Carme Forcadell, amazonas de la independencia

Carme Forcadell y Lluís (1956), junto con Muriel Casals, Teresa Forcades y Ada Colau, se han convertido en un santiamén en las amazonas catalanas del siglo XXI. Emulando las legendarias guerreras de la mitología griega, Forcadell ejerce de Hipólita, también conocida como Antíope, aunque en este caso su reino es la Asamblea Nacional Catalana y su lucha es la independencia de Catalunya.

Licenciada en filosofía y en ciencias de la comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona y máster en filología catalana por la misma universidad, ha trabajado para TVE Catalunya y ha colaborado en diferentes medios de comunicación; también ha trabajado de funcionaria del Departamento de Enseñanza como coordinadora de normalización lingüística y asesora de lengua, interculturalidad y cohesión social. En el campo político, es militante de ERC y fue concejal de esta formación en el Ayuntamiento de Sabadell. También es miembro de la Comisión de la Dignidad y socia de la Plataforma por el Derecho a Decidir. Desde 2012 preside la Asamblea Nacional Catalana.

Esta xertolina, casi desconocida para el gran público hasta hace poco, se coronó como referente independentista catalán después de sacar un millón y medio de ciudadanos a la calle para pedir la independencia. Un gesto impensable hasta entonces, que ha condicionado y condiciona la agenda política ya no sólo catalana, sino también la española. La historia de este resurgir independentista viene, sin embargo, de más lejos: en 2005 el pueblo de Catalunya vota un Estatuto en el Parlament y después en referéndum, que posteriormente es impugnado en el Tribunal Constitucional que en sentencia anula hasta a 14 de sus artículos, reinterpreta 27 y pone peligro el sistema de inmersión lingüística que, hasta el momento, ha funcionado con éxito en Catalunya. Todo ello y desde entonces, la suma de independentistas crece hasta llegar a la marcha organizada por Forcadell y su equipo.

Por otro lado, la media España que, desde siempre, se ha dedicado y se dedica a matar moscas a cañonazos, presiona para liquidar la ANC y con ella la Carme Forcadell. Ella, que no habla como un gran político, juega con la ventaja de tener las ideas claras y se limita a pedir a los suyos, que son cada vez más numerosos, calma y no caer en provocaciones. Después de que se filtrara la hoja de ruta de la Asamblea donde se dibujan los posibles escenarios para después del 9 de noviembre, la España de siempre y algunos más ha comenzado a afilar cuchillos ya pedir, entre otras cosas, ilegalizar la plataforma y apresurar su sus dirigentes. Resolver los conflictos a modo de guillotina, más propio del Reinado del Terror francés, no parece la mejor manera de canalizar un problema que, a golpes de estupidez, se va haciendo más grande. Los que piden el diálogo para deshacer el nudo de la confrontación, catalanes y españoles, observan impotentes cómo la bola de nieve se hace mayor y la avalancha casi imparable.