Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
“El sector privado vive de nuestros datos y la gente no es consciente de ello”
Mónica Arenas es la delegada de Protección de Datos de la Universidad de Alcalá, una figura “polémica”, explica, que nace tras el nuevo reglamento comunitario de Protección de Datos. Se trata de una figura obligatoria en el caso de entidades públicas como la universidad, y también para aquellas empresas del sector privado que manejen datos “sensibles a gran escala”. “Se trata de una figura independiente, que asesore en materia de protección de datos”, explica.
Arenas es experta en Protección de Datos, y basó su tesis en el Derecho Fundamental a la Protección de Datos en Europa. Cuenta con los conocimientos jurídicos para llevar a cabo esta labor, tal como lo señala el reglamento de la ley nacional. “La Agencia Española de Protección de Datos ha hecho una labor importante para certificar y dar seguridad a quien quiera ser esta figura”, recalca. En el Día Europeo de la Protección de Datos Personales tiene una serie de recomendaciones y advertencias para los consumidores.
“En el ambiente tan digital que existe y la poca percepción que hay de mantener la vida privada, tampoco existe sensación de que tenemos que proteger nuestra intimidad”, relata Arenas. Y es que, continúa, “vivimos en una exposición constante” y en esta coyuntura, el hecho de compartir información “no se concibe como un peligro”. “Es verdad que ha de ser algo natural, porque no podemos demonizar las redes sociales. Estamos abocadas a ellas, sí, la sociedad se va digitalizando, sí, pero hay que hacer todo esto con cabeza”, resume.
“Personalmente, creo que no estamos preparados para ello”, explica en alusión a todas las herramientas disponibles que existen: desde el móvil hasta las redes sociales. “La sociedad en la que vivimos viene muy fuerte, muy preparada al respecto, pero en cuanto a la percepción de privacidad, los más jóvenes ya no lo conciben como tal”, recalca la experta jurista.
De este modo, explica que ahora compartir una imagen ya ha dejado de ser algo “inusual”, sino que se hace de una manera completamente natural. “Nosotros podemos percibirlo de otra manera, pero las nuevas generaciones lo ven así: para ganar más 'likes' o más seguidores”, afirma.
La privacidad que se debe proteger
Ante esta situación, Mónica Arenas explica que es difícil que la privacidad se perciba como algo que se debe proteger. Para ello, propone distintas medidas, que empiezan por la concienciación de los usuarios. “Hacemos mucho hincapié en la concienciación y en el respeto. Tenemos que pensar en lo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros, pensemos en cómo no nos gustaría ser expuestos a los demás”, explica
El problema, recalca, no sólo está en lo que subimos o compartimos de nosotros mismos, sino lo que hacemos con información de terceros: “No nos damos cuenta de la repercusión que puede tener. Si somos respetuosos, entonces sí lo tenemos en cuenta”, explica Arenas. Las medidas a tomar son sencillas: ser “consecuentes” con lo que se hace en internet, saber qué significa el consentimiento, tener en cuenta el consentimiento de los terceros. “A veces parece que nos vamos al extremo, pero no es así, no significa no compartir información, sino utilizarla con cabeza, con sentido común”, explica.
Balanza
Imaginemos una balanza en la que en un extremo está la seguridad y en la otra la privacidad. “Pues siempre lo que gana es la comodidad, ni una cosa ni la otra”, lamenta Arenas. Hay muchas razones: las normas de seguridad son largas y complejas, con un lenguaje difícil de entender y “entonces ya no queremos leerlas”. “Yo quiero usar el servicio y ya está, entonces doy a aceptar sin leerlo. De este modo se está consiguiendo lo inverso al dar tanta información”.
Y esto, advierte, servirá para que el sector privado se aproveche de la situación. “La información es poder, sobre todo para el sector privado, porque el público busca dar un servicio a la sociedad. Pero el sector privado vive de nuestros datos y la gente no es consciente de ello, siempre gana la comodidad. Vamos a compartir, porque es mucho más cómodo que pensar en proteger la pivacidad. Nadie piensa que Facebook ha comprado Whatsapp a cambio de qué, y eso es importante porque siempre es a cambio de algo”, recalca.
Y es que nos gusta compartir nuestra vida, porque la realidad es que somos series sociales. “Pero encajar todo esto llevará tiempo. Y en Europa hay lobbies muy fuertes, a los que no les interesa facilitar que la información se ofrezca de manera más sencilla, no quieren que la gente lea y nos tienen contentos con los servicios que queremos. Pues entonces para qué nos vamos a complicar más”, lamenta.
Además, reconoce que si no aceptamos, por ejemplo, dar permiso al micrófono, a la cámara o las imágenes a nuestro móvil finalmente queda “inservible”. “Está programado de tal manera que te obliga a querer utilizarlo. Y ¿cómo no vas a querer utilizarlo si todo el mundo lo hace?”, concluye.
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