente.

Esta franja es para el Frente Polisario, el movimiento de liberación nacional del Sáhara Occidental, parte de “los Territorios liberados” donde solo sus militares o la ONU tienen derecho al paso. Naciones Unidas recoge en el Acuerdo de Paz (1988) y los pactos militares entre Marruecos y el Frente Polisario que la apertura de pasos en el muro militar marroquí está totalmente prohibida.

Esta violación de Marruecos al alto al fuego y a los acuerdos militares que pusieron fin al conflicto de 1991 reactiva la guerra por la autoderminación y rompe con el silencio. “Estamos obligados a responder después de tanta espera. ¿Tú sabes lo que es vivir 45 años de tu vida en el desierto? ¿Un sitio en el que no hay nada?”, comenta Fatu. Ella llegó al campamento de Bojador a los dos años. En su memoria solo quedan las historias que le contaba su abuela sobre la vida de los saharauis cerca del mar, ahora convertido en un océano oral, como lo describe el poeta saharaui Liman Boisha.

Todos sus hijos nacieron en los campamentos y dos de ellos viven con ella en Torrelavega. En el salón de su casa, la tele vuelve a estar día y noche encendida. Tienen conectado el Canal 24 Horas. Sus hijos señalan la tele cuando aparecen imágenes del Guerguerat. El 10 de diciembre, Donald Trump reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. “Gracias a su declaración, gente que no sabía que existíamos, ahora lo sabrá porque salimos en todos los canales”, señala alegre Fatu.

Si no fuera porque debido a la pandemia, la frontera con Argelia permanece cerrada, Fatu ya estaría en los campamentos para ayudar en la guerra. “Mi mayor deseo es que las abran pronto. Tengo que estar allí dando apoyo. Es ahora o nunca. Hicimos caso al mundo y esperamos 30 años. Somos un pueblo pacífico, no queremos ver morir a nadie. Estemos donde estemos, en Francia o en España, no nos olvidamos de quienes somos”.

La diáspora: contra la omisión

Mahfud llegó a Torrelavega hace tres años donde vive con parte de su familia. Tiene 28 años. Nació en la hamada en el campamento de Auserd. A pesar de que su padre tenga el DNI español por haber nacido en la época de la ocupación española en el Sáhara, no puede obtener directamente la nacionalidad como podría hacerlo, por ejemplo, el hijo de un español nacido en Argentina. En el permiso de residencia su nacionalidad aparece marcada con unas equis de apátrida: así escribe España su indiferencia hacia los saharauis. “Esto ni siquiera me permite abrir una cuenta en el banco porque necesitan poner una nacionalidad”, explica.

Mahfud tiene muy claro que la actual guerra será decisiva para la liberación. “Estamos desapareciendo igualmente. Primero fuimos colonizados por los españoles y luego por los marroquíes. En una dictadura es el propio gobierno quien oprime a su propio país pero la dictadura que atravesamos es ajena y está dentro de nuestro territorio”, sentencia Mahfud desde Cantabria.

Su padre, Brahim, da vueltas con la mano al vaso de té. Lo posa. Agarra el móvil mientras muestra diferentes fotos de las manifestaciones del 28 de noviembre del pueblo saharaui en Francia. “Madrid, París, Berlín, Ginebra… la guerra nos ha vuelto a unir a los saharauis desde cualquier parte del mundo”, comenta emocionado. Lleva frecuentando España desde 1978 ya que trabajaba como intérprete para el programa 'Vacaciones en Paz'.

Tiene 68 años y ha vivido todo, como él dice. “A los 22 años entré en el ejército, participé en la Intifada de Zemla, viví el comienzo de la revolución en 1973, y colaboré en el recibimiento de la comisión de la ONU en 1975”. Después llegó la invasión marroquí. Bombardeos. Napalm. Brahim perdió un brazo y su tierra. “Así todo soy un privilegiado por estar aquí y contarlo, salir a la calle y respirar el aire”.

Brahim asegura que la vida le ha guardado hasta ahora y espera que le aguarde hasta que su pueblo sea libre. “No somos partidarios de la violencia pero no nos vamos a estar arrastrando toda la vida. La ONU y la Minurso (Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental), deberían velar por el alto al fuego. No han dicho palabra y no nos dejan otra vía: el levantamiento de las armas. Solo queremos que nos respeten el derecho a vivir sobre nuestro suelo”. Mahfud, su hijo pequeño, interrumpe la conversación: “Hace 145 años que no tenemos derechos. Cuando estaba España en el Sáhara no éramos ni españoles, ni saharauis libres… Éramos un pueblo ocupado. Somos saharauis, no queremos un carnet español”, dice.

Silencio histórico: arma de olvido

Brahim lleva conviviendo con españoles desde su infancia, nació en la provincia 53: un territorio excluido en la historia. Alex tiene 17 años y estudia segundo de Bachillerato, y a pesar de ser una mente inquieta y tener un posicionamiento político firme, no sabe que España colonizó el Sáhara Occidental.No tenía ni idea de este conflicto, ni de lo que está pasando ahora”, argumenta en Santander. Alumno casi en las puertas universitarias, nunca le han mencionado nada sobre el tema. El silencio de España, político e histórico, hace que la omisión se convierta en un arma de olvido.

Colonizado por España entre 1884 y 1975, muchas personas se extrañan cuando averiguan que este territorio fue la 53ª provincia de España. Fatu dice que a veces algunas personas con las que habla en espacios públicos se sorprenden de que una mujer árabe hable tan bien castellano. “No saben que somos el único país árabe cuya segunda lengua es vuestro idioma”, comenta.

Alamu es la delegada de la Lejsee en Cantabria (Liga de Estudiantes y Jóvenes Saharauis en el Estado Español), asociación creada en 2012 a nivel estatal y de la que forma parte activamente desde hace cuatro años. Estudia Derecho en la Facultad y también trabaja como intérprete de árabe para refugiados sirios. Vino por primera vez a España con el programa 'Vacaciones en Paz' y más tarde se asentó con su familia en Vinarós, hasta hace diez años que se mudaron a País Vasco.

“Si no fuera por este programa, el pueblo español seguiría sin saber que existimos. Esas niñas y niños son ahora embajadores de la causa, al igual que las familias que acogen. Todo el mundo conoce Palestina, pero no la causa saharaui”, argumenta. Alamu sentencia que en los últimos cuatro años se ha conocido más la problemática y ha remarcado la importante labor de las asociaciones pro-saharauis: “Son las que dan más visibilidad al conflicto como por ejemplo la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara, CEAS-Sahara”.

La presidenta de la Asociación ALOUDA Cantabria, Natalia Correa, cuenta que al avivarse el enfrentamiento la organización viene informando a las familias que acogen niños y niñas a través de 'Vacaciones en Paz': “Tratamos siempre de sensibilizar en torno a lo que está ocurriendo, pero a veces nos encontramos que las familias no se involucran tanto en la causa como en el niño”, comenta desde El Astillero.

Desde la asociación, una vez roto el alto al fuego, han convocado manifestaciones junto con otras organizaciones en Santander y Torrelavega. La última se celebró el pasado 20 de diciembre en la Plaza Porticada de la capital de Cantabria. Debido a la pandemia, la mayoría de su actividad se concentra en enviar comunicados y compartir por redes sociales noticias veraces e información desde los campamentos y territorios ocupados.

Esta guerra: la de todos

Las personas entrevistadas para este reportaje coinciden en que la guerra ha vuelto a unir y alentar un sentimiento que llevaba paralizado desde hace años. Alamu cuenta que su hermano pequeño, a pesar de haber nacido en España, quiere ir al frente a combatir. “Jamás pensé que existiría de nuevo este lazo y sobre todo en chavales que han nacido aquí. La gente de mi entorno nos llama locos por querer volver”, señala.

Malada Mohamed vive en el campamento de Bojador y ha sido acogida varias veces a través de 'Vacaciones en Paz' por una familia del barrio santanderino de Campogiro. Mediante un audio de WhatsApp narra la situación actual en los campamentos: “Estamos muy contentos, es como si una persona muerta volviese a la vida. Aquí nacen niños y mueren viejos. Nada cambia. Todos los saharauis creen en esto y el final de esta guerra va a ser un Sáhara libre”, comenta.

Las familias saharauis han quedado partidas en tres: las que viven en los territorios ocupados bajo la opresión marroquí, la diáspora en Europa y las que habitan en los campamentos. “¿Por qué tenemos que vivir esto? ¿Por qué tenemos que ir de acogida? Sí, es una labor maravillosa, pero tenemos un país lleno de riqueza y estamos muertos en vida. Voy a ir a la guerra, lo dejo todo. Y no lo hago por patriotismo. Es verte que has nacido en un campamento, en una jaima... es triste que una guerra te devuelva la esperanza”, argumenta Alamu.

Brahim, y tú… ¿cómo verías si tu hijo, Mahfud, va al frente? Duele, pero es la única salida. Como padre es normal que no quiera, pero cómo sentir… es su obligación. El pueblo es más sagrado que la familia

El Gobierno español

España tiene empresas de diferentes sectores instaladas en Marruecos: Bimbo, Repsol, Endesa o la Textil Santanderina son algunas de las que pueden consultarse on-line en la ficha del país (enero, 2020) en la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Además, aparece escrito que Marruecos compone 12 regiones administrativas si se incluye el territorio del Sahara Occidental.

Según un artículo publicado recientemente por El Salto, mientras Marruecos y el Sáhara volvían a entrar en guerra, salían barcos de El Aaiún que cargaban productos pesqueros recogidos en aguas saharauis sin el consentimiento de su pueblo. A través del Acuerdo pesquero firmado entre la Unión Europea y Marruecos, los recursos marítimos son aprovechados por Marruecos siendo España cómplice. Fosfatos, la harina y el aceite son expoliados ilegalmente y enviados a Europa o Turquía. “Son los países europeos, líderes en derechos y progresistas, los que están haciendo acuerdos con Marruecos, un país homófobo que vive en una dictadura, añade Alamu.

Los saharauis han perdido la fe en el apoyo político del Gobierno de España y más aún sobre el vicepresidente, Pablo Iglesias, quien ha defendido la autodeterminación. “Están actuando en contra de los saharauis, aunque no esté su declaración expresa de que vayan a favor de los marroquíes; todo el mundo sabe que España fue la que provocó todo esto, y que España tiene el control administrativo del lugar”.

En 1975 España 'abandonó' el Sáhara Occidental pero sigue manteniendo competencias administrativas en el espacio aéreo y las superficies de salvamento y rescate marino. “Grandes empresas tienen inversión en Marruecos y en los territorios ocupados, si no cambia ese chip capitalista que tienen los estados y esas empresas, no se espera ninguna respuesta internacional. La parte humana no les importa en absoluto”, dice Mahfud.

En la película Baúles del retorno (1995), se muestra cómo algunos saharauis guardan todavía las llaves de sus casas en las jaimas. “Ser libres. Encontrarse donde han existido tus antepasados remotos, el suelo donde están sus restos; es un sentir que nadie puede expresarlo. No buscamos un sueldo, una casa. Es el derecho digno de estar ahí. Si morimos, nadie sabrá donde enterrarnos”, concluye Brahim.

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