Tanto por lo que tantas lucharon

Ya no se aplaude en el cine. Cuando yo era pequeño y las salas un lugar más mágico que ahora, el público aplaudía al terminar la película si era buena casi como si creyera que los actores estaban todavía ahí para escucharnos. Sabíamos que no, por eso no era un aplauso de compromiso ni adulador sino más un reconocimiento generoso y sincero, más bien una forma de compartir tu satisfacción con el vecino, de reconocerte en el otro.

Hace unos días me volvió a ocurrir cuando terminamos de ver “Las sufragistas”, la película de Sarah Gavron que recupera, por fin, la heroica, solitaria, dolorosísima lucha de las mujeres por el voto femenino en Inglaterra, una de las muchas que se libraron en el mundo. Aplaudimos. Aplaudimos a todas esas mujeres que no podían oírnos.

No aplaudimos sólo a una gran película sino sobre todo a sus responsables por rescatar del olvido a esas gigantas que dieron su vida, perdiéndola incluso, para mejorar la de las mujeres, maltratadas, violadas, vejadas durante siglos, pero también las de todos, porque es obvio que una sociedad es más libre, habitable, mejor, cuanto más igualitaria sea. Como decía Emmeline Pankhurst, la líder de las suffragette: “Tenemos que liberar a la mitad de la raza humana para que ayude a liberarse a la otra mitad”.

Su lucha fue titánica, extenuante, atroz. Se enfrentaron contra todo y casi todos, solas contra un implacable mundo de hombres donde incluso muchas mujeres sometidas las trataban como enemigas. Sufrieron tortura, cárcel, hostigamiento y persecución. Respondieron con la misma violencia que sufrían -aunque sin dañar nunca a nadie- cuando se dieron cuenta de que la guerra era el único lenguaje que entienden los hombres. No querían hacerlo. No querían quebrantar las leyes, decía Pankhurst, querían redactarlas.

Pero no tuvieron más remedio que romperlas primero porque “no se puede respetar las leyes cuando las leyes no son respetables”. Muchos años después de empezar la batalla, la ganaron. Muchos más, un centenar, ha tardado en llegar una película que honre su memoria. El mundo sigue siendo un lugar muy desigual y despreciativo con la mitad de su población. Es más, el mundo sigue siendo un lugar muy desigual para la mayoría de su gente.

Cada vez más: el 1% ya acumula tanta riqueza como el 99%, sólo 62 personas tienen tanto como los 1800 millones restantes, los 20 españoles más ricos tanto como el 30% más pobre, España es el país de Europa donde más crece la desigualdad. Son dato del último informe de Oxfam que acaba de publicarse y explica cómo los que más tienen se benefician de ventajas que les enriquecen a costa de la pobreza del resto. Por eso hay que recordar la victoria de las sufragistas en estos años en los que están destruyendo tanto por lo que tantas personas lucharon.

Habría que recordárselo a quienes desdeñan una protesta, menosprecian una huelga o jamás mueven un dedo por defender la igualdad de todos y todas. A menudo damos por hecho la libertad que hemos recibido, actuamos como si nuestros derechos siempre hubieran estado ahí y olvidamos que la democracia se ha conseguido con sangre, sacrificio y sufrimiento. Por eso y por nosotros, hay que seguir defendiéndolos. También, como ahora, cuando nos repiten que perderemos. Ganaremos, responde la protagonista de la película, porque si nos levantamos la mayoría, qué pueden hacernos: ¿encerrarnos a todos?

Desde aquí mi aplauso a todas esas mujeres y esos hombres que han luchado tanto por tantos. Desde aquí este aplauso que ya no pueden oír, que muchos nunca oyeron, que merecen, que ni siquiera buscaron. Aplaudimos porque nos reconocemos unos a otros en los valores por los que lucharon. Este aplauso demuestra que lo consiguieron. Ganaron.

Este miércoles a las 12h en www.carnecruda.es, hablamos con el director y la actriz de “Techo y comida”, la película nominada a los Goya que ha llevado la crisis española al cine y conectamos con voluntarios que han ido a Lesbos ayudar a los refugiados.

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