'Seguir contándolo': una crónica de 10 años de acogida en Barcelona de periodistas mexicanos bajo amenaza
“La libertad de expresión no es la capacidad de decir, escribir o comunicar; lo que es un derecho es poder seguir en el camino después de hacerlo. Y en el caso de México, la posibilidad de seguir viviendo y seguir contándolo”, señala Arturo Landeros, arquitecto mexicano y coordinador del programa Barcelona Protege a Periodistas de México, creado hace casi una década por la plataforma de periodistas Taula per Mèxic y auspiciado por el Ayuntamiento de Barcelona.
Tal vez esa sea la diferencia entre muchos periodistas mexicanos y sus colegas del otro lado del Atlántico: que mientras en España y Europa contar la verdad, denunciar los abusos del poder y del crimen organizado puede suponer juicios y demandas, en México el precio muchas veces es la propia vida del periodista.
De eso va Seguir contándolo (Ajuntament de Barcelona, 2025), una conmovedora crónica en forma de libro sobre un grupo de 32 periodistas que en su país natal, México, tienen que mirar debajo de su auto cada vez que suben a él, sentarse siempre de espaldas a un muro o una pared, o mirando continuamente a todos lados cuando caminan por la calle.
Pero tras esta triste realidad, Seguir contándolo, escrito por las periodistas Sandra Vicente Barreira y Majo Siscar Banyuls, ambas participantes de Taula per Mèxic, es un testimonio de rebelión y esperanza plasmada en un proyecto en que ha logrado sacar durante la última década a estos mismos 32 periodistas de sus entornos hostiles para acogerlos en Barcelona por periodos de entre tres y seis meses. El libro, ya disponible en librerías, se presentará el día 30 de octubre en la biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona.
El asesinato de Rubén Espinosa, punto de inflexión
Tanto Siscar como Vicente han tenido contacto previo con la realidad del periodismo mexicano. Siscar por haber trabajado ocho años en diversos medios del país y Vicente que, tras más de una década como activista por los derechos humanos en México, también ha podido reportear desde allí. Esta experiencia les ha impedido ignorar la creciente violencia que ha sufrido el país norteamericano en las últimas tres décadas y que se expresa de un modo especialmente dramático en las desapariciones y asesinatos de civiles, entre los que hay numerosos periodistas, más de 200 en la última década.
“El punto de inflexión fue el caso de Ayotzinapa [la desaparición de 43 estudiantes de la escuela rural en la población de Ayotzinapa la noche del 25 al 26 de septiembre de 2014, cuyos cuerpos no han sido aún encontrados]”, apunta Vicente en conversación con elDiario.es, que se ha reunido con ambas autoras. “Es entonces cuando empezamos a pensar que hay que hacer algo, y llegamos al hartazgo con el asesinato, el verano siguiente, de Rubén Espinosa [reportero gráfico asesinado en Ciudad de México por sicarios en Colonia Navarte, un barrio de clase media normalmente ajeno a la violencia del narco]”, dice Siscar.
Siempre es complicado escoger quien viene a Barcelona y quién no, porque los candidatos no son pocos, hay muchos periodistas bajo amenaza
Explica que decidieron salir a la plaza Sant Jaume con velas y allí comenzó a germinar lo que pronto sería Taula per Mèxic, que tantos años después cuenta con otros y diversos proyectos para proteger los derechos humanos en México. En aquél momento, aquello era impensable y, en la medida de lo posible, el objetivo era evitar futuros asesinatos como el de Espinosa. Tras la conformación de la Taula [“mesa” en castellano], llevaron el proyecto al Ayuntamiento de Barcelona. “Desde el primer momento en 2015 lo vieron con muy buenos ojos y se implicaron; con el nuevo consistorio no ha habido variaciones y esperemos que siga igual gobierne quien gobierne, porque los derechos humanos no deberían tener color político”, apunta la periodista.
“La idea era acoger al máximo posible de periodistas amenazados durante unos meses en Barcelona, de modo que se alejaran por un tiempo de la zona de peligro para que disminuyeran las amenazas y, a la vez, ellos mismos pudieran salir de la situación de estrés postraumático en la que viven después de haber estado expuestos a tanta violencia”, explica Vicente. Al o la periodista acogida se le ofrece una habitación en un piso que gestiona la Taula, además de una asignación económica mensual para que pueda vivir con independencia y, no menos importante, sesiones de apoyo psicológico para desescalar la situación de estrés y paranoia en la que han vivido.
Una vida de estrés bajo amenaza de muerte
“La gente llega muy afectada”, desvela Siscar, si bien reconoce que tras los meses de acogida, que normalmente son seis, “se logra que sean conscientes del estrés postraumático que arrastran y qué mecanismos tienen para cuidarse y protegerse”, apunta. Las amenazas cuando en México se es periodista pueden llegar por muchos cauces y desde muchos remitentes, tanto de los cárteles de la droga como del poder municipal o del empresarial cuando se denuncian irregularidades en adjudicaciones o delitos ecológicos, por ejemplo.
Una vez la persona es amenazada, ya sea con un mensaje en un grupo de Whatsapp o en papel, una llamada telefónica o la mención en un discurso del nombre del o la reportera por parte de un político local, comienza el calvario y la paranoia, que no hace más que crecer: cualquier motocicleta, cualquier persona, cualquier movimiento no previsto en la calle parece sospechoso en la mente del amenazado. Vicente explica que “siempre es complicado escoger quien viene a Barcelona y quién no, porque los candidatos no son pocos, hay muchos periodistas bajo amenaza”, por eso se apoyan en el triaje que hacen ogranizaciones locales mexicanas que conocen a los candidatos y el contexto.
Respecto al perfil del y la periodista que se acoge al programa, tanto Siscar como Vicente aclaran que no hay unos rasgos definitorios claros salvo el hecho de su gran compromiso con el periodismo y la libertad de información. “Son personas que viven el periodismo las 24 horas del día, y más cuando se sienten bajo amenaza y entran en modo estrés”, apostilla Vicente, que revela que en Barcelona “sufren una suerte de duelo” cuando se dan cuenta de que han vivido bajo presión tanto tiempo.
“Esta toma de conciencia muchas veces también les sirve para darse cuenta que en la vida hay más cosas que el periodismo y muchas y muchos descubren nuevas facetas de ellos mismos durante la acogida”, apunta Siscar. La relación con los miembros de la Taula, así como con las votanas –personas voluntarias que acompañan y ayudan a los acogidos durante su permanencia en el programa– es intensa, y no se ciñe a los meses en Barcelona, sino que continúa después a distancia en un monitoreo que, según las autoras, “les sirve una vez de vuelta en México para saber que no están solas ni solos y pueden pedir ayuda en cualquier momento”.
Periodismo en México, una profesión maldita
Para terminar, conviene incidir en uno de los aspectos más impactantes para lectoras y lectores de Seguir contándolo, que es la sorpresa experimentada al descubrir un México muy diferente al de la imagen que solemos tener, no porque se ignore el nivel de violencia del país, sino por la constatación del grado de vulnerabilidad de uno de los pilares del estado democrático en nuestro país como es el periodismo. Lo que en España es una profesión respetable a pesar de todo, en México es un oficio de riesgo e incluso maldito, hasta el punto de que cuando un o una periodista es amenazada, en lugar de encontrar la solidaridad de la profesión puede llegar a caer en el ostracismo e incluso en la precariedad económica.
Al final es un tema del mundo en el que vivimos, donde damos la espalda a todas las vulneraciones de derechos humanos que suceden, en México igual que en Palestina
“Solemos pensar en México como un país de colores y aromas, que es lo que nos venden sus campañas turísticas. Y lo es, pero la realidad es mucho más compleja; se trata de un país profundamente corrompido hasta las más altas esferas”, reflexiona Vicente, que asegura que los cárteles han infiltrado el poder político como solo lo han hecho los narcos en Colombia y las mafias en Italia, países que afortunadamente han conseguido en mayor o menos medida salir de las garras del crimen organizado, lo que supone un rayo de esperanza para el futuro.
Majo Siscar añade otra reflexión muy oportuna: “Al final es un tema del mundo en el que vivimos, donde damos la espalda a todas las vulneraciones de derechos humanos que suceden, en México igual que en Palestina, donde en dos años Israel ha asesinado a 200 periodistas”. Y concluye Vicente al respecto: “Lo que se quiere tanto en México como en Palestina es silenciar a los que cuentan lo que está sucediendo, y si dejamos que silencien a los periodistas, permitiéremos que silencien México”. Eso justifica, por tanto, la existencia del programa Barcelona Protege a Periodistas de México. Y también la publicación del muy necesario Seguir contándolo, cabe añadir.
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