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ENTREVISTA | Jenn Díaz (ERC)

“Hace tiempo que pienso que tenía que aprovechar mi altavoz para denunciar en primera persona la violencia machista”

La diputada de ERC Jenn Díaz revela que fue víctima de violencia machista

Pau Rodríguez

La diputada Jenn Díaz (Barcelona, 1988) ha subido este jueves al atril del Parlament de Catalunya para declararse “superviviente” de la violencia machista. Ante el hemiciclo catalán, esta diputada de ERC ha reconocido haber sufrido malos tratos, tanto físicos como sobre todo psicológicos, hace diez años, por parte de la pareja con la que entonces convivía.

Su afirmación como víctima de violencia machista le ha valido el apoyo de casi todos los diputados y múltiples muestras de ánimo en las redes sociales. Su objetivo, cuenta en esta entrevista, era aprovechar un altavoz como el de la política para hacer llegar a cuantas más mujeres mejor que cualquiera de ellas puede sufrir malos tratos y que el testimonio es una de las mejores armas para combatirlos.

¿Por qué ha decidido contar su experiencia ahora?

Hace tiempo que pienso que tenía que aprovechar mi altavoz para denunciar en primera persona la violencia machista. Cuando hace tres años publiqué mi primer libro de relatos 'Vida familiar' había dos o tres cuentos que iban sobre mi experiencia. Lo hacía un poco público aunque no explicitaba que era yo. Entonces me dije que si alguien me preguntaba sobre los relatos, haría la denuncia, pero no debía estar preparada porque no fui capaz de reconocer que me había pasado a mi.

Desde entonces hasta ahora he hecho un trabajo de lucha desde el feminismo y supongo que tengo más conciencia de lo que significa ser mujer en esta sociedad. También estaba convencida de que en mi vida política [consiguió escaño por ERC en las elecciones del 21D] usaría este altavoz para contar mi testimonio.

¿Tenía meditado hacerlo en su intervención de este jueves?

La semana pasada decidí que quería llevar la moción sobre actitudes negacionistas sobre la violencia machista, pero en un primer momento no pensaba que haría esta intervención. Quería limitarme a leer ejemplos y titulares, experiencias como el 'Cuéntalo'... Pero este fin de semana decidí que había llegado la hora.

¿Qué valor tiene que una diputada relate desde el atril de un Parlamento que sufrió malos tratos?

El altavoz de la política es suficientemente alto y hacerlo en el Parlament le da a la denuncia una formalidad y una repercusión que ayuda mucho al motivo por el que lo he hecho, que es que haya mujeres que puedan sentirse identificadas con mi relato.

Desde que hice mi ejercicio de autorreconocimiento como víctima, una de mis obsesiones es que me costó mucho hacerlo. Me parecía que una mujer maltratada tenía que cumplir con cierto perfil: de clase baja, madre de familia, sin formación ni poder adquisitivo, con un marido que la pegara cada día... Me costaba mucho identificarme con esto. Es un poco lo mismo que ha pasado con las agresiones sexuales, que durante años solo hemos considerado las violaciones cuando eran vaginales. Que la violencia física, si no es continuada, no es suficiente para ser víctima. Y en mi caso fue solo en dos ocasiones en las que fue física, así que me parecía una cosa puntual.

Una de las cosas que ha querido dejar claro precisamente, con sus múltiples ejemplos antes de contar su caso, es que no hay un perfil concreto de víctima.

Desde los cánticos en el Benito Villamarín a asesinos, pasando por la violencia más cotidiana. Quería mostrar a las mujeres -víctimas, supervivientes y las que no han sufrido violencia- que no tenemos un único perfil. Que no tenemos nacionalidad, ni lengua, ni ideología ni oficio. La violencia machista solo tiene género, nada más. Y decir también que con una vez ya es suficiente para ser víctima.

¿Qué respuesta ha obtenido por parte de sus compañeros diputados al bajar del atril, más allá del aplauso de la mayor parte del hemiciclo?

Los diputados con los que tengo una relación más íntima ya sabían lo que diría. Les avisé porque necesitaba saber que estaría ahí, que eran conscientes de lo que iba a hacer. Pero la inmensa mayoría no lo sabía, aunque Sergi Sabrià [presidente del grupo parlamentario], sin dar explicaciones, pidió que todo el mundo estuviera. Luego diputados de todos los colores me han apoyado y han sido muy generosos y comprensivos. Han entendido que era un acto de valentía y no un uso partidista de la violencia.

No todos. Ha habido diputados de Ciudadanos que no han aplaudido. ¿Le ha dolido?

Me sabe mal que no hayan mostrado un apoyo explícito en el hemiciclo porque creo que muchos diputados y diputadas de Ciudadanos hubieran querido aplaudir, pero tienen esta lógica de bloque y al ver que los líderes del grupo no se levantaban, se han quedado sentados. Son víctimas de esta mala gestión. Para nada pretendo capitalizar nada como ERC, sino hacer una denuncia como testimonio, que es una de las armas más potentes de la lucha feminista. De hecho, uno de los ejemplos que ponía eran sobre Inés Arrimadas, precisamente para demostrar que esto no va de un proyecto político, partido o ideología. La violencia es suficientemente grave como para no tomar decisiones en clave electoral.

Dice que tardó años en reconocerse como víctima de la violencia machista, pese a que hubo malos tratos psicológicos e incluso físicos. ¿Qué trabajo hizo hasta llegar a asumirlo?

Quedará muy panfletario, pero me ha salvado leer y escribir. De la misma forma que el testimonio es una herramienta que tenemos las mujeres, leer muchos libros escritos por mujeres hace que tengas referentes de muchos tipos. Mi empoderamiento ha sido a través de la literatura. Contarte al mundo a través de la cultura es un ejercicio constante de ponerte en la piel del otro. La escritura y la lectura me han dado herramientas para entender. Y claro, los últimos años sobre todo he ejercido la militancia feminista muy conscientemente, he leído, me he informado y me he hecho fuerte hasta el punto de haber podido contarlo en el Parlament.

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