Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.
Marxismo y calcetines blancos
A mí me parece que lleva mucha razón, aunque tengo que admitir que mi formación política es más bien poética; he estudiado mucho más a fondo a César Vallejo que a Marx. Por eso, para entender algo, me veo obligado a recurrir a los ejemplos: como decía Francis Ponge, un poeta no da una idea, sino una cosa. Cuando veo arreciar las protestas porque “¡están desmantelando el Estado del bienestar!”, siento cierta desolación y me pregunto qué quieren conservar: ¿el Estado del bienestar o simplemente su propio bienestar? Porque, como usted dice, hay que ser muy miope (o mirar para otro lado) para no darse cuenta de cuáles son los cimientos de nuestro bienestar.
Una cosa es predicar (¡Alianza de Civilizaciones! Ja, ja,ja) y otra dar trigo (Ley de Extranjería). Cuando el PSOE (sí, el mismo PSOE que ahora se rasga las vestiduras) endureció más aún la Ley de Extranjería no vi ninguna marea verde ni blanca ante aquella ignominia. Es fácil sulfurarse por Guantánamo, que está alejado, y hacer la vista gorda ante el Centro de Internamiento de Extranjeros de aquí al lado, por ejemplo. Entonces no vi a tantos enfurecerse tanto, quizá porque reconocer igualdad de derechos significa perder nuestros privilegios (¿no es privilegio todo “derecho” que no reconocemos para los demás?). En ese caso, lo mejor es que se vuelvan por donde han venido y ya les enviaremos luego ayuda al desarrollo, ¿verdad? Y también “inversión productiva”, por supuesto siempre a cargo de los “incansables emprendedores filantrópicos”. Así, mientras sólo en Bangladesh 223.000 personas trabajan para Inditex, por ejemplo, nosotros podemos seguir comprando en Zara a muy buen precio, ¿verdad?
Como decía el poeta James Dickey de sí mismo y de los poetas en general: “We are not trying to tell the truth. We are trying to make it”: no intentamos decir la verdad, intentamos hacerla. Claro que mucho antes ya había dicho Karl Marx: “Los filósofos sólo han interpretado el mundo de diversas maneras. De lo que se trata, sin embargo, es de transformarlo”. Así que, después de todo, por suerte para mí, quizá el marxismo sea un pensamiento tan poético como político. Ese marxismo al que el PSOE, forzado por Felipe González, renunció ya en 1979, como quien se quita los calcetines blancos para que por fin le dejen entrar en la discoteca de moda, la distinguida, céntrica y europea Sala Transición.
