Alfonso, Jordi y Àngel, testigos de la homofobia que persiste
Alfonso Toledano era un empleado no sólo apreciado por sus compañeros sino también por la empresa por la que trabajaba, Zurich Services, que le había renovado el contrato hasta tres veces durante dos años. Un día se presentó en un acto social de la firma acompañado por su pareja, de su mismo sexo, y desde entonces denuncia que comenzó un calvario que terminó en despido.
Jordi Dorcas y su pareja, Àngel, quisieron pasar el fin de semana en un hotel de Vilanova i la Geltrú (Tarragona). Se habían pedido una suite, una habitación de matrimonio. El problema vino cuando al llegar al hotel, la pareja se encontró que la habitación de matrimonio no era para personas del mismo sexo. Jordi y Ángel ya han anunciado que pondrán una denuncia.
En catalunyaplural.cat hablamos con ambas víctimas de una homofobia que todavía persiste, y que incluso en algunos ámbitos, como el familiar, incluso repunta, tal como reveló ayer el Observatorio de la Homofobia.
Toledano: “Intentan atemorizarme, pero no me echaré atrás”
Toledano: “Intentan atemorizarme, pero no me echaré atrás”
¿Como fue el proceso que acabó con su despido?
Trabajé en Zurich sin problemas durante mucho tiempo. Incluso había sido felicitado por mis superiores repetidas veces. Pero todo cambió desde que un día me presenté en un acto social de la empresa con mi compañero.
Concretamente, ¿qué pasó desde aquel momento?
La directora cambió radicalmente su actitud respecto a mí. Durante seis meses intentó que me marchara de la empresa voluntariamente. Lo hizo primero con intentos de humillarme y después con desprecios y malas palabras en relación con mi trabajo.
¿Puede concretar un poco más en qué consistieron las humillaciones?
Sí. Me dijeron que tenía que hacer cada día una hoja de cálculo donde se indicara con toda precisión qué tareas realizaba.
¿Y lo hacía?
Sí, pero un día puse también el tiempo que dedicaba a ir al servicio. Al ver ese detalle la directora me llamó y delante de todos me abroncó. Decía que le estaba tomando el pelo. Ya no pude más, me dio un ataque de ansiedad y fui al médico, que me dio la baja. Dos semanas más tarde me llegó un burofax que me comunicaba el despido. Y no era casual el momento elegido.
En su opinión, ¿por qué le hicieron eso?
Yo había comunicado a mi superiora directa que al día siguiente hablaría con el responsable del departamento, que en la jerarquía está por encima de mi directora. Lo hice porque quería contar mi caso pero sin saltarme la cadena de mandos. Pero un día antes me comunicaron que me echaban.
Alfonso puso su caso en conocimiento del Observatorio contra la homofobia, que a su vez lo comunicó a CCOO, que es quien ha puesto la denuncia legal. La sección sindical de CCOO en Zurich pidió que el caso llegara a la dirección de Recursos Humanos y que se aplicara en todo caso el protocolo del Plan de Igualdad firmado por la sociedad. “Si hay un jefe o un compañero que no tiene respeto hacia otro compañero es la empresa quien debe reaccionar en lugar de despedir a la víctima”, decía la responsable del sector de seguros de CCOO de Cataluña, Helena Beltrán, en rueda de prensa.
La situación actual es que el gabinete jurídico de CCOO ha presentado denuncia pidiendo la nulidad del despido por discriminación sexual alegando una larga jurisprudencia al respecto.
Por su parte, la empresa ha negado los hechos y ha alegado que la causa real de la extinción del contrato del trabajador ha sido “la finalización de la obra por la que se había contratado”.
Y ahora ¿cómo está el caso?
Intentan atemorizarme desde la empresa. Hace poco me enviaron otro burofax en el que me instan a detener la campaña de Change.org. Pero yo no pienso echarme atrás, ¿que más me pueden hacer?
Llama la atención que en un sector con poca tradición haya una respuesta de los trabajadores tan positiva..
La gente se ha comportado siempre muy bien. Le pongo un ejemplo. El miércoles pasado por la mañana la empresa, por correo interno, envió un comunicado a la plantilla en la que instaba a todos a salir en defensa de la posición oficial en relación a mi caso. Bueno, pues en poco tiempo ya me habían pasado una copia de la misiva. Parece que hay nervios porque la compañía sabe que su posición se basa en tener buena imagen y estas actuaciones no se la dan.
“Hay un problema, la habitación que nos queda es matrimonial”
“Hay un problema, la habitación que nos queda es matrimonial”
- Hay un problema: la única habitación que me queda es matrimonial.
- ¿Y dónde está el problema?
- Pues que no se la podemos dar a dos hombres. La habitación matrimonial es sólo para un hombre y una mujer.
Todavía hoy es posible oír frases como esta y sufrir discriminaciones sexuales de este perfil. Es lo que les ha sucedido este pasado fin de semana a Jordi y a Ángel, cuando intentaron pasar la noche un hotel de Vilanova i la Geltrú, considerada la segunda ciudad gay de Catalunya. Indignados por este trato, pidieron la hoja de reclamaciones y amenazaron con llamar a la Policía Local para denunciar los hechos, a lo que el empleado de recepción respondió: “Si se van a poner así, se la doy y mañana ya me las tendré con mi jefe”.
La pareja renunció a la habitación, que por cierto era una suite, y se fue sin llamar a la Policía Local. Pero la denuncia ya está lista y la presentarán en los próximos días, según aseguró Jordi Dorcas a catalunyaplural.cat. Dorcas, que es miembro del PSC y forma parte de la comisión que el partido tiene sobre Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (LGTB), está decidido a reivindicar sus derechos: “Yo no quiero que lo echen de su trabajo, pero si no tiene conciencia, que pongan a alguien que sí que la tenga”, justificó.
Dorcas denunció lo sucedido a través de Facebook y habló también con personal del hotel para anunciarles que presentaría una denuncia por discriminación. Consultado por este medio, el director del hotel, Carlos Díaz, lamentó lo sucedido. Según dijo, no hay ninguna normativa del hotel que prohíba la entrada a parejas homosexuales: “Te lo puedes creer o no, pero es de lógica que siendo un hotel y estando a cinco minutos de Sitges, hace muchos años que tenemos clientes gais”, explicó. El responsable del establecimiento explicó que fue su abuelo quien, hace 40 años, contrató a la persona que ese día estaba de guardia y que sólo trabaja 4 horas al día y no lo pueden despedir porqué tienen el compromiso familiar. “Hemos hablado con él y todavía no entendemos lo que hizo”, concluyó Díaz, que aseguró estar muy afectado por lo sucedido.
Es más frecuente en bares i discotecas
El caso ya está en manos del Observatorio Contra la Homofobia. Su presidente, Eugeni Rodríguez, aseguró que no pasaba nada parecido desde el 1997 y que es muy raro sufrir discriminación en un hotel, especialmente desde que se aprobó la legalización del matrimonio homosexual. Otra cosa es, según lamenta Rodríguez, lo que ocurre en bares y discotecas, donde la discriminación es más habitual. Eugeni Rodríguez consideró que se trata de “un atentado brutal” y de un “caso muy grave”.