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ANÁLISIS

Gestión de una mala praxis: tarde y mal en el caso Dalmases

La presidenta del Parlament, Laura Borràs, acompañada por su compañero de partido, Francesc de Dalmases, en el Parlament.

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En política, como en la vida, la mayoría de las crisis nos las autogeneramos nosotros mismos. Somos nuestro peor enemigo. Excesos verbales, comentarios desafortunados, presiones, acoso… La mayoría de personas son plenamente conscientes de cuando han actuado mal. Ante esta tesitura tenemos dos formas de proceder: pensar que nuestra actuación no trascenderá a la luz pública y hacer como si nada hubiese pasado o reconocerlo rápidamente y actuar en consecuencia. 

La segunda opción suele ser siempre mejor que la primera. Te garantiza llevar la iniciativa y evitar navegar a la deriva cuando llegue el temporal. Además, una disculpa rápida suele tener efectos balsámicos y minimiza los daños posteriores. Como decía el padre de una de las víctimas del accidente del Alvia del que de aquí tres días hará 9 años: “Si a mí me piden disculpas me quedo sin argumentos”. Las víctimas de cualquier situación lo que más necesitan en un primer momento es una disculpa, que es lo que casi nunca reciben. 

El diputado de Junts Francesc de Dalmases, según publicó este diario y Nació Digital, después de una entrevista a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, en el programa Faqs de TV3, cogió a una periodista del brazo, la cerró en un despacho y la increpó reprochándole que los periodistas hubiesen hecho preguntas “no adecuadas”. 

Cuando accedes a ir un plató de televisión y estás inmersa en una situación delicada como Laura Borràs, es mucho mejor dedicar el tiempo a preparar un buen argumentario, con todas aquellas preguntas que desearías que le hiciesen a tu rival político si se encontrase en el mismo lugar que tú. Y ensayar cómo dar respuesta a las más complicadas y, sobre todo, cómo controlar las emociones si la entrevista coge un camino que no es el que deseamos. Es decir, centrarnos en hacer lo mejor posible nuestro trabajo y dejar que los periodistas hagan el suyo, que es hacer preguntas, gusten o no a los interlocutores. Su trabajo, al fin y al cabo, no es o no debería ser dar masajes sino cuestionar al poder. 

Este tipo de situaciones han sucedido siempre. Y las llevan a cabo personas que tienen una manera muy particular de entender el poder, un ego excesivo y temor a que se sepa la verdad. También lo hizo en su día el entrenador José Mourinho con el periodista Antón Meana. Y también, como Dalmases, actuó rodeado de su gente, dejando solo al periodista. Ni a Dalmases ni a Mourinho los paró ninguno de sus colaboradores. 

Una vez salen a la luz pública las informaciones que le ponen en la diana, Dalmases y Junts siguieron con el manual de lo que no se debe hacer en una situación de crisis. Es muy habitual en estos casos tratar de minimizarlo, quitarle hierro esperando a que el globo se pinche. “Lo que pasó es una discusión profesional entre el equipo de la presidenta y el programa. En ningún caso hubo ningún comportamiento agresivo”, verbalizaron desde Junts. Pero no se conformaron con minimizar, como se ha sabido hoy, dieron un paso más. Laura Borrás presionó a la periodista para que exonerase públicamente a Dalmases. 

Pero en crisis como esta, el globo nunca se pincha, sino que se hincha a toda velocidad. Aparte de los dos medios que habían publicado la noticia el resto también se hizo eco, los partidos empezaron a opinar y Twitter echaba humo. Ya tenemos el fuego a todo gas. La presión cada vez es más intensa. Dalmases hace este tuit pidiendo disculpas. 

“Pido disculpas a quien se haya podido sentir ofendido” no sería la frase más adecuada para disculparse. Además de la disculpa pública, la más importante siempre es la disculpa privada. Puede que ya la haya hecho, lo desconozco. En caso de haber sido así, hubiese sido bueno añadirlo en el tuit. En comunicación de crisis el orden de los factores sí altera el producto. ¿Qué hubiese pasado si el lunes siguiente Dalmases se hubiese disculpado con la periodista y el equipo del programa?

El problema es que solo movemos ficha cuando nos ponen en el punto de mira. Y entonces actuamos reactivamente, no tenemos la iniciativa y perdemos el relato. La crisis se va haciendo larga y es más difícil de sobrellevar. El caso Dalmases lleva cuatro días en la agenda política y mediática. El jueves anunció que dimitía “temporalmente” como portavoz en la comisión de la CCMA, organismo que gestiona los medios públicos y Junts anunció que le abrirá un expediente informativo.

La crisis continúa y los efectos que puede acarrear todavía no han acabado. A Boris Johnson le pasó una factura elevada seguir un sistema muy parecido en la crisis de las fiestas en Downing Street durante la pandemia. Ya conocemos su final. 

Cuando antes asumimos el error, más opciones tenemos de evitar males mayores. En una crisis, no solo importa qué sucede sino cómo gestionamos lo que sucede. Una buena gestión nos puede mantener a flote y una mala puede acabar hundiéndonos. La pregunta es ¿por qué si la historia demuestra que actuar tarde y mal no funciona se sigue optando por este camino? 

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