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El “nexo subterráneo” entre Galdós y Buñuel que ‘Tristana’ fraguó en Toledo

'Tristana', de Luis Buñuel

Alicia Avilés Pozo

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Huérfana y rebelde. Ni amante ni esposa. Amputada y en busca de una emancipación imposible. Tristana se convirtió en uno de los personajes femeninos más desgraciados de Benito Pérez Galdós, con permiso de su Marianela, su ‘Desheredada’ o de Fortunata, cuando a finales del siglo XIX publicó la novela que llevaba su nombre. Siete décadas después, Luis Buñuel, la convertía en fotogramas. Le dio el rostro de Catherine Deneuve y trasladó la acción de Madrid a Toledo.

Con la realización de la película del cineasta aragonés se creó un “nexo subterráneo” entre Galdós y Buñuel que esta semana ha analizado Miguel Marías en el Museo del Greco de Toledo. El legendario escritor la publicó tres años antes de que naciera el maestro cinematográfico de Calanda.

El exdirector de la Filmoteca Española y del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Visuales (ICAA) ha participado así en la segunda edición de 'El Greco frente a la gran pantalla', que incluye ponencias y proyecciones.

Marías, quien nunca se ha considerado un crítico de cine, aunque del séptimo arte sabe y divulga, explica a elDiarioclm.es que tampoco con esta ponencia ejerce como crítico literario. Pero sí considera que la emancipación del personaje de Tristana es “más mental, interior y teórica que real”.

En esta novela, la protagonista, la “cojita” como la llama Galdós, al quedar huérfana, es recogida por Don Lope, un amigo de su familia, que ejerce de tutor pero que también intenta seducirla. Mientras se rebela contra ello, la joven se entrega a su pasión por Horacio, un pintor que tampoco acepta las ideas feministas de Tristana.

Pero en la búsqueda de su libertad, y tras perder una pierna, el destino de la joven hace que su dependencia caiga irremediablemente en manos de Don Lope. Ahí llega esa interpretación de Miguel Marías sobre su “espíritu libre” en lo teórico, porque “más le comenta a Saturna, su confidente, que le protesta a Don Lope”.

Por eso se muestra de acuerdo con Buñuel en que ‘Tristana’ no es una de las grandes novelas de Galdós pero sí desarrolla personajes “muy interesantes”.

Toledo estaba menos cambiado y resultaba más fácil para rodar simulando esa época de Madrid

Esa fue quizás la atracción que sintió el cineasta aragonés por la novela. Pero encontró que la ciudad de Madrid había cambiado mucho desde 1892 hasta 1970. Comenta Miguel Marías que por ello muchos expertos consideran que eligió Toledo. Su Casco Histórico, conservado a lo largo de los siglos estaba “menos cambiado y resultaba más fácil para rodar simulando esa época de Madrid”.

Particularmente, también opina que Buñuel era, ante todo, “un enamorado de Toledo”. En esta ciudad llevó a cabo su conocida Orden de Toledo, en la que también participaron Rafael Alberti, Salvador Dalí y Federico García Lorca, y que pese a su solemne denominación, básicamente se dedicó a recoger la tradición oral y vagar por las calles en busca de aventuras.

Por entonces, el cineasta aragonés ya había roto los esquemas del arte cinematográfico. Era un abanderado del surrealismo que posteriormente combinó con historias que bebían del realismo.

¿Cómo lo hizo con ‘Tristana’? “Como casi siempre que Buñuel adaptó una novela, al mismo tiempo fue fiel en líneas generales e introdujo cambios notables. La ‘Tristana’ de Galdós es más inocente, y el final de la novela es más positivo que el de la película. En cualquier caso, tampoco fue esta película lo más surrealista del cine de Buñuel”.

Tampoco comparte Miguel Marías que Galdós sea un modelo del realismo o del naturalismo. “Me parece mucho más libre y audaz, más osado y moderno, tanto con la cronología del relato como con la intervención de personajes o narradores externos a la trama o a la época. Creo que es un novelista mucho más del siglo XX que del XIX. Y sí creo que hay un cierto nexo subterráneo con el surrealismo profundo de Buñuel”, agrega. Explica asimismo que el paso de Buñuel por Toledo tiene “rastros pasajeros” en su ‘Tristana’, reflejados en las tertulias de café o en los “amigotes de Don Lope”,

“Pero la película no da ocasión para tratar de los fines de semana casi rituales de la Orden de Toledo ni mencionar sus condiciones de admisión ni las categorías entre sus miembros. Ni hay huella de la afición a disfrazarse de Buñuel, que al parecer se paseaba por la noche toledana tocado de fantasma”, resalta.

Lo que sí deja claro es que se trata de la primera “película de viejo” de Buñuel. Tenía sólo 70 años, pero esa edad ya era, por entonces, “demasiado avanzada para que dejasen dirigir las compañías de seguros”.

“Tiene, por un lado, una apariencia de facilidad y sencillez que encubre sus honduras y un profundo sentido de la narración cinematográfica. Hay también una simpatía de coetáneo por el lado noblote y anticuado y un poco subversivo, estrafalario y rebelde de Don Lope, quien, por otra parte, en su conducta con Tristana, es un abusador claramente mostrado como tal. De haber sido interpretado por otro actor que no fuera Fernando Rey hubiera podido resultar odioso en lugar de ambiguo”.

Miguel Marías encuentra “mucho más sentido del humor” en Buñuel que en Galdós. Eso analizando sus diferentes capacidades, ya que recuerda que ni la literatura y el cine son equivalentes, ni ambos autores fueron coetáneos.

Por todo ello, ve finamente “una cierta afinidad” entre ambos, sobre todo, “en el uso de la imaginación”; y también “en la profundización de las complejas psicologías de los personajes, y en la libertad con que saltaban de un punto a otro en la narración”.

De 1892 a 1970

Galdós publicó ‘Tristana’ en 1892, dentro del ciclo denominado “Novelas españolas contemporáneas”. Aunque, como dice Miguel Marías, no es considerada la mejor de sus novelas, la filósofa y ensayista María Zambrano, refiere en su manual ‘La España de Galdós’ que este libro merecía ser “la obra única de un autor”.

La ‘Tristana’ de Buñuel se estrenó en 1970 y se rodó en distintos escenarios de Toledo como la Plaza de Zocodover, San Pedro Mártir, Santo Domingo el Real, el paseo de Recaredo, la Estación de Ferrocarril (hoy del AVE) o el Cigarral Loreto. No fue la única novela de Galdós que adaptó: también lo hizo con ‘Nazarín’ y con ‘Halma’, está ultima renombrada como ‘Viridiana’ para el cine y donde también aparece un pequeño fotograma de Toledo. 

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