Diada 2018, una exhibición de fuerza sin un plan definido
El independentismo ha vuelto a hacerlo. Ni la frustración por una declaración de independencia nunca implementada ni la falta de un calendario concreto ni las divergencias entre los partidos para fijar una estrategia conjunta han frenado las ganas del independentismo de salir una Diada más a la calle para demostrar que el suyo no es un movimiento coyuntural. Ya son siete años sin pinchar.
La Guardia Urbana ha calculado que cerca de un millón de catalanes han participado en la manifestación de este año, una cifra similar a la del 2017. Y un dato que no debería pasar desapercibido: una vez más, pese a tratarse de una concentración tan multitudinaria, no se ha registrado ni un solo incidente.
“La independencia puede que no sea mañana pero hay que seguir”, resumía Coral, una de las manifestantes que como la mayoría ha asumido que el secesionismo ha pasado de proclamar que se acaban las Diadas autonómicas a admitir que no hay fecha para consumar el proyecto secesionista.
La apelación a la liberación de los políticos y activistas encarcelados se han intercalado con los clásicos gritos reclamando la independencia. Ese es el anhelo común que une también a los partidos secesionistas. Unas formaciones que, no obstante, siguen sin tener clara cuál será su hoja de ruta una vez se haya celebrado el juicio y se conozcan las sentencias.
El president de la Generalitat, Quim Torra, ha intentado zanjar una de las polémicas que él mismo había alimentado en los últimos días al no descartar esta opción en el caso de que las sentencias sean condenatorias. Torra, en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros, aclaró que no puede liberar por su cuenta a los nueve presos soberanistas actualmente en cárceles catalanas: Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Jordi Cuixart, Josep Rull, Jordi Turull, Raül Romeva, Carme Forcadell, Dolors Bassa y Quim Forn. “Yo no tengo la posibilidad de abrir las cárceles”, ha reconocido en el encuentro con los medios internacionales.
Hasta la celebración del juicio, aún sin fecha, los presos serán los protagonistas del debate político. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha lucido un lazo amarillo en la solapa, que no suele ponerse, en solidaridad con ellos. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, ha admitido que “personalmente” preferiría que estuviesen en libertad provisional. Son gestos que contrastan con la dureza de los discursos escuchados esta misma semana durante la inauguración del año judicial.
La pregunta que sigue sin respuesta es qué pasará, también en la calle, si se condena a los políticos y activistas. Torra insiste en que no aceptará un fallo de este tipo y ERC ha centrado sus discursos de la Diada en advertir a Pedro Sánchez que no puede haber diálogo “con presos políticos y exiliados” pero ni unos ni otros aclaran qué pasará una vez se conozca el fallo judicial. Junts per Catalunya no descarta un adelanto electoral del que ERC no quiere oír hablar.
Aviso de las entidades
La ANC y Òmnium, conscientes de que los partidos no aclaran sus planes, porque no los tienen o porque no saben cuáles deberían ser, han aprovechado la Diada para interpelarles directamente y exigirles unidad y que acepten que el liderazgo deben asumirlo los dirigentes y no descargar esta responsabilidad en la ciudadanía. Un mensaje dirigido al president Torra después de que este haya afirmado que la independencia no se logrará en los despachos.
La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, tras reconocer que “Catalunya no es una república” ha instado a los partidos independentistas a no dar pasos atrás y ha reclamado a Pedro Sánchez que formule una propuesta que reconozca el derecho de autodeterminación de Catalunya. Por si existen dudas de que los planes del presidente del Gobierno no pasan por ahí, Sánchez ha contestado al independentismo vía Twitter: “Ley y diálogo. Esas son las dos palabras en las que se centrarán todos los esfuerzos del Gobierno. Uno de los principales problemas de Cataluña es la convivencia, no la independencia. Hay que instar a abrir diálogo entre catalanes. Y el Gobierno tiene que animar a ese diálogo”.