Catalunya sería mucho peor sin el papel histórico del PSC. La unificación en 1978 de los dos partidos socialistas de matriz catalanista y la federación catalana del PSOE alumbró una fuerza política que seria decisiva para cohesionar la sociedad. Junto a los eurocomunistas del PSUC, el Partit dels Socialistes Catalans conjuró, desde la izquierda, el fantasma de las dos comunidades en Catalunya. Al inicio de la transición, el gran riesgo era que la sociedad catalana se partiera en dos, entre la comunidad de origen y la que tenía sus raíces en la inmigración procedente del resto de España. Fue una conquista del conjunto del país, fruto de la visión y la generosidad de muchos, pero el PSC fue decisivo.
El PSC lideró la transformación de las ciudades y los barrios que eran punto de encuentro de las dos comunidades; se implicó a fondo en la normalización lingüística y aportó, junto a Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), el contenido social al catalanismo. Conectó con amplias capas de la población, lo que le dio un extraordinario poder institucional. Pero todo esto es historia. Hoy el PSC es un partido sumido en una profunda crisis de identidad y que se enfrenta al riesgo cierto de perder su principal conquista, la que logró hace 35 años, en 1978.
Las voces que defienden la ruptura entre el PSC y el PSOE, o han olvidado la historia, o apuestan por la confrontación, por una Catalunya partida en dos comunidades. Porque si PSC y PSOE rompen, no sólo se derrumba el mayor puente político ente Catalunya y España, sino que perdemos un puente crucial entre los propios catalanes. Así lo reconoció la ERC de Josep Lluís Carod-Rovira cuando por dos veces aupó al PSC a la presidencia de la Generalitat.
El PSC tiene el difícil reto de encontrar su espacio en el nuevo escenario político en Catalunya, donde la hegemonía ya no está en el catalanismo. Y el PSOE tiene la responsabilidad histórica de ayudar al PSC, y a millones de catalanes, a encontrar una salida, una tercera vía, a la disyuntiva entre la independencia y la insostenible relación actual entre España y Catalunya. Si no, si PSC y PSOE rompen, será un tremendo fracaso y quizás dentro de 35 años alguien escribirá que aquel día Catalunya renunció a una de sus mayores conquistas.
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