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Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

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Feminismo creyente, pero no practicante

feminista ilustrada

Javier Manzano Fijó

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Si muchas veces ciframos para mal el uso que hacemos del lenguaje, si encontramos por doquier expresiones que dicen casi todo de las lógicas machistas que siguen imperando en nuestra sociedad, no es menos cierto que cada vez se escuchan más algunas palabras que hace años era una absoluta rareza oírlas. Palabras como patriarcado, empoderamiento, sororidad, feminización. Lo hago sólo por reflejar algunas de las que nos acompañan en el día a día, y que también nos definen, en este caso, para bien.

Es verdad que una cosa es la presencia cada vez mayor en la agenda social y mediática del discurso feminista, y otra la realidad cotidiana de muchas de las mujeres de nuestro país. Lo poco que parecen cambiar las estructuras económicas y conductuales de fondo que hacen que una y otra vez estemos ante fenómenos negativos que se repiten y parecen estar estancados en el tiempo. Cuestiones como la violencia machista, la brecha salarial, la precariedad laboral, la incertidumbre ante el futuro, el reparto de las cargas familiares... están tremendamente presentes. Pero aunque esto sea así, la centralidad del feminismo en el discurso y en la práctica política no deja de crecer (paradójicamente, el antifeminismo se ha hecho, al mismo tiempo también, más explícito).

Un ejemplo muy reciente para entender la relevancia del discurso feminista se produjo este pasado 13 de noviembre [de 2019]. Ese día se firma un acuerdo de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos, un acuerdo con los diez ejes básicos en los que se basará la acción del futuro gobierno. El punto siete es el siguiente:“7.- Políticas feministas: garantizar la seguridad, la independencia y la libertad de las mujeres a través de la lucha decidida contra la violencia machista, la igualdad retributiva, el establecimiento de permisos de paternidad y maternidad iguales e intransferibles, el fin de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual y la elaboración de una Ley de igualdad laboral”.

Para entender este “contexto violeta” más reciente, me gustaría también detenerme en dos momentos, en dos hitos, que en mi opinión han sido fundamentales en los últimos años. Si nos remontarnos al momento clave que inició este ciclo, tenemos que volver la mirada al año 2014. “El feminismo se lleva por delante a Gallardón”, titulaba María Espinosa su artículo en eldiario.es. Aunque la historia comienza unos meses antes, cuando un grupo de amigas de Gijón vinculadas al movimiento feminista de la ciudad y que habían quedado para comer, inician una bola de nieve cuyo resultado es una manifestación con tal trascendencia que le cuesta el puesto al ministro Ruiz-Gallardón. Gallardón era entonces uno de los dirigentes del Partido Popular, y había sido el impulsor de la Ley Orgánica para la Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Embarazada, que anulaba el sistema de plazos vigente desde 2010 y ponía en entredicho la propia Ley del aborto vigente desde 1985. “El tren de la libertad”, que así se denominó la idea que movilizó a multitud de mujeres y redes feministas del país, tendría su parada en la Estación de Atocha, demostrando la fortaleza de un movimiento transversal y diverso que ya no pararía hasta la mayor movilización del 8 de marzo de nuestra historia, el 8M de 2018.

En realidad, el movimiento feminista español, con multitud de redes, ámbitos de actuación, protagonismo en la vida o referentes en la opinión pública, está claro que no pasa exclusivamente por esta especie de “genealogía personal” que yo estoy describiendo aquí. Pero aún así, quiero destacar el otro hito que, en mi opinión, fue determinante para el éxito del 8M de 2018. Me refiero al fenómeno, a la campaña de “Las periodistas paramos”. La visibilidad que alcanzaron estas miles de periodistas pertenecientes a muchísimos medios de comunicación, incluidas algunas estrellas de la televisión, hicieron que la movilización estallara. Hicieron que las inmensas manifestaciones que tomaron el país tuvieran un altavoz previo que llegó a todos los lugares.

La actitud que toman cada vez más mujeres en pos de la igualdad y la libertad con un fuerte sentido colectivo y de género (en múltiples ámbitos tanto públicos como privados), las pequeñas y grandes manifestaciones, el conflicto diario, su implicación institucional o sindical, las inmensas redes de mujeres desde el pueblo más pequeño hasta la ciudad más grande, hacen que la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres siga marcando nuestro presente.

El papel de los hombres en este camino es esencial. Dando por descontado el desprecio al machismo, y que aquellos que nos consideramos feministas lo demostremos en nuestro día a día, no podemos profesar una suerte de feminismo creyente, pero no practicante. El que las “nuevas masculinidades” se conviertan en una realidad vivida es uno de los retos fundamentales que los hombres españoles tenemos por delante. Si no predicamos con el ejemplo poco más hay que decir.

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