Miquel Iceta pone a desfilar en Catalunya al elenco del cambio socialista
Cuando Miquel Iceta asumió la primera secretaría del PSC, en julio de 2014, conseguir un cambio en España comandado por el PSOE parecía misión imposible: el PP más retrógado acumulaba la mayor cuota de poder institucional de su historia y un PSOE en plena renovación sólo conservaba Asturias y Andalucía. Pero aquel panorama desolador para los socialistas ha dado un giro de 180 grados. Las elecciones de mayo le han traído a Iceta una horda de aliados en forma de presidentes autónomicos, alcaldes y pactos. Y es precisamente esta nueva munición la que Iceta quiere desempolvar para conseguir resultados el 27-S.
Ni el papel personal de Iceta ni sus propuestas parecen ser suficientes para amortiguar los que, según todas las encuestas, serán los peores resultados de la historia del PSC en unas elecciones al Parlament. El constante desfile de líderes autonómicos, junto con el flamante nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, sí puede servir a los socialistas para lanzar el mejor mensaje de la campaña: España puede cambiar, y el PSOE es un partido que todavía puede hacer que cambie. Además, la campaña de Iceta lanza otro aviso a navegante, más importante si cabe que el primero, y es el de que el PSOE tiene plantel para disputarle a Podemos la elección como papeleta del cambio en las próximas generales.
A Iceta le han venido bien las discrepancias entre CDC y ERC, que han postergado a septiembre unas elecciones al Parlament inicialmente previstas para febrero o marzo. De haberse celebrado entonces los comicios, los presidentes socialistas de Aragón, Baleares y el País Valenciano hubieran acudido a Catalunya como cargos del partido, sin el rango que da comandar sus respectivas comunidades autónomas.
Además, ni Javier Lambán, ni Francina Armengol ni Ximo Puig han venido de paseo a esta campaña. Encabezan gobiernos con los que Iceta quiere mostrar que sí hay alguien en el otro lado para iniciar el acomodo de Catalunya en una España diversa y plural, justo cuando una parte importante de la población opta por el borrón y cuenta nueva de la independencia.
Lambán, Armengol y Puig han abandonado las políticas anticatalanas de los anteriores ejecutivos del PP, e Iceta se ha apuntado el tanto. Lejos del “federalismo” inconcreto y vacío que repetía Pere Navarro en la campaña de 2012, Iceta ha traído pruebas de que otra España es posible, como la derogación del polémico Lapao por parte del nuevo gobierno aragonés de Lambán. O el retorno de Baleares al Institut Ramon Lllull, la gran plataforma de proyección y difusión de la lengua y culturas catalanas, que el ejecutivo de Armengol anunció en julio. La presidenta balear también ha retirado los recursos que el anterior gobieno del popular Bauzà había interpuesto contra la decisión judicial de suspender el polémico decreto educativo que arrinconaba al catalán en las aulas baleares. Tres ejemplos para un mensaje: con el nuevo socialismo al frente, Catalunya encontrará aliados; no enemigos.
Lo dijo el propio líder del PSC el pasado jueves: “Tenemos que buscar las mejores relaciones posibles con nuestros vecinos, y resulta que nuestros vecinos han decidido cambiar de derecha izquierda y aparcar el anticatalanismo primario del PP”, apuntó, para remachar con un final made in Iceta: “Y ahora es cuando nosostros les decimos que nos marchamos. Hombre, por favor, es que es muy poco serio”.
Sin embargo, las viejas tentativas de criticar al catalanismo para obtener beneficios en la respectiva comunidad autónoma todavía están presentes en algún barón socialista. Más concretamente, en una baronesa. La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, se ha puesto el traje de Rodríguez Ibarra antes de participar en un míting con Iceta este martes.
“¿Cómo se sintieron miles de catalanes a los que, por la fuerza, les impidieron en un momento determinado disfrutar de la riqueza que era su lengua? Pues los mismos que padecieron eso son los que hoy le quieren robar la riqueza a otros muchos catalanes de sentirse parte de Cataluña y parte de España”, ha declarado la presidenta de Andalucía. Al PSC de Iceta también le llueve fuego amigo.
Además, no todo va a ser savia nueva. Para este miércoles, Iceta se ha guardado al ex presidente del Gobierno, Felipe González. Puede parecer una decisión desacertada si se tiene en cuenta la reciente comparación de González entre el proceso soberanista y el nazismo. Sin embargo, González todavía simboliza algo muy potente para el electorado que el PSC aspira a retener. Es el hombre que llevó el cambio a España en 1982 y que el PSOE, 30 años después, quiere reeditar.