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Ciutat Vella se vuelca para salvar un gimnasio cooperativo de la especulación inmobiliaria

Una de las actividades del gimnasio Sant Pau del Raval en Barcelona

Yeray S. Iborra

Ernest Morera y sus compañeros –algunos con más de 25 años de servicio a la espalda– del gimnasio Sant Pau del Raval se enfrentan a una nueva batalla. “Otra vez nos toca luchar”, explica el exdirector del centro deportivo de Ciutat Vella, y ahora socio cooperativo del gimnasio. En el año 2012 asumieron la gestión del espacio donde trabajaban por un euro, además de todas las deudas que acumulaba la antigua gestora (50.000 euros). Ahora vuelven a verse con el agua al cuello: la familia Samaranch, propietaria del local y de la finca que lo rodea, los ha denunciado por impago. Quieren que sufraguen la deuda y se marchen para venderse la propiedad.

La cooperativa que gestiona este polideportivo de la Ronda Sant Pau 46, un histórico del barrio con 75 años de historia y que actualmente emplea a 17 familias, asegura tener el dinero para pagar a la propiedad, pero quieren garantizar la continuidad de la instalación para hacer frente a los cerca de 20.000 euros de deuda del alquiler. La familia Samaranch les ha ofrecido un año y medio de contrato –lo que para Morera sería “retrasar el problema”– o pagar la deuda y marcharse. “Nuestra propuesta: ponernos al día [del alquiler] en quince días y continuar”, explican en el manifiesto de la plataforma que han puesto en marcha para defender el centro, Salvem el Sant Pau.

Según fuentes del distrito de Ciutat Vella, el edificio tendría un precio de mercado de cerca de 15 millones de euros; situado en una zona de privilegio, en la frontera entre el Raval y Sant Antoni, la venta de toda la finca se podría disparar aún más. BComú, ERC y la CUP del distrito de Ciutat Vella hace meses que buscan soluciones al conflicto, aunque los últimos estira y afloja en el Ayuntamiento de Barcelona han enfriado las negociaciones. Fuentes cercanas a estas conversaciones aseguran que se ha llegado a plantear, incluso, la compra de la propiedad para garantizar la supervivencia del gimnasio y también para implementar alquiler social a las viviendas de la finca.

Desde la plataforma Salvem el Sant Pau, que este miércoles ha estrenado campaña con las reivindicaciones del centro deportivo, piden “no ser utilizados para el debate de presupuestos”. La petición de los trabajadores del gimnasio llega en un momento de máximo disenso entre los partidos de izquierdas del pleno de Barcelona. Ernest Morera asegura que BComú, CUP y ERC siempre se han mostrado dispuestas a apoyar al gimnasio y que han facilitado, entre otros, la llegada de una “ayuda” que sumaría cerca de un 5% del presupuesto del centro y que les habría permitido “enjugar parte de la deuda” con la administración por los consumos de energía del Sant Pau.

De hecho, dicha subvención les permitiría pagar consumos y sueldos pero es uno de los motivos –explican desde Salvem el Sant Pau– por lo que han relegado los pagos del alquiler, que ahora se han acumulado y han provocado la denuncia de la propiedad. El día 19 de noviembre se producirá el juicio con demanda de desalojo, que tiene ejecución prevista el próximo 1 de enero.

Un gimnasio “social”

Los usuarios del Sant Pau, un pequeño gimnasio en el Raval, lo definen como un centro “social”. Después de que los trabajadores asumieran la gestión del centro deportivo, el gimnasio ha ofrecido tarifas especiales para personas en situación de vulnerabilidad, tal como destacan fuentes de la cooperativa. Más de 400 niños en riesgo de exclusión social han pasado de forma gratuita por el gimnasio desde 2012.

Ernest Morera asegura que el gimnasio tiene “horarios especiales durante el Ramadán o vestuarios sin género”, y que es “el único gimnasio del Raval en el que puedes apuntarte sin haber regularizado los papeles”. Además, dan servicio a adolescentes que tienen acceso al gimnasio a cambio de un seguimiento de su expediente escolar. “Si llevan aprobados, pueden entrar sin pagar”, destaca Morera. El gimnasio de San Pablo cuenta con un 65% de migrados y ha colaborado con asociaciones como el Casal d'Infants del Raval o Generem.

El gimnasio asumió hace unos meses la subida del IVA cultural (del 8 al 21%) y la subida de consumos (180% de coste acumulado) pero, a pesar de los embates recibidos, los trabajadores siguen queriendo gestionar el espacio, por lo que convocaron un encuentro con vecinos y vecinas para reivindicarlo este miércoles; Salvem el Sant Pau pretende sumar el máximo de adhesiones a su manifiesto, además de promover “una campaña mediática para que la familia Samaranch acepte el pago y la continuidad del proyecto”. No hay un gimnasio cualquiera en juego.

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