Janucá, la Fiesta de las Luces que los sefardíes celebraban hace siglos en Toledo y que es más antigua que la Navidad
Hace 500 años la ciudad de Toledo no contaba con las actuales luces navideñas en sus calles, pero el barrio judío sí que estaría iluminado con las velas de los candelabros que se colocaban en las ventanas de las casas con motivo de Janucá. La comunidad sefardí ya celebraba esta festividad que es más antigua que la Navidad y con la que “no es comparable” pese a la relevancia que tienen en ambas la gastronomía, la música o el ambiente familiar.
“Hay una coincidencia temporal y ambas utilizan la luz como símbolo, pero no hay paralelismo. Janucá tiene su origen en una fecha anterior casi 200 años al nacimiento de Jesús, quien seguramente lo celebraba”, explica Esther Bendahan, directora de Cultura del Centro Sefarad-Israel, una entidad que actualmente colabora con varias ciudades del país como Madrid, Segovia o Toledo en la realización de actividades ligada a la conocida también como Fiesta de las Luces.
Como muchas festividades judías, Janucá tiene un aspecto histórico y otro religioso. Bendahan explica que por una parte se rememora la victoria de los macabeos frente al rey Antíoco IV, quien “pretendía erradicar la religión judía”, y por lo tanto la independencia del dominio heleno. Y de otro lado, se celebra la reinauguración del Segundo Templo de Jerusalén -acto que explica también el significado del término Janucá, que se traduce como 'inaugurar'-, que se erigió de nuevo como pilar religioso judío tras haber sido destruido.
“Cuando va a inaugurar el templo ven que no hay aceite suficiente para encender el candelabro, en el que siempre tenían que estar encendidas las siete velas. Solo hay para un día y van en busca de aceite pero el candelabro se mantuvo encendido durante ocho días, que fue el tiempo que tardaron en traerlo. Es como un milagro simbólico que representa la victoria de la luz, la presencia de Dios”, describe Bendahan sobre el origen de la festividad.
Fechas y tradiciones
Janucá se celebra en Kislev, que es el tercer mes del calendario hebreo moderno y es paralelo a los meses gregorianos de noviembre y diciembre, según el año. En este 2022 la celebración se lleva a cabo del 18 al 26 de diciembre. El primer día se encienden dos velas, “la que representa la luz cotidiana y la que va a hacer el milagro”, que se sitúa en medio del candelabro, y cada día posterior se enciende una vela más.
Durante estos ocho días es tradicional comer típicas frituras de la gastronomía judía -por la relación de la festividad con el aceite- como latkes -tortitas de papas-, churros kosher, empanadillas, buñuelos, bizcochos o dulces de sartén. También se cantan canciones especiales, tales como Maoz Tzur, se hacen regalos a los niños o se juega al dreidel, una peonza de cuatro caras que para algunos rabinos conectan con cuatro exilios históricos de Israel.
Para la directora de Cultura del Centro Sefarad-Israel es “una buena noticia” que esta festividad se impulse de nuevo en algunas de las ciudades más representativas de la comunidad sefardí y se pueda “convertir en una tradición que ya existía antes en su propia historia”. “Probablemente, las calles de Toledo estarían iluminadas en las ventabas, así la fiesta se comunicaba al resto del mundo”, señala.
“Es un gesto que habla de ciudades abiertas, en las que todos participan y comunican sus propias creencias. Celebrarla conjuntamente es una forma de volver a ese Toledo abierto en el que todo el mundo cabía”, destaca Bendahan, quien recuerda que “hay muchas tradiciones” que se mantienen actualmente y que “tienen que ver con la comunidad judía”. “Por ejemplo, la idea del mazapán, que se elabora sin grasa animal y con azúcar, tiene su origen en esa convivencia”, apunta.
Reencuentro con el pasado sefardí
La celebración de Janucá en Toledo cuenta con la colaboración y el apoyo del Museo Sefardí y el Ayuntamiento de Toledo, que ha organizado distintas actividades junto a otra entidades para celebrar la Semana Sefardí -cuya celebración es el primer año que coincide con Janucá-. El concejal de Empleo y Fondos Europeos, Francisco Rueda, destaca que el acto central de Janucá en Toledo se lleva a cabo en la Sinagoga del Tránsito, donde este domingo día 18 se encenderá la primera vela del candelabro con una amplía participación de la comunidad judía residente en España.
“Era una fiesta común en las casas, absolutamente toledana, de la comunidad sefardí. La idea es recuperarla y reencontrarnos con ese pasado nuestro”, señala a este medio Rueda, quien recuerda que la celebración del año pasado fue “muy emotiva” pues contaron con un cantante sefardí que guardaba la memoria de que su familia había vivido en Toledo y “había salido tras las revueltas en el Corral de Don Diego”. “Es probable que sus antepasados hubieran hecho un acto parecido -y hubieran estado en la Sinagoga de Samuel ha-Levi”, resalta el edil.
Esta semana Toledo ha acogido también la Asamblea de la ‘Red de Juderías de España. Caminos de Sefarad’ -de la que forman parte 21 ciudades-. La ciudad, apunta Rueda, trabaja también con “un objetivo de identidad y turístico”, pues Toledo es “la Jerusalén de los judíos en Occidente”. “Queremos darle brillo y ponerla en el escaparate”, subraya en referencia a las actividades que han organizado como conciertos, un Ciclo de Cine Israelí o visitas guiadas a las sinagogas y al barrio judío de la capital castellanomanchega.
“Los sefardíes no son un pueblo del pasado. Siguen generando música, danza, cine... Queremos consolidar esta Semana Sefardí en Toledo”, recalca el edil sobre esta celebración en la que juega un papel esencial el Museo Sefardí, implicado durante todo el año en la realización de actividades enfocadas en la cultura judía y dirigidas también a la población infantil, como el cuentacuentos familiar 'No es Navidad, ¡es Hanukkah!'.
La directora del Museo Sefardí, Carmen Álvarez, destaca “la curiosidad que despierta ese aprendizaje sobre la cultura judía”, por lo que esperan que la celebración de Janucá y la Semana Sefardí “se convierta en una cita estable” y que “se identifique la judería como una parte del espacio cultural imprescindible” en la ciudad. Y es que, a su juicio, “Toledo no sería Toledo sin este patrimonio”.
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