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Sobre este blog

La ecología es uno de nuestros principales intereses y es el centro de este blog: cambio climático, medio natural, desarrollo sostenible, gestión de residuos, flora y fauna, contaminación y consumo responsable, desde el punto de vista de periodistas, expertos, investigadores, especialistas y cargos públicos. También editamos la revista 'Castilla-La Mancha Ecológica'.

Contaminación digital: las emisiones de CO2 de las que nadie habla

contaminación digital

Lucía María de la Fuente

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¿Alguna vez te has preguntado cuánto contamina el mensaje de WhatsApp que acabas de enviar? ¿Cuánto daño causa no borrar los correos de tu bandeja de entrada? Otros meses hemos querido incidir en la contaminación atmosférica o de suelo, pero hoy hablaremos de una contaminación de la que apenas se oye hablar en los medios de comunicación o de la que no hacemos mucho caso, y es la contaminación digital.

Pero, ¿qué es exactamente? Es la contaminación producida cada vez que enviamos un correo electrónico, un mensaje, vemos un vídeo online y todas las demás acciones que conllevan usar internet. Muchas veces las miradas se centran en la producción de un aparato como puede ser un móvil inteligente, ya que es la fase en la que más se contamina por la extracción del mineral, los plásticos utilizados y la energía empleada. Pero, una vez que ya tenemos el móvil en nuestras manos, no paramos de enviar información a través de internet, que no deja de ser una infraestructura física en donde miles de cables, centros de datos y servidores están conectados entre sí.

Toda esta información llega a un centro de datos, el cual debe estar conectado las 24 horas del día (puesto que todo el mundo quiere tener sus datos disponibles en todo momento) y esto conlleva utilizar energía. Es decir, cada vez que enviamos un correo electrónico, este llega al centro de datos en donde es almacenado, pero permanece todo el rato encendido para estar disponible en todo momento. Las instalaciones que albergan todos estos datos deben estar refrigeradas y duplicadas por seguridad.

Para hacernos una idea de lo que esto supone, pongamos números: la Agencia Francesa del Medio Ambiente declaró en un estudio que un solo email con 1MB emite unos 19 gramos de CO2, por lo que si se tiene en cuenta el número de correos que se envía al día en el mundo, esta cifra ascendería a los 293.000 millones. Además, si ese correo lleva algún archivo adjunto, supondría como dejar encendida una bombilla un hora entera. Dicho de otra forma, si al año enviamos diariamente 20 emails, estaríamos contaminando lo mismo que un coche que realizara un viaje de 1.000 kilómetros. ¿Increíble, verdad?

Pero no todo se basa en los correos electrónicos: los vídeos online ya suponen un 1% de las emisiones que producimos con esta acción. Los mensajes que enviamos o escuchar música online también tiene efectos dañinos en el medio ambiente.

La contaminación “latente”

Además existe lo que se llama “contaminación latente”, que es la que se produce por el mero hecho de almacenar todos los datos como correos electrónicos en la bandeja de entrada. Esto equivaldría a cinco centrales nucleares en funcionamiento.

Otros estudios han constatado que el mundo digital y todo lo que conlleva representa el 4% de emisiones de gases de efecto invernadero, es decir, unas 1,5 veces más que el transporte aéreo. De hecho, si internet fuera un país, este sería el tercer consumidor de electricidad después de China y Estados Unidos.

Entonces ¿cómo podemos evitar esto? ¿Debemos volver al papel como antiguamente? La verdad es que no es necesario ser tan extremistas, pues con pequeños gestos esta contaminación puede verse reducida. Además de los más conocidos como reciclar correctamente los aparatos electrónicos practicando la economía circular, acciones como conectarse a la red WiFi en vez de usar datos móviles, limpiar nuestra bandeja de entrada de correos que ya hemos leído o que son inservibles, reducir la resolución de los vídeos que vemos en internet o desactivar su reproducción automática, son pequeños gestos que no nos suponen mucho esfuerzo pero sí una gran ayuda en la lucha en contra de esta contaminación silenciosa pero que causa daño anualmente a nuestro planeta.

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