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La manifestación de los que se organizan

Pancarta desplegada a La Rimaia reokupada en record de Pablo Molano

João França

“Hoy ha muerto el 15M de Barcelona”, escribía el pasado domingo Carlos Delclós, activista por los derechos de las personas migrantes. La muerte de Pablo Molano conmocionó a personas muy diversas que han hecho activismo en Barcelona. Era uno de tantos invisibles en los movimientos sociales de la ciudad. No era una cara conocida ni mediática, pero lo más probable era cruzártelo si frecuentabas ambientes activistas. Organizador de manifestaciones, creador de lemas, impulsor de plataformas. Molano ha dejado como epitafio su biografía en Twitter: “Ante la evidencia de la catástrofe, están los que se indignan, los que denuncian y los que se organizan. Nosotros estamos del lado de los que se organizan”.

Nacido en Bogotá en 1983, llegó a Barcelona al inicio de su adolescencia. Según explicó en una entrevista publicada esta semana por La Directa, su familia estaba implicada en movimientos guerrilleros en Colombia. Por eso su madre tuvo que abandonar el país y Molano se crió en Cuba. De esta trayectoria que lo trajo finalmente a la capital catalana bebe su espíritu libertario: “nosotros no hemos sentido el Estado como un garante de derechos ni nada por el estilo, sino como un enemigo que nos persigue”, cuenta en la misma entrevista.

Molano pasó por luchas muy diversas. En la universidad luchó contra Bolonia desde la UB Raval, de ahí pasó a defender un conocimiento autogestionado en la universidad libre La Rimaia, desalojada de tres edificios antes de llegar al definitivo. Defendió el derecho a la vivienda desde la ocupación, en primer lugar desde el Espacio Social Magdalenes, y luego vendrían muchos más. Trabajó en construir medios libres y autogestionados, como Okupem les Ones. Reivindicó los barrios para sus vecinos, en los últimos tiempos desde el Ateneu La Base en Poble Sec. Impulsó un nuevo movimiento antirepresivo al calor del 15-M, Rereguarda en Moviment, una red de seguridad ante tipos muy diversos de represión. En la plaza, durante el 15-M, dinamizó y dió herramientas a quienes se acercaban por primera vez a una asamblea. Y después de que el domingo pasado decidiera poner fin a su vida, sus amigos vieron que no había mejor forma de recordarlo que con una manifestación.

“Ante la evidencia de tu ausencia, nos organizamos”, rezaba la pancarta desplegada al final de la marcha de este sábado, que ha reokupado la última sede de La Rimaia. Desde la plaza Catalunya del 15-M, la marcha se paró ante la antigua sede del Banco Español de Crédito. Hoy convertida en Apple Store, fue durante unos días de 2010 un espacio ocupado que reivindicaba otro modelo de huelga, la del precariado, alejada de partidos y sindicatos clásicos. La fachada estuvo entonces decorada con letras de colores que decían “Esto no es crisis, se llama capitalismo”.

La marcha siguió hacia la UB Raval, bajando por la Rambla, un camino muchas veces barrado por la policía, recordando gritos de las luchas contra Bolonia. “La mani de Pablo son todas las luchas”, apuntaba el videoactivista Xapo Ortega ante el aluvión de viejos lemas coreados. Por el camino, la cara de Molano quedó plantada con spray por las paredes junto al lema “Poder Popular”. Con una visita al rectorado de la UB, se recordó el desalojo de la ocupación contra Bolonia, donde se tejieron complicidades y luego se sufrió la violencia policial, y de ahí se siguió hacia la segunda sede de La Rimaia, hoy convertida en un hotel. Y de ahí a la Carbonería, una okupación en el primer edificio construido en el Eixample, desalojada hace dos años.

Llegada a la última sede de La Rimaia, la marcha se paró para abrir una vez más las puertas. Ahí se desplegó la pancarta: “Pablo Molano se queda en el barrio”. “Esto es una grieta abierta en un mundo que se obstina horrible” y una invitación a usar el espacio con un grito: “porque todo es común”. Ahí duelo y celebración se mezclaban.

El Ateneu La Base, que este fin de semana cumplía dos años, ha dedicado toda la semana a vivir el duelo en común y convertir su fiesta de aniversario en una fiesta de despedida. “Lo hemos hecho a nuestra manera, reapropiándonos de la muerte y de sus rituales y ceremonias, de forma autónoma, confirmándose una de sus/nuestras hipótesis políticas: la imprescindible recuperación de la comunidad”, dicen.

El espacio comunitario se convirtió en sede del velatorio, y el miércoles la calle fue tomada por gente muy diversa que quiso acercarse. Los militantes con más trayectoria apuntan que hay momentos en qué las diversas familias activistas de Barcelona aparcan sus diferencias y se encuentran. El 15-M fue uno de ellos. El miércoles se acercaron a decirle adiós a Molano todos los que habían compartido luchas con él, anarquistas, cooperativistas, independentistas, comunistas, sindicalistas y hasta los que ahora ocupan el ayuntamiento y recibieron duras críticas de él. “Entre tanto dolor compartido hemos sentido la urgente y profunda necesidad de continuar luchando y creando poder popular”, concluye la familia de La Base.

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