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Incentivos, multas y ecodiseño: el “cambio brutal” que exige la futura gestión de residuos

Según Ecoembes, las medidas de ecodiseño aplicadas en los últimos veinte años han permitido el ahorro de 528.700 toneladas de materia prima.

Alicia Avilés Pozo

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No son pocos los obstáculos y la complejidad que las previsiones de cara al futuro modelo de gestión de residuos se plantean a nivel mundial. En Europa se generan cada año 700 millones de toneladas de residuos, de los cuales 200 millones son domésticos y 100 millones son peligrosos. En España, la recogida selectiva de vidrio, envases y cartón es una experiencia que lleva implantada menos tiempo que en otros estados europeos y ahora debe enfrentarse además a la implantación de la directiva europea de biorresiduos, es decir, la selección de la fracción orgánica de los residuos domésticos, municipales e industriales. Es un contexto complejo que se ha analizado en una de las mesas de debate de la Jornada de Economía Circular ‘Del reto a la acción’ organizada en Cuenca por la Consejería de Desarrollo Sostenible de Castilla-La Mancha. 

El director general de la Empresa Pública de Gestión de Residuos Industriales (EMGRISA), Mariano Martínez, encargado de moderar esta mesa redonda, ha puesto el foco en la legislación como eje fundamental para la gestión de residuos, remarcando la importancia tanto del Plan Europeo de Economía Circular de 2015 como de la futura estrategia estatal que se está preparando en España para la implantación de este modelo.

Posteriormente, la prevención en la generación de residuos y la gestión de los mismos una vez producidos han sido las dos premisas sobre las que ha girado el debate. En este punto, la subdirectora general de Residuos del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Margarita Ruiz Saiz Aja, ha remarcado la necesidad de trabajar primero en la prevención y luego en la gestión, manteniendo la “jerarquía de residuos”.

En materia preventiva ha destacado la importancia de la economía circular, que significa “maximizar hasta lo posible” las medidas que se adoptan para que un producto no se convierta en residuo, mediante el ecodiseño, la reparabilidad, el alargamiento de la vida útil y la actualización de aparatos electrónicos, entre otros muchos sectores. Con carácter general, ha subrayado que “en prevención, queda mucho por hacer”.

Reutilizar mejor que reciclar

Y en cuanto a la gestión, ha afirmado que la economía circular busca el mayor aprovechamiento de los residuos, pero que para ello es necesario “priorizar las opciones: la reutilización mejor que el reciclado, el reciclado mejor que el relleno y por último la eliminación como último recurso”. Con la recogida selectiva, ha añadido, se consigue “cerrar un círculo”.

Pero como factor más relevante, la subdirectora general ha destacado la nueva revisión de la directiva europea para la incorporación de los biorresiduos (la fracción orgánica). “No se trata tanto de un quinto contenedor sino de que todas las medidas estén encaminadas a trabajar en una eficiencia: tenemos que industrializar el sector de los residuos y por eso estamos trabajando en una futura normativa estatal que clarifique por sectores toda la jerarquía, desde la casa al trabajo”.

En este sentido, ha añadido que el modelo que marca Europa busca también un cambio de mentalidad en toda la sociedad para la reutilización, por ejemplo, en el sector de la ropa o de los electrodomésticos. En realidad, ha remarcado, hace falta un “cambio brutal” en todos los aspectos. “Tenemos que replantearnos nuestro modelo de consumo también a nivel de administraciones y de fabricantes. Es un reto que nos afecta a todos y que tenemos que tratar de explicar a la ciudadanía”.

Posteriormente, preguntada por las dificultades principales a corto plazo y las nuevas oportunidades en el ámbito de la gestión de residuos, la subdirectora ha señalado en primer lugar la necesidad de infraestructuras para un nuevo flujo como el de biorresiduos, así como la reconversión de los modelos de recogida. Igualmente, también ha apostado por incentivos económicos e instrumentos penalizadores utilizados de manera simultánea. “Esto tiene un coste político pero es necesario abordarlo. Hay multas de tráfico pero, sin embargo, no pasa nada si tiramos fracciones orgánicas al contenedor de envases. Eso habría que revisarlo”. Por último, ha apostado por que los fabricantes cambien su modelo para poder avanzar en el ámbito de economía circular, y por aumentar la concienciación de los consumidores.

La necesidad del “cambio brutal” apuntada por la representante del Ministerio la han compartido sus compañeros de debate. Desde el Gobierno castellanomanchego, el coordinador de Medio Ambiente de la Consejería de Desarrollo Sostenible, Javier Ariza, ha apoyado esa reflexión y ha subrayado que para conseguir unos objetivos en prevención se ha aprobado en esta comunidad autónoma la Ley de Economía Circular y en breve se pondrá en marcha su estrategia de desarrollo. “El pilar básico es tanto la reducción de residuos como fomentar el mercado de consumo de proximidad, el consumo a granel de productos alimentarios con criterios de trazabilidad y el fomento de la reparación y de la reutilización”.

En cuanto la mejora de los sistemas de gestión, Ariza ha defendido trabajar sobre todo en las plantas de tratamiento mecanico-biológicas de residuos urbanos y en la recogida selectiva de materia orgánica. Y por último, también ha marcado reducir el desperdicio alimentario como objetivo fundamental, algo para lo que Castilla-La Mancha ha aprobado un decreto específico que está potenciado a todos los niveles.

Una cuestión compleja para los ayuntamientos

Por su parte y desde la experiencia local y comarcal, Pedro Ángel Jiménez, alcalde de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) y presidente la Mancomunidad de Servicios Comsermancha (que acoge a 21 municipios del centro de Castilla-La Mancha),  ha comenzado señalando que la gestión de residuos se ha convertido en un tema complejo para las administraciones locales y ha apostado igualmente por sacar adelante la recogida de biorresiduos pero con la suficiente financiación y respaldo legislativo.

Ha participado asimismo en las jornadas Julio Aparicio, director de Desarrollo de Negocio de Econward, empresa tecnológica de tratamiento de biorresiduos, quien también ha llamado a ese “cambio brutal” pero avisando de que para ello es necesario aumentar la capacidad de tratamiento y reciclaje, es decir, ha incidido en la necesidad de más y mejores infraestructuras, además de más recursos destinados a la innovación y la investigación. “Las empresas debemos ser capaces de llevar a escala industrial lo investigado en laboratorio, de transformar un problema en una oportunidad”, ha apostillado.

Finalmente, desde Ecoembes, Ángel Hervella, director de Gestión Local y Autonómica, ha defendido que el cambio sea también “cultural”: “La gente está cada vez más preocupada por el medio ambiente, lo estamos notando mucho en los incrementos de la recogida selectiva y eso significa que la concienciación ha avanzado y que debemos aprovecharlo para los retos que tenemos por delante”. 

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