El subsuelo del Centre Cultural La Nau esconde miles de fragmentos arqueológicos que permiten reconstruir la historia de Valencia
El Centre Cultural La Nau de la Universitat de València esconde mucho más de lo que muestra. La sede histórica de la Universitat, declarada Bien de Interés Cultural en 1991 y reabierta como centro cultural en 1999, oculta bajo su subsuelo miles de restos arqueológicos que datan desde la época romana hasta la actualidad.
La Universitat de València, a través del Vicerrectorado de Cultura, ha acometido un proyecto para limpiar e inventariar dichos restos materiales, obtenidos en los trabajos arqueológicos realizados en el edificio de La Nau en distintas campañas, la primera emprendida en 1987, hace ahora 30 años.
Los miles de fragmentos, que hasta ahora se encontraban repartidos entre diversos almacenes, han sido concentrados en un único espacio y almacenados en cerca de 150 cajas, depositadas a día de hoy en las instalaciones del Servicio de Investigación Arqueológico Municipal (SIAM) del Ayuntamiento de Valencia. La labor de limpieza y catalogación del material, que se prolongará hasta finales de este año, la están desempeñando los arqueólogos Diana Pérez y Lucas Sáez, con la colaboración del SIAM y el Área de Conservación de Patrimonio Cultural de la Universitat de València.
Los restos materiales obtenidos son importantes no solo por su valor histórico sino porque, según señalan ambos investigadores, todos ellos ofrecen una valiosa información sobre la ciudad de Valencia y sus habitantes (patrones alimentarios, hábitos de salud e higiene, prácticas culturales...) así como de los usos y la evolución misma del inmueble, caracterizado por su emplazamiento dentro de las diversas murallas que han rodeado la ciudad. Un ejemplo de ello son los cuantiosos restos de arcaduces de noria, vasijas que podrían haber formado parte de los conocidos como baños de Na Palaua, cuyo emplazamiento se sitúa en los terrenos ocupados hoy por el edificio de La Nau.
El mayor número de restos encontrados se corresponde al periodo bajomedieval, que incluye la conquista de Valencia en 1238, y que ofrece el aspecto más destacable de convivencia entre culturas (musulmanes, judíos y cristianos) que tuvo lugar en la ciudad. De esta época abunda la cerámica común con decoración pintada de manganeso o incisa a peine y la esmaltada, procedente en su gran mayoría de los centros productores de Manises y Paterna.
Además, también sobresalen restos de cerámica andalusí, principalmente objetos de cocina y almacenaje y distintas formas de la vajilla de mesa. Entre ellos ollitas, jarras, ataifores, platos y cuencos, así como fragmentos de candiles con evidentes signos de uso. Del mismo modo, los trabajos de excavación han permitido recuperar restos de época moderna entre los que se encuentran piezas esmaltadas de vajilla y numerosos fragmentos de azulejos, muestra de la tradición e importancia de la industria azulejera valenciana.
Entre los hallazgos más inusuales que guardaban las cajas destacan restos óseos, en su mayoría de animales, pero también humanos, ya que se han identificado al menos dos individuos, cuya edad y sexo se encuentra pendiente de investigación.