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Sobre este blog

Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.

Franz Liszt en Bayreuth

Haus Wahnfried.

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La mañana es soleada pero no muy calurosa. Estamos a finales de agosto, en los últimos días del Festival de Bayreuth, donde se representan cada año las óperas de Wagner, de acuerdo con los deseos del compositor, que lo inauguró en 1876. El Cementerio Antiguo de la ciudad es un espacio poblado de árboles y amplias zonas cubiertas de césped. Las sepulturas están llenas de flores, que crecen sobre las propias tumbas, según la costumbre alemana. No muy lejos de la entrada hay un panteón de piedra blanca con forma de capilla. Tiene un pequeño porche abierto en un arco de medio punto y coronado por un tejado a dos aguas. En el frontón figura la inscripción Ich weiss dass mein Erlöser lebt (Sé que mi Redentor vive). Una reja de hierro gris cierra la entrada a la capilla y sobre ella hay una pequeña corona de flores de la que pende una cinta con los colores verde, blanco y rojo de la bandera de Hungría, patria del compositor.

El cementerio está casi desierto. Solo de vez en cuando se puede ver alguna persona arreglando las flores de una sepultura. Lizst murió en Bayreuth el 31 de julio de 1886, adonde había viajado para asistir al festival, que entonces dirigía su hija Cosima, viuda de Wagner. Este había muerto en febrero de 1883 en Venecia, seis meses después del festival de 1882, en el que se estrenó Parsifal. Liszt dedicó a su memoria una composición para piano titulada La lúgubre góndola.

Franz Liszt fue no solo el pianista más célebre de su época, sino un gran compositor, que ideó el poema sinfónico y compuso obras orquestales y pianísticas. Era admirador de Wagner, cuyo Lohengrin estrenó en el Teatro de la Corte de Weimar en 1850. Con él hizo frente común en la denominada Nueva Escuela Alemana, en favor de la renovación de la música, por oposición al conservadurismo formal de Brahms. No obstante, Liszt se distanció de Wagner a raíz de la relación de este con Cosima, que se inició cuando aún era esposa del director de orquesta Hans von Bülow. Este distanciamiento duró dos años y después el azar quiso que Lizst muriese en la ciudad de los festivales de Wagner. Cinco años antes había caído por las escaleras del hotel donde residía en Weimar y su salud era precaria desde entonces.

El Cementerio Antigo de Bayreuth está situado al este de la ciudad, a unos dos kilómetros de Haus Wahnfried, la casa que hizo construir Wagner, que fue su residencia y hoy forma parte del Museo Wagner. En el salón que conserva la biblioteca del compositor, donde tantas veces se reunió con Liszt, se celebran conciertos durante el festival. Se utiliza en ellos el piano Steinway que esta célebre firma regaló a Wagner en 1876, bajo la atenta mirada de un retrato de Arthur Schopenhauer, obra de Franz von Lenbach. Desde el mirador semicilíndrico se puede ver el jardín y hasta allí llega el perfume de los tilos. Al fondo, en tierra y rodeada de hiedra cuidadamente recortada, está la sepultura de Richard y Cosima Wagner, cubierta por una lápida de piedra gris sin inscripción alguna. A diferencia de la de Liszt, siempre tiene visitantes, que se detienen unos momentos en silencio o hacen fotografías.

El festival de 2024 ha sido el segundo en que el granadino Pablo Heras-Casado ha dirigido Parsifal con gran éxito. Su presencia en Bayreuth parece consolidada, ya que tiene el encargo de dirigir la producción del Anillo del Nibelungo prevista para 2028. Este año se estrenó una nueva de Tristán e Isolda, con dirección del finlandés Thorleifur Örn Arnasson, algo desconcertante, y musical de Semyon Bychkof. Andreas Schager y Camilla Nylund cantaron los principales papeles. Tanto ellos como Bychkov fueron muy aplaudidos.

Nada más acabar el festival, su dirección comunicó la disolución del coro y la convocatoria de nuevas audiciones para crearlo de nuevo. Este hecho, unido a la dimisión de Eberhard Friedrich como director, que se anunció cuando aún no había acabado la edición de 2024, ha arrojado una cierta sombra de crisis sobre Bayreuth. Parece que la causa son los recortes debidos a la mala situación económica. Eberhard ha sido sustituido por Thomas Eitler-de Lint.

Este año el festival que dirige Katharina Wagner, bisnieta del compositor, ha comunicado con singular prontitud la programación de 2025, en la que habrá una nueva producción de Los maestros cantores de Núremberg, con dirección escénica de Matthias Davids y musical de Daniele Gatti. También está prevista la vuelta al festival de Christian Thielemann, que no ha dirigido en él desde 2022. Lo hará con la reposición de la producción de Lohengrin estrenada por Yuval Sharon de 2018, con el tenor Piotr Beczala, que debutó entonces Bayreuth en el papel que da título a la obra.

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