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Cuando ser mujer y gitana supone ser doblemente discriminada

Cortes Muñoz, trabajadora social de Fundación Secretariado Gitano en Albacete

Lourdes Cifuentes

Los estereotipos que a lo largo de los años se han ido construyendo en torno a la figura de las mujeres gitanas provocan que, casi a diario, sufran discriminación. En este caso “una doble discriminación, por ser mujeres y por ser gitanas”. Es la realidad que cuenta, porque le llega a diario, Cortes Muñoz, trabajadora social de la Fundación Secretariado Gitano en Albacete. Hasta la Asociación han llegado casos de discriminación a mujeres gitanas en varios ámbitos de la vida.

Entre ellos el que sufría un grupo de chicas jóvenes que denunciaron un trato desigual en una panadería de la ciudad. “Nos decían que una dependienta no las atendía como lo hacía con el resto de clientes”. Ante esta situación decidieron hacer “una estrategia de investigación” y pudieron comprobar que lo que las jóvenes relataban era cierto. Éste es apenas una anécdota de los casos que le llegan a Cortes en los que estas mujeres son discriminadas por ser gitanas y que se dan en comercios pero también “cuando van a pedir un alquiler, o en entrevistas de trabajo”. El motivo: su aspecto físico. “Si se visten de una determinada forma que se asocia al colectivo gitano, al estereotipo que la sociedad a creado” y que confunde la cultura marginal con la cultura gitana.

Para luchar contra situaciones así han puesto en marcha el programa 'Calí' que pretende conseguir la igualdad de las mujeres gitanas. Calí significa mujer en caló, y es a la mujer a quien se dirige fundamentalmente este programa puesto en marcha por la Fundación Secretariado Gitano.

Se trabaja a través de tres ejes de intervención: la igualdad de oportunidades, que pretende ser alcanzado a través de la intervención directa con mujeres gitanas que se encuentran en situación de vulnerabilidad social; la promoción de la igualdad de género, que se trabaja a través de labores de sensibilización en materia de prevención de materia de género y asistiendo a las víctimas de violencia de género; y por último, la igualdad de trato en el que se lucha contra toda forma de discriminación.

Un año de su llegada a Albacete

Calí es un programa que lleva funcionando en Albacete cerca de un año. Casi 12 meses ofreciendo formación laboral o académica, pero también trabajando habilidades sociales y autoestima, y creando una red de apoyo entre mujeres que pretende el empoderamiento de éstas. En su camino se encuentran con mujeres que asumen la discriminación porque la han padecido desde siempre y no son pocas las veces que “se sienten avergonzadas e indefensas” ante este trato desigual que la sociedad les muestra. Es por ello que el programa Calí también trabaja para desarraigar los estereotipos que se confunden en el imaginario colectivo y que desvirtuan a la comunidad gitana.

Otra de las innovaciones del programa es el perfil de las mujeres con las que trabaja: mujeres gitanas en su gran mayoría, en situación de gran vulnerabilidad y en condiciones socio-laborales muy desfavorecidas. “Trabajamos la formación laboral, repaso de competencias básicas, lengua, matemáticas, etc., y definimos su orientación laboral, su perfil para encaminarlas hacia una formación ya sea académica (empezar clases de alfabetización para aquellas que no fueron al colegio) o hacer prácticas en empresas y aumentar su currículum”, añade Cortes.

En esta línea el programa quiere alcanzar la igualdad que requiere incorporar a los hombres gitanos y a la comunidad gitana en su conjunto, sensibilizando sobre cuestiones de igualdad de género y conciliación y también sumar alianzas de fuera de la propia comunidad gitana. Aunque advierte la trabajadora social de que esto no quiere decir que la toda la comunidad gitana sea machista, “ni todos los hombres gitanos son machistas. Esto también está cambiando” y con programas como el Calí “se conseguirá que ellas tengan su propia voz”.

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