Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
Los estereotipos de género frenan profesionalmente a las científicas
Este martes, 11 de febrero, el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia cumple cinco años tras su creación, por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el objetivo de visibilizar a las profesionales del ámbito tecnológico y científico.
“Vamos por el buen camino”, asegura la investigadora de la Universidad de Alcalá, Dolores Ruiz Berdún, quien repasa algunas de las causas del actual techo de cristal que sufre el ámbito científico y tecnológico.
“Las niñas no cuentan con referentes femeninos ni en los libros de texto ni en los medios de comunicación y cuando por fin acceden a un puesto de trabajo necesitan algún tipo de respaldo para publicar sus investigaciones”, comenta Ruiz.
Las investigaciones acerca de las desigualdades de género en la ciencia utilizan el término 'efecto Matilda' para explicar la brecha laboral que parece imponerse en el sector. “Si una investigación la hacen varios investigadores, entre los que haya hombres y mujeres, ellos se llevan más créditos aunque las mujeres hayan tenido más peso”.
Además de las dificultades laborales, llegar a ciertos puestos se presenta como un camino lleno de impedimentos. “Perduran numerosos estereotipos, sobre todo teniendo en cuenta que quienes están dirigiendo los centros de investigación en general son hombres y son menos proclives a que vayan entrando mujeres”, añade Ruiz.
Según la investigadora, la brecha laboral responde a “los estereotipos de cuidados” que siguen relegando esta labor a las mujeres. “No se contempla todavía el reparto de tareas y, salvo excepciones, sigue siendo la madre la que pide excedencias largas a pesar de la nueva ley de permisos”.
Para disminuir estas diferencias, Ruiz aboga por “medidas más sociales” que modifiquen los roles de hombres y mujeres liberándolas a ellas del lastre de los cuidados. “Se deberían ofrecer más posibilidades de desarrollo personal y profesional. En la actualidad las mujeres retrasan la maternidad porque es muy difícil encontrar una estabilidad que asegure que puedes ser madre manteniendo tu trabajo. Es normal que las mujeres demoren tener bebés”.
En este contexto las nuevas masculinidades aparecen como un factor clave para conseguir una igualdad real. “Los hombres deberían tomar la iniciativa y solicitar responsabilidad en los cuidados de sus hijos e hijas con excedencias o permisos concretos”, asegura Ruiz quien recuerda que “para ser científico son necesarias muchas horas de las que no dispones si te encuentras en una etapa de la vida en la que te quieres reproducir. La gestación, el parto y la recuperación son procesos que solo viven las mujeres”.
Mujeres en la ciencia: de profesionales a víctimas de violencias como la obstétrica
La violencia obstétrica es una de las líneas de trabajo de Lola Ruiz quien recuerda que “hay violencia de género en todas las relaciones humanas” y concretamente en el mundo científico, los profesionales “utilizan ciertos medios para priorizar su trabajo frente al beneficio de las mujeres”.
Así nos encontramos con el surgimiento de la violencia obstétrica que se manifiesta, por ejemplo, “cuando no se respetan los tiempos de un parto y se provocan inducciones en días de diario para que no pille el fin de semana haciendo cesáreas que no hacen falta.”
Según Lola Ruiz, la educación vuelve a situarse como la solución más efectiva ante esta manifestación de desigualdad. “Es muy importante formar a los profesionales para que sean empáticos, respetuosos y para que prioricen los deseos de las mujeres ya que un parto no es una enfermedad ni una patología, es un proceso fisiológico.”
“Lo lógico sería que no tuviéramos que celebrar este tipo de días”
Visibilizar a las científicas y aumentar la presencia femenina en carreras universitarias de este ámbito, pasa por “hacer un esfuerzo a lo largo de todo el año, no solo centrarnos en el 11 de febrero o el 8 de marzo”.
Tal y como señala Ruiz, el papel del sector educativo es clave para la consecución de estos objetivos por lo que es necesario que los colegios e institutos adopten un papel activo creando charlas o juegos que “animen a las niñas a coger carreras de ciencia”.
“El panorama es bueno” aunque el cambio depende demasiado, por el momento, de las iniciativas individuales. “Que las mujeres estén presentes en las aulas depende de cada docente. En mis asignaturas procuro visibilizar a las científicas porque si no parece que no han existido”, explica la investigadora.
Desde las instituciones, Ruiz también hace referencia a la sororidad. “Las propias investigadoras deben reclamar sus derechos, tanto en sus puestos de trabajo como en los sindicatos u organizaciones”.
A pesar de los muchos deberes pendientes para próximas celebraciones del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Lola Ruiz espera un futuro prometedor. “Hemos avanzado y lo seguiremos haciendo, antes no se conocía prácticamente a mujeres científicas y ahora se van conociendo más y más”.
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