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El Govern responde con contención a la sentencia mientras la protesta en la calle se inspira en Hong Kong

Manifestantes frente a los Mossos en el Aeropuerto del Prat

Arturo Puente / Pol Pareja

Calma desde las instituciones pero contundencia en las calles y altercados en el Aeropuerto del Prat. Esta ha sido la receta que este lunes ha ensayado el independentismo para responder las condenas de sus líderes a penas de entre 13 y 9 años de prisión. En el Govern había cundido la idea de que el Gobierno de Pedro Sánchez buscaba razones para llegar a las elecciones habiendo aplicado el 155 en Catalunya, por lo que los partidos se han conjurado para no dar excusas. Los propios presos había reclamado administrar con sensatez y sin convertirlo en una jornada divisiva.

Pero, a la vez que esto, desde el movimiento también habían advertido de que cualquier veredicto que no fuera una absolución supondría “un antes y un después”. Y así ha sido, al menos, en lo que a la tipología de las protestas se refiere. Poco después de las 13 horas, mientras el president Quim Torra denunciaba la sentencia del Supremo como “un acto de venganza, no de justicia”, varios miles de manifestantes acudían hacia el aeropuerto de El Prat con el objetivo de colapsarlo. A última hora de la tarde varios manifestantes han montado barricadas y se han sucedido los lanzamientos de objetos y las cargas policiales. Varías vías ferroviarias y arterias de Barcelona estaban ya cortadas o funcionando de forma intermitente.

El intento de sabotear, mediante sentadas, cortes o por saturación de afluencia, algunas de las infraestructuras estratégicas para la movilidad es una acción de clara inspiración en las protestas que este verano ha protagonizado la ciudadanía de Hong Kong y que el grupo Tsunami Democràtic preparaba hacía meses. Esta tipología de protestas supone, además, una evolución estratégica evidente respecto a las movilizaciones basadas en la realización de performances masivas que, desde el año 2012, venía protagonizando el soberanismo catalán.

La nueva tipología de la protestas ha llegado al escenario catalán impulsada por organizaciones y campañas de nuevo cuño. Ya no son Òmnium y la ANC quienes reinan en los días de manifestación en Catalunya, sino grupos como los CDR, Pícnic per la República o el Tsunami Democràtic. Este último, una nueva marca activista que se ha mantenido en el anonimato y que en los últimos días había conseguido sumar a más de 150.000 personas en un grupo de una aplicación de mensajería, es quien este lunes ha movido a los manifestantes al aeropuerto.

El traslado de las movilizaciones hasta el aeropuerto de Barcelona ha generado un auténtico caos en el recinto, donde se han vivido cargas y momentos de muchísima tensión inéditos hasta la fecha. Los agentes antidisturbios se han desplegado ampliamente por todos los vestíbulos y accesos del aeropuerto Josep Tarradellas y han cargado en varias ocasiones contra los manifestantes.

El Prat, colapsado desde mediodía

Cerca de las 13:30 h ya había largas retenciones en las carreteras para acceder a la zona de salidas: los Mossos vigilaban uno por uno todos los vehículos y registraban las motocicletas que trataban de llegar al aeropuerto. A medida que avanzaba la jornada se aglutinaba más gente en los accesos, protegidos fuertemente por varios agentes que requerían el billete de avión a cualquier viajero que pretendiera acceder a las instalaciones.

Sobre las 17h. de la tarde ya había decenas de miles de manifestantes en los aledaños de los aeropuertos y los vuelos cancelados se contaban por decenas. La movilización dejaba atónitos a los turistas, que se veían bloqueados en el aeropuerto sin poder desplazarse hasta la ciudad. Era el caso de Chen Ying-Siu, una taiwanesa que buscaba un taxi y se preguntaba cómo podría llegar a su hotel. “He venido por trabajo y ahora mismo no sé ni si podré salir del aeropuerto”, se lamentaba mientras miles de manifestantes pedían la libertad de los políticos catalanes en prisión.

Si los problemas para salir del aeropuerto afectaban a casi todos, la situación para entrar también era harto complicada. Todos los accesos por carretera estaban cortados y los taxis y autobuses dejaban a los viajeros a varios kilómetros del aeropuerto. También la mayoría de puertas para entrar a la terminal de salidas estaban bloqueadas. Durante la tarde se veía un reguero de viajeros arrastrando su maleta, bajo la lluvia, por el medio de la autopista mezclados entre una columna de manifestantes que no paraba de llegar a las instalaciones.

“Alguien nos debería haber avisado”, se quejaba, visiblemente molesta Kathie Hensley, una americana que lleva unos meses viajando por Europa. La mayoría de extranjeros vivía con miedo los enfrentamientos entre manifestantes y agentes de la policía y temía por su seguridad. En algunas ocasiones, los agentes de la policía han escoltado a grupos enteros de viajeros que intentaban entrar al aeropuerto y no lo lograban porque casi todas las puertas habían sido bloqueadas por los manifestantes, que han situado decenas de carros en las puertas giratorias para encallarlas.

A parte de algunas cargas en uno de los vestíbulos, las escenas de mayor tensión se han vivido sobre las 17:30h en el exterior, justo delante de la zona de salidas. Los manifestantes han rodeado a un grupo de agentes de la Policía Nacional y estos han respondido con duras cargas indiscriminadas, en las que también han agredido a diversos periodistas que iban debidamente identificados. Había miles de manifestantes y la tensión no paraba de aumentar a pesar de las cargas. Finalmente los agentes han disparado salvas para ahuyentar a los concentrados, una medida que sólo ha conseguido desplazaros ligeramente.

Sobre las 18:30 todavía llegaban centenares de manifestantes al aeropuerto mientras algunos emprendían su marcha a casa, exhaustos tras una jornada de carreras y tensión y después de haber caminado la decena de kilómetros que los separa la estación de metro de Bellvitge del aeropuerto de la capital catalana. A pesar de que muchos se iban, otros tenían intención de quedarse hasta el miércoles. “Tenemos que irnos relevando para alargar el bloqueo”, señalaba un joven manifestante.

Pasadas las 20h. se han vivido los momentos de mayor tensión. Los enfrentamientos entre los manifestantes y los policías desplegados en el aeropuerto han aumentado en agresividad y las persecuciones se han trasladado ahora al parking de la T1 y a sus aledaños, donde los manifestantes han tirado objetos y piedras a los agentes y los han rociado con extintores. La respuesta de los agentes también ha subido de tono y las cargas han sido más duras, con algunas detenciones.

Los manifestantes, muchos encapuchados, han montado barricadas en el exterior del aeropuerto y persisten en sus enfrentamientos con los Mossos y agentes de la Policía Nacional. Las persecuciones tienen lugar ante la mirada atónita de muchos turistas y viajeros, que siguen sin saber cómo salir del recinto. Tsunami Democràtic ha desconvocado la protesta pasadas las 21:45h, aunque se han mantenido algunos altercados en la zona del parking, mientras la terminal se iba desalojando.

Pleno específico y manifestación en dos semanas

La respuesta política e institucional ha sido de mucha menos intensidad que la organizada por el Tsunami Democràtic en el aeropuerto. El pacto de los partidos prioriza “preservar las instituciones”, lo que significa evitar a toda costa que la Generalitat pueda ser intervenida mediante el 155 o con cualquier otra ley que pueda reducir el autogobierno catalán. Por esta razón la comparecencia de Torra, con todo el Govern y varios miembros del Parlament, ha sido contundente en la denuncia de la sentencia pero muy difuso sobre los siguientes pasos a dar.

“Se han inventado hechos y se ha construido un relato falso para poder cometer un acto de venganza, no de justicia”, ha indicado el president, que se ha comprometido a avanzar “sin excusas” hacia la república catalana y a enfocar la reivindicación de su Govern en la amnistía para los condenados. Por la tarde, Roger Torrent ha reunido al conjunto de los presidentes del Parlament para leer un manifiesto en el que han afirmado que las condenas son contra “los legítimos representantes de los catalanes”.

Después de que los partidos acordaran vehicular cualquier respuesta a la sentencia a través del Parlament, Torrent anunció este fin de semana que tenía previsto celebrar un pleno específico para ello, aunque aún no tiene fecha. Esta decisión es relevante porque, en un pleno con este formato, los grupos pueden presentar propuestas de resolución y, con toda probabilidad, algunas de ellas podrían hacer referencia al derecho a la autodeterminación. Una circunstancia que no es sencilla para el propio Torrent y otros miembros de la Mesa, a los que el Constitucional les ha advertido de posibles consecuencias penales sí aceptan debatir sobre estas iniciativas.

Más allá de lo que pasaba en el aeropuerto, la manifestación clásica no ha desaparecido del imaginario catalán. Junto al Govern y a los presidentes históricos del Parlament, los sindicatos mayoritarios y un centenar de entidades sociales han comparecido también para anunciar que se sumarán las organizaciones independentistas en una manifestación por la libertad de los condenados, el próximo 26 de octubre. El plan de las entidades es que la marcha que tendrá lugar en dos semanas sea más masiva que ninguna de las celebradas en los últimos meses.

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