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El cardenal Cañizares ordena banderas a media asta y crespones negros en señal de “duelo” por la ley de la eutanasia

Las banderas del Arzobispado ya ondean a media asta y con un crespón negro.

Toni Cuquerella

18 de diciembre de 2020 09:41 h

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Banderas a media asta y crespones negros. Esta es la forma con la que el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha ordenado que los edificios eclesiásticos muestren su “duelo” y el rechazo a la ley de eutanasia. Cañizares ha invitado a los fieles a que imiten esta protesta.

El titular de la Archidiócesis rechaza la nueva legislación y la califica de “cruel e inhumana”. Ha recordado que, “una vez más, decimos 'no' a esta ley perversa e inicua, no a la eutanasia, y sí a los cuidados paliativos, expresión de la compasión y de la caridad que debemos a la persona humana y a las familias ante esa fase final de la vida”.

Con anterioridad a la aprobación de la ley el arzobispo ya animaba a celebrar vigilias de oración en todas las iglesias de la Archidiócesis “pidiendo que, en el último minuto, pueda suspenderse o no se apruebe” la ley de la eutanasia.

La misma señal de protesta se ha aplicado a la Virgen de los Desamparados, a cuya imagen se le ha colocado también un crespón negro, “el mismo que lució la imagen de la Virgen de los Desamparados durante un mes, desde el 7 de mayo hasta el 6 de junio pasados, como signo de duelo por las personas fallecidas por la pandemia de Covid-19”.

“El único que puede darnos y quitarnos la vida es el Hacedor común”

El cardenal Cañizares también ha descalificado la ley aprobada este jueves en el Congreso asegurando que “está en contra de la paz y rompe la concordia, no puede haber verdadera paz si no se defiende y promueve la vida”. Además, afirma que “no puede haber verdadera democracia si no se reconoce la dignidad de la persona humana y se respetan los derechos, no puede haber verdadera paz si no se defiende y promueve la vida”.

El purpurado ha concluido que “la ley del hombre y la ley de Dios se ven enfrentadas y los creyentes nos vamos a sentir huérfanos respecto a la atención que deberían merecer temas tan sagrados como es la vida, que no termina en el lecho de la muerte. El único que puede darnos y quitarnos la vida es el Hacedor común”.

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