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El adelanto pilla a Izquierda Unida y Podemos sin candidato ni acuerdo de coalición

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en una imagen de archivo.

Antonio Vega / Alba Camazón

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A Izquierda Unida y a Podemos en Castilla y León el adelanto electoral les pilla con el pie cambiado. La coalición allí no está aún cerrada, si bien ambas formaciones llevan varios meses trabajando para unirse tras los últimos fracasos electorales. El líder de Podemos en Castilla y León desde su nacimiento, Pablo Fernández, es un valor en alza en el partido, donde ha ascendido recientemente a portavoz de la formación estatal, dentro del equipo que lidera Ione Belarra tras la salida de Iglesias, pero de momento no hay cartel electoral. Este lunes, horas después del sorpresivo anuncio de Mañueco, Fernández anunciaba que su voluntad es “integrar” a la sociedad civil, con presencia de colectivos sociales y plataformas vecinales, de cara a configurar una alternativa que permita “poner fin” a 35 años de gobiernos del PP, marcados por “las corruptelas, la despoblación, el exilio y la pobreza”. El portavoz de Podemos incluso señaló que la cita en su comunidad será el “primer paso” del frente amplio de Yolanda Díaz, con la que pretende hablar para darle forma. El equipo de Díaz, que no milita ni en Izquierda Unida ni en Podemos, insiste desde hace tiempo en que su objetivo son las elecciones generales de 2023 y que el proceso de escucha comenzará a la vuelta de vacaciones.

Ambas formaciones, IU y Podemos, confían en que acierten las encuestas, que calculan que Unidas Podemos podría mantener los escaños de León y Burgos y obtener el de Valladolid que se les escapó en 2019. En los anteriores comicios, al concurrir por separado, no alcanzaron en Valladolid el 5% mínimo exigido.

Podemos e IU en Castilla y León arrastran malas relaciones desde el nacimiento del partido que lideró Pablo Iglesias y siempre han acudido a las distintas citas electorales separados, tanto a las locales como a las autonómicas. En las elecciones de 2019 no consiguieron alcanzar un acuerdo entre ambas formaciones, puesto que los dos partidos querían encabezar la lista por Valladolid. Al final ninguno de los dos consiguió representante por la provincia pucelana.

Izquierda Unida –que tenía un procurador y aspiraba a tener grupo propio en las Cortes– salió del hemiciclo y Podemos –que tenía diez escaños– sacó inicialmente solo el escaño burgalés, en manos de Laura Domínguez. Fue necesario esperar al voto en el extranjero y recontar en algunas mesas electorales donde se habían detectado errores para que el coordinador general de Podemos en Castilla y León, Pablo Fernández, obtuviera su escaño por León en detrimento de Ciudadanos.

Podemos perdió la práctica totalidad de su representación municipal y las dimisiones y crisis han sido la tónica en estos años, quedándose sin representación en la ciudad de León por la expulsión de su único concejal o con cambios en Burgos por dimisiones entre acusaciones cruzadas sobre el funcionamiento interno.

IU gobierna en solitario la ciudad de Zamora gracias a Paco Guarido y su mayoría absoluta. Sin embargo, Guarido siempre ha criticado la unión con Podemos, aunque respaldó a Alberto Garzón en las primarias celebradas el año pasado. En Valladolid, Izquierda Unida gobierna –a través de la plataforma Valladolid Toma la Palabra– con el PSOE por segundo mandato consecutivo. Ahora ambos partidos disponen de semanas para sellar una alianza electoral y emprender contra el reloj una alternativa a la izquierda del PSOE.

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