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La exjefa de la entidad pública acusada de restaurar incunables a un particular dice que era para “atraer coleccionistas”

La exdirectora del Ivacor, Carmen Pérez (izquierda) y la actual responsable de la entidad, Gemma Contreras, en el banquillo de los acusados.

Lucas Marco

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Carmen Pérez, ex directora del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración (Ivacor) y la actual responsable de la entidad pública, Gemma Contreras, se han sentado este martes en el banquillo de los acusados ante la sección segunda de la Audiencia Provincial de Valencia en el juicio por la restauración de los incunables de la colección particular de Luis Caruana Font de Mora, primo hermano del exgobernador del Banco de España, Jaime Caruana, e hijo del teniente general Luis Caruana, gobernador militar de Valencia durante el golpe de Estado del 1981.

La exdirectora del Ivacor ha afirmado que el reglamento de la entidad pública permitía restaurar obras de particulares con tres condiciones: que tuvieran una antigüedad superior a un siglo, que fueran un bien de interés cultural y que tuvieran una relación con la Comunitat Valenciana. “Éramos libres de aceptar encargos de particulares si merecía la pena”, ha contestado a preguntas de la fiscal de delitos económicos Adoración Cano.

El Ministerio Público solicita una pena de cinco años de prisión y nueve de inhabilitación para ambas acusadas por los presuntos delitos de prevaricación y fraude y malversación de caudales públicos. La acusación pública mantiene que las dos responsables del Ivacor se saltaron los procedimientos legales de contratación para la restauración de una docena de libros antiguos de la colección de Caruana, parte de los cuales fueron facturados por una comunidad de bienes creada por dos profesionales externas pero vinculadas al Ivacor.

Carmen Pérez, la exdirectora ya jubilada de la entidad, ha mantenido que todo el proceso estuvo en manos de su sucesora, entonces al frente del departamento de restauración de papel, en la cual ha asegurado que tenía depositada toda su confianza. “Gemma me dijo que [Luis Caruana] era un coleccionista de libros importante y que esto podía beneficiar al instituto porque quizá otros coleccionistas podían traer sus obras”, ha declarado la acusada.

La mujer ha confirmado las “discrepancias” con Gemma Contreras que expresó una de las restauradoras del primer lote de libros, que se negó a continuar el trabajo con libros privados y ha relatado que, a raíz de estas “fricciones”, la trabajadora fue destinada a una plaza vacante en Sant Miquel dels Reis.

La acusada se ha escudado en el tiempo transcurrido desde los primeros encargos en 2011 para no responder a muchas de las preguntas del Ministerio Fiscal. Carmen Pérez ha explicado que el departamento especializado en restaurar papel contaba con poco personal para la “afluencia” de trabajo que manejaba, con lo cual se dio la opción de que profesionales externas que colaboraban con el Ivacor crearan una comunidad de bienes para facturar los trabajos, aunque bajo la supervisión de la entidad pública, aunque no supo de la creación de la sociedad Dicarta SC que acabó facturando parte de los trabajos.

“Estoy ya hecha un lío tremendo”

El Ivacor hizo un contrato menor para las dos restauradoras pero en su objeto no incluía los trabajos para Caruana. “Era un poco anómalo que estas dos chicas iban a restaurarlos por su cuenta dentro del instituto”, ha declarado. Cuando la fiscal le ha preguntado si su subordinada, también acusada en la causa, le ocultó información, Carmen Pérez ha asegurado que se entero de que las dos restauradoras iban a trabajar dos de los 12 libros del coleccionista “sin ninguna cobertura del instituto”.

La mujer ha lamentado que el tiempo transcurrido desde los hechos le impedía recordar algunos extremos: “Estoy ya hecha un lío tremendo”, ha contestado cuando le han recordado su declaración en la fase de instrucción de la causa, nacida tras una denuncia del sindicato CGT. En todo caso, respecto a los libros restaurados por las dos profesionales externas, la exdirectora del Ivacor ha afirmado que la entidad “no había cobrado nada ni había gastado nada”.

La acusada ha argumentado que la ley les permitía que “un tercero restaurara” y que el Ivacor “supervise”. Como ejemplo ha citado la restauración del Cristo del Salvador, “el más antiguo de Valencia”. “Se llevó a un taller, se supervisó diariamente lo que se realizaba porque por una cuestión de espacio no cabía [en el Ivacor]. No era muy frecuente pero se tenía que hacer”, ha manifestado.

Gemma Contreras, por su parte, ha declarado que conocía a Caruana por haber coincido en actos culturales y “era conocedora de que este señor tiene la segunda biblioteca más importante de España”. El coleccionista le propuso que el Ivacor se hiciera cargo de la restauración de algunas de las valiosas obras que posee para no tener que acudir a su restaurador habitual en Madrid.

También ha negado que diera instrucciones para que no se anotara a Caruana en el registro obligatorio de la entrada de la entidad. Contreras ha asegurado que no se hizo un presupuesto global de la docena de libros porque el coleccionista “primero trajo unos”. “Entiendo que quedaría satisfecho con el trabajo”, ha abundado, y por eso encargó los siguientes trabajos. 

Sobre las “discrepancias” con la restauradora inicial del Ivacor encargada del primer lote, ha explicado que se trataba de una tarea “tediosa” ya que Caruana había pedido que se restaurara manualmente. “Es un trabajo muy pesado, no es lo mismo hacerlo con una máquina que estar horas y horas tapando agujeros de un milímetro”, ha afirmado. “Para no alentar el malestar”, ha recordado, cuando la restauradora plantea su queja, “esto se lo paso a otra persona”. “”Siempre he intentado minimizar todos los desacuerdos que tenía con ella“, ha apostillado.

“Eran libros muy importantes”, según la responsable de la entidad

Al tener un “volumen de trabajo brutal” en el departamento que coordinaba, Gemma Contreras planteó a Carmen Pérez la opción de que las colaboradoras externas se encargaran de parte de los libros de Caruana.

También ha negado que diera instrucciones a las dos restauradoras externas de que crearan la sociedad que acabó facturado los trabajos, tal como sostiene el Ministerio Fiscal. Contreras ha explicado que fue el jefe del servicio jurídico quien recomendó la creación de la comunidad de bienes para facturar los trabajos y que ella simplemente les trasladó esta posibilidad. “Les comuniqué lo que me había dicho el jefe de servicio, era mi superior y yo tenía que cumplir las órdenes que me decía”, ha afirmado.

“Le puedo asegurar que estas dos personas restauraron magníficamente todos los volúmenes”, ha declarado la acusada. Además, también ha indicado que no tenía responsabilidad en materia de expedientes de contratación y que su tarea se limitaba a aspectos técnicos como analizar las obras a restaurar y elaborar presupuestos. “Mi trabajo empezaba cuando los libros llegaban al departamento”, ha agregado.

La actual directora del Ivacor ha explicado que la supervisión de la entidad de los trabajos externos, como los que se hicieron con parte de los libros de Caruana, estaba incluida en las “obligaciones” del instituto. “Eran libros muy importantes” y el Ivacor es un “instrumento” de la Generalitat Valenciana “para velar por la conservación del patrimonio”.

Actualmente, ha explicado Gemma Contreras, la entidad pública ya no restaura obras de particulares que no hayan sido autorizados por el Consejo Rector del Ivacor, por decisión de la dirección general de Patrimonio. La acusada ha insinuado que la decisión fue consecuencia de este procedimiento judicial. 

Un trabajo externo “bajo la cobertura” del Ivacor

El coleccionista Luis Caruana Font de Mora ha sido el único testigo que ha declarado en la primera sesión del juicio. Caruana ha explicado que llevó primero tres de sus libros al Ivacor “como prueba de cuál era el servicio, la calidad y cómo lo hacían” de cara a favorecer “la actividad cultural en Valencia” evitando así “trasladarlos a Madrid”.

El presupuesto que elaboró Gemma Contreras “estaba muy bien hecho”, ha dicho. “Eso es lo primero que me gustó respecto a mi restaurador de Madrid que no me daba presupuesto ni nada”, ha agregado. Cuando acabó la restauración, el hombre mostró su “entera satisfacción”, recibió la factura y los pagó.

Con el segundo lote, el Ivacor le planteó la posibilidad de que lo hicieran las dos restauradoras externas bajo la cobertura y supervisión de la entidad pública y le “pareció bien”. “Mientras esté bajo la supervisión y el paraguas del Ivacor estoy tranquilo”, ha declarado el testigo, quien ha explicado que, a diferencia del mundo del arte “mover un libro no tiene los problemas de mover una pintura”.

“No tiene mayor trascendencia”, ha agregado en respuesta a las preguntas de la fiscal sobre el hecho de que las dos restauradoras trabajaran dos de los incunables fuera de las instalaciones de la entidad de la Generalitat Valenciana.

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