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Catalunya declara la emergencia ante la peor sequía de su historia

Barcas de alquiler sobre el barro seco del pantano de Sau, en la provincia de Barcelona.

Pau Rodríguez

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Catalunya está oficialmente en emergencia por sequía. Más de tres años seguidos con déficit de lluvias han vaciado los embalses hasta el punto de que la Generalitat ha tenido que anunciar este jueves que más de 200 municipios, entre ellos toda el área metropolitana de Barcelona, entran en fase de emergencia debido a la falta de reservas hídricas. Así lo ha anunciado el president de la Generalitat, Pere Aragonès, que ha comparecido ante la prensa junto al conseller de Acción Climática, David Mascort.

El Govern llevaba desde otoño tratando de evitar este escenario, el más extremo dentro del Plan de Sequía, pero los pantanos del sistema de ríos Ter y Llobregat están ya por debajo del 16% de su capacidad, el umbral fijado para la emergencia. Es la primera vez en la historia que bajan de los 100 hectómetros cúbicos. “Sufrimos la peor sequía del último siglo”, ha insistido Aragonès, que ha querido agradecer los “esfuerzos conjuntos” de ahorro de ciudadanía, administraciones y tejido productivo. “Es cierto que son meses intensos, el preludio de tiempos vertiginosos que vendrán si la falta de lluvias sigue persistiendo, pero queremos transmitir un mensaje de tranquilidad y confianza”, ha proclamado Mascort.

La declaración, que entra en vigor este viernes, afecta al grueso de la población catalana, unos seis millones de habitantes que viven en Barcelona y su área metropolitana, pero también en otras ciudades como Girona, Mataró o Granollers. En total, son 202 municipios, los que reciben el agua del sistema Ter-Llobregat, y que se suman a la treintena de localidades –sobre todo en la comarca del Empordà– que ya estaban en alerta máxima desde el verano. 



La nueva fase conlleva restricciones a las actividades económicas y al consumo de los hogares. Sobre lo primero, se debe reducir un 80% el riego agrícola y un 25% el uso industrial de agua. También quedan paralizados los nuevos proyectos urbanísticos. En cuanto a los hogares, se reduce el consumo a 200 litros por habitante y día, aunque se trata de una media que deberá controlar el Ayuntamiento. 

Aunque no está fijado en el Plan de Sequía, algunos municipios ya han avanzado que también reducirán la presión del agua de los grifos. El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) comenzará haciéndolo en los cinco municipios que superan el umbral de los 200 litros por habitante. Lo que se descarta por ahora son cortes del suministro. 

Con todo, todavía son decenas los municipios que superan el umbral máximo permitido. La Generalitat ha felicitado sus esfuerzos, pero a la vez ha reconocido que ya ha abierto 100 expedientes sancionadores para los incumplidores. “No es fácil bajar de 600 litros por habitante, como consumían algunas localidades, a 200”, ha valorado Mascort.

La Generalitat también ha pasado la pelota a los ayuntamientos en cuanto al control del turismo, cuyos consumos se incluyen en el ámbito doméstico. Si un hotel o un camping gastan o no demasiada agua es algo que deberá decidir cada ayuntamiento en función de si dispara su media. “Hay ayuntamientos que han cerrado vestuarios de pabellones deportivos para compensar un consumo excesivo de alguna industria y así darle tiempo para reducirlo”, ha puesto como ejemplo el conseller. 

Las nuevas medidas se suman a las ya existentes, como la prohibición de regar jardines o llenar piscinas. E incluyen también una reducción del caudal de los ríos (el Ter, el Llobregat y la Muga) que ha indignado a los ecologistas por el daño que puede causar a sus ya mermados ecosistemas.

En cuanto a las multas a los particulares que incumplan las restricciones, dependen de los ayuntamientos. En el caso del Área Metropolitana de Barcelona, serán desde 30, 50 o 200 euros por lavar un coche, regar un jardín o llenar una piscina, respectivamente; hasta infracciones consideradas más graves que pueden ir de 750 a 3.000 euros. 

Ni barcos ni trasvase, por ahora

Mascort no ha querido avanzar escenarios ni predecir cuándo se podría entrar en la fase II de la emergencia, que se corresponde con un umbral de 67 hm3 en los embalses. Sobre si los pantanos que abastecen a Barcelona tienen reservas solo para 15 meses, el conseller ha asegurado que podrán alargarlo mucho más, y ha recordado que si no llueve y estos se agotan, esto no significará que la región se queda sin agua. A día de hoy, ha puntualizado, el 55% del agua que se consume en el sistema Ter-Llobregat procede de desaladoras y potabilizadoras. 

Tampoco ha adelantado Mascort cuándo está previsto fletar barcos para traer agua potable a través del Puerto de Barcelona. Sí ha reconocido que las conversaciones con el Ministerio de Transición Ecológica son “fluidas” y que se verá con la ministra Teresa Ribera el lunes. “Su predisposición a colaborar es máxima y seguro que encontraremos la fórmula si es necesario para traer agua”, ha resaltado.

Como hasta ahora, y pese a la situación extrema de falta de reservas, el Govern ha insistido en que no está sobre la mesa una conexión de las cuencas internas de Catalunya con el agua del Ebro. Según el conseller, no serviría para reaccionar a la sequía actual, puesto que las obras estarían listas en 2025, y de cara al futuro ya cuentan con el plan de aumentar la capacidad de generación de agua a través de nuevas desaladoras como la de Tordera o potabilizadoras como la de Foix.

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