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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Cuatro divorcios y un funeral

Javier Gallego

La política de pactos que no es política sino espuma y no ha conseguido más que un pacto en 100 días, es tan improductiva, insufrible y gesticulante que tiene uno que inventarse películas para no dormirse con la que están protagonizando nuestros políticos. A mí se me ha ocurrido entretenerme pensando que es “Cuatro bodas y un funeral” sólo que aquí son divorcios y hay una sola boda de momento. Prueba del fracaso de los grandes partidos es que en tres meses ha habido más rupturas que alianzas. Es Cuatro divorcios y un funeral aunque más tirando a Matrimoniadas.

A los divorcios de Sánchez con Rajoy y con Iglesias, hay que sumar dos divorcios internos que pueden ser determinantes en el desenlace: el de Pedro y Susana y el de Íñigo y Pablo. El primero pone a Sánchez al borde de la cama a punto de caerse en mitad de su sueño de ser presidente y el segundo le ha quitado a Iglesias la almohada de las encuestas.

Cuando Pedro Sánchez creía haberse librado por un tiempo de la alargada sombra de su dueña y señora, Susana Díaz, a la presidenta andaluza que es muy capillita, dentro y fuera del PSOE, se le ha subido la Semana Santa a la cabeza y ha empezado a cantarle una saeta al percha de Férraz. Sánchez ha conseguido aplazar el Congreso socialista para elegir nuevo líder pero es sólo un aplazamiento de la ejecución.

A Pedro ya sólo le queda una, ser presidente al precio que sea, con quien sea y como sea. Un hombre desesperado es una bomba de relojería y cuanto más corra el reloj más bestia el bombazo. De ahí puede salir hasta el menage à trois de la gran coalición. A eso está esperando Rajoy como un chupagoles, sin hacer nada que es lo que sabe hacer mejor. Aunque Ruiz siempre ha dicho que no quiere nada con Indecente, ya veremos si puede sostener su palabra cuando se vea con un pie en la calle. No sería la primera vez que estos se divorcian y se rejuntan como Burton y la Taylor.

La otra salida que le queda a Pedro es Pablo. Hasta ahora Iglesias argumentaba que Rivera se interponía en su amor, pero su separación de 15 días con Errejón ha descosido a Podemos interna y externamente. La pelea no es por los pactos pero ahora los rivales saben que no son un bloque sólido y las encuestas penalizan que se peleen por dentro en lugar de pelear por lo de fuera. Es la baza que puede jugar Sánchez para mantener su boda con Albert, que a Podemos ya no le vienen tan de cara unas elecciones.

Por eso ahora los de Iglesias han levantado el veto a Ciudadanos y el PSOE a que unos y otros entren en su ejecutivo. Podemos puede intentar modular el acuerdo de Sánchez y Rivera para coger alguna cartera o dejarles que gobiernen para ver desde la barrera las cornadas que reciben y aprender para cuando haya una mejor oportunidad de torear. Entrar en el gobierno tiene más riesgos para el partido pero permite hacer más por la ciudadanía.

De momento las cornadas las siguen recibiendo esos millones de españoles que necesitan un gobierno que tome medidas urgentes para rescatarlos. Tres meses después de las elecciones ya nadie cree que a los partidos les importe la emergencia social con la que se llenaban la boca. Mientras ellos se divorcian, la calle sigue de funeral.

 

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